𝟏𝟑𝟒𝟑𝟒𝟎 | Relatos ficticios, tomando a los siete chicos de bangtan seonyeondan como principales protagonistas.
Tu mirada sofocante, todavía giro a tu alrededor y nada ha cambiado. Pero si el amor no tiene nombre, todo ha cambiado ─ BTS, 134340...
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Había superado esto hace años. Hace años que no le temo a la oscuridad. No entiendo como llegué a sentir este pánico solo con ver mi inmenso armario, no había nada que alumbre mi habitación cuando las luces estuvieran apagadas, ni la sombra de la luna o la cálida noche a través de la ventana.
Ayer por la noche comencé a escuchar pequeños ruidos insignificantes, casi nulos, pero cada vez que salía de mi habitación cerrando la puerta, a los pocos segundos escuchaba como estas se abrían y se cerraban con cuidado, ruidos significativos.
Lo sabía, lo sabía bien, era mi habitación, solía dormir allí, pero desde ayer que la habitación de invitados era lo más pacífico que estaba al alcance de mi mente, no eran juegos, pero quería creer que mi imaginación estaba divirtiéndose en pensar que algo malo sucedía.
─Buenas noches, hija.─ mi madre con cariño besa mi mejilla.
─Buenas noches, mamá.─ digo mientras veo su cuerpo desaparecer por las escaleras. Suspiré con el computador justo en frente de mí, tenía que terminar este proyecto y lo único que quería terminar era con mi vida, estaba cansada.
Iba en último año del instituto, tenía más proyectos que días libres y relajados. Escuchaba mis dedos sobre las teclas, era el único ruido que debía escuchar, pero no fué lo único.
Las puertas de mi armario fueron abiertas en unos minutos, me congelé por completo, mis manos no se movieron sobre el teclado, estaba sin moverme en mi sitio, mi cuerpo no se movía de la silla en el salón.
Escuché el cierre de las puertas de mi armario.
No quería hacerlo, no quería ir a mi habitación, pero realmente había comenzado a temblar de frío de un momento a otro. Las temperaturas bajaron notablemente dentro de mi hogar, los grados eran mínimos y apostaba millones en que debía tener dos sudaderas para mantenerme abrigada.
Realmente era un cambio drástico y notable.
Subí las escaleras y entre a mi habitación rápidamente, sintiéndome valiente durante unos largos segundos, pero de verdad no sirvió de nada cuando mis ojos le vieron.
Era un chico, sus ojos estaban sobre los míos. El color intenso de negro en ellos le hacían lucir más peligroso, pero no llegaba a incómodarme, raramente no lo hacía, como si todo el tiempo en que estaba asustándome era para conocernos y aceptar que él estaba aquí. Algo dentro de mi sabía que no eran cosas de mi mente y miedo, que realmente había algo más, así fue.
─Tú...
Le vi sonreír de manera maléfica pero era hermoso haciéndole ver provocadoramente y sentía que podría desaparecer en una respiración suave, se esfumó de la habitación sin siquiera yo terminar de decir la oración.
