Hyungwon había pasado al menos 3 horas dando vueltas sobre las sábanas de la cama, tratando de conciliar el sueño, fallando en su cometido, preguntándose una y otra vez si Hoseok estaba bien, si ya había comido, si él podía dormir bien, si es que tiene días difíciles en su trabajo, pero lo que más le atormentaba era, el cómo sería aquel chico con el que se besó.
Tal vez sería un chico aún más lindo, de menor estatura, rostro afeminado, o sus gustos serían por completos diferentes y tal vez sería un chico fornido, musculoso y admirable como lo es Hoseok.
Se odió por un momento, por no poder cumplir los estándares que el mayor buscaba en alguna persona, ¿Tan feo se veía? O tal vez la personalidad era lo que le fallaba, pero cómo saber el tipo ideal de Hoseok cuando nunca hablaron de eso, incluso la vez que intentó confesar sus sentimientos el mayor le pasó por alto.
Sus días habían sido tranquilos, demasiado para su gusto, Jooheon le preparaba comida bastante deliciosa, le brindaba tanta atención y dedicación, siempre se mantenía alegre incluso después de que regresaba de su trabajo, cargando bastantes encargos, con unas inmensas ojeras que parecían no disminuir, le dejaba hacer lo que quisiese, incluso por instinto, tiró un portarretrato, solo para verle enojado, pero el menor solo sonreía mientras lo recogía del suelo.
Era simplemente perfecto, más que eso, era el lugar indicado para cualquier persona que no tuviese dónde vivir, entonces, ¿por qué se siente tan vacío? Varios días ni siquiera probaba aquella comida, muchas veces la tiraba para que Jooheon no se diese cuenta que no comía, rompió algunas de sus revistas, destrozaba el papel del baño.
En pocas palabras, no se sentía cómodo, ya había sido una semana y no lograba acostumbrarse.
Lo intentó, se regañó mentalmente de que ya era hora de acostumbrarse, pero incluso ahora, mientras se escabulló para dormir junto con Jooheon, no era lo mismo.
Su aroma era por completo diferente, más refrescante, le desinteresaba, en cambio, Hoseok era un aroma lleno de testosterona que le acelera hasta el más mínimo sentido.
En los últimos dos días, su cuerpo se había vuelto bastante receptivo, buscaba atención de cualquier manera de Jooheon, ya sea que simplemente le viera o que le brindara caricias, se removía muchas veces para llamar su atención, pero tal vez el menor era muy distraído para darse cuenta de las señales.
— ¿Pasa algo? — Preguntó Jooheon, un poco intranquilo al sentir tanto movimiento en la cama, ya habían sido más de trescientas vueltas, destendiendo por completo las cobijas de la cama.
— No puedo dormir. — Se limitó a dar esa pequeña explicación que conllevaba todos sus pensamientos enredados.
— Ven aquí, seguro tuviste una pesadilla. — Le atrapó entre sus brazos, deseando que el chico ya se durmiese, pues en unas horas debía ir a trabajar y necesitaba un merecido descanso.
Su rostro se hundía más y más, tratando de atrapar por completo su aroma, tratando de convencerse que este sería el nuevo aroma que aspiraría día con día.
Pero no, no estaba funcionando, subió su pierna a un costado de Jooheon que ya estaba bastante adormilado para reaccionar a las acciones del minino, sin entender el porqué lo hacía, pero no obstante, no se negaba a que lo hiciese.
Con poca fuerza, empujó el cuerpo de Jooheon para que éste estuviese recostado boca arriba y poder subirse a horcadas sobre su regazo, tal vez eso funcionaría, su mente no podía tener peores ideas, o tal vez si.
Ocultó su rostro sobre su cuello para comenzar a depositar un par de besos sobre la piel de este, besos húmedos y despacio, como si no fuesen las dos de la mañana, se tomó su tiempo para degustar su piel.
No supo el porqué lo estaba haciendo, simplemente seguía a su instinto que le gritaba que buscase atención, necesitaba ser tocado, sentía que le quemaba la piel, como si estuviese en el mismísimo infierno.
