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La semana había pasado volando y con ella un montón de acontecimientos; había sido una semana un tanto tortuosa, en primer lugar, aquella grandiosa apuesta que hice con mi cuñado de estar una semana sin comer ninguna golosina ni comida chatarra ha sido una completa tortura, remplacé mis galletas por frutas y mi comida chatarra por vegetales. Mi familia no tenía ni idea lo que sucedía y cuando se atrevieron a preguntar invente que buscaba una vida saludable, el primer día se rieron de mí, pero acorde pasaron los días se dieron cuenta que era verdad lo que decía -aunque no lo fuera-. Mi humor poco a poco fue empeorando, amaba las golosinas, amaba las frituras y toda la comida chatarra, no era algo que comiera a diario y a cada minuto, pero cuando quería comer algo así lo hacía y ya, quizás por eso no tenía un cuerpo escultural, aunque tampoco estaba tan mal, Pablo me decía que era una chica normal, con sus rollitos normales mientras yo tenía una mentalidad un tanto diferente al resto mi frase era la siguiente: si tienes que esforzarte mucho para ser delgada entonces acéptate tal cual eres y rueda hacia la felicidad. Quizás no daba un buen ejemplo, pero yo me quería así tal cual soy, tanto con mis virtudes y con mis defectos y eso no significa que engordare como aquellas señoras que aparecen en la televisión que no se pueden mover ni para ir al baño. Soy alguien normal y con rollitos incluidos.

Los cambios de humor y la falta de sueño no habían sido mis aliados esta semana y mis nervios por lo que se me avecinaba el fin de semana no ayudaban en absoluto. Me arrepiento hasta el día de hoy que por mi arranque de furia haya hablado y prometido algo de lo cual no estaba segura y estuve nerviosa toda la semana porque Héctor me mandaba mensajes como nunca recordándome que el sábado nos veríamos en su casa y a medida que el día se iba acercando los nervios aumentaban tanto que comenzaba a llorar, no podía y no quería que sucediera pero a la vez sabía que era la única solución para que la relación funcionara, ya había hablado de más y había prometido hacerlo, no podía dar marcha atrás, el día anterior había llorado toda la noche y había despertado con los ojos hinchados, como pude intente ocultarlo durante todo el día aunque sabía que el día había llegado y no tenía por donde arrancar, estuve toda la mañana encerrada en mi cuarto fingiendo que estudiaba hasta que llegara la hora de irme a trabajar y a eso de las dos de la tarde me llego un mensaje de mi novio que me dejo anonadada.

Héctor: Hoy no podremos vernos me salió un compromiso familiar, pero nos vemos el próximo sábado en mi casa cariño, besos

Sentí como me librara de un gran peso, la tortura se corría para una semana más y en cierto modo me aliviaba momentáneamente, pude respirar con tranquilidad y la alegría volvió a mí. Sé que Pía había notado algo raro en mi durante toda la semana, sin embargo no pregunto nada y aquel sábado después de recibir aquella maravillosa noticia y verme soltar una sonrisa vi que ella igual sonreía, luego que pasaron los días y por fin pude comer un bocado de mis amadas golosinas me convertí de la Alena triste y amargada a la Alena feliz y radiante, mis amigos lo notaron y mi familia igual, mamá le tuvo que pagar a papá porque habían apostado que no duraría mucho con mi vida saludable , mamá me tenía más fe y papá decía conocerme a la perfección como para saber que no duraría mucho, si tan solo supieran que era una estúpida apuesta que hice con Louis y con lo competitiva que soy no iba a permitir que ganara.

-Parece que alguien está más contenta hoy.

Bese la mejilla de mamá contenta, y en realidad lo estaba, ayer se había acabado la apuesta y pude comer azúcar y chatarra y hoy el profesor se ausento por problemas personales y nos dieron las últimas tres horas libres por ende llegue más temprano a casa.

-Creo que el azúcar es mi motor de felicidad- le dije mientras me sentaba en la mesa de la cocina- ¿Qué haces de rico?

-Paella.

Querer sin limites (Louis Tomlinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora