— ¿De qué hablas? — Preguntó Hoseok claramente desconcertado, pensando en todo menos en la situación, hasta ver al menor hincarse frente a él, se puso más pálido de lo normal.
— Leche, leche, ¿los humanos no dan leche a sus... bebés?
— ¡Yo no doy leche! — Dio unos pasos hacia atrás hasta topar con la puerta.
— Pero quiero leche. — Hablaba mientras relamía sus labios mostrándose sediento ante el mayor.
Entonces Hoseok recordó las compras que traía, agradeciendo a Dios y a todas las fuerzas del universo que se le había ocurrido comprar aquellas cajas de contenido lácteo.
— Mira, compré un poco de leche. — Subió la bolsa hasta que quedara a la vista del menor.
— No sabía que se podía comprar. — Ladeó su cabeza, confundido.— ¿Los exprimen?
— Ten... — Ignoró su pregunta, algo incómodo por responder, entonces sacó uno de los empaques individuales en los que venían, siendo una leche sabor vainilla y se lo aproximó.
Aquel lo tomó entre sus manos para después comenzar a morder la esquina de este, en busca de abrirlo.
— No, espera. — Le ayudó tomando la pajilla para perforar el orificio.
Con tranquilidad, el menor se movió de aquel lugar en donde estaba hincado y fue al sillón.
Por fin la conciencia de Hoseok dejó de jugarle bromas pesadas, por lo que soltó un suspiro para después ir a la cocina a acomodar las compras.— ¿Tienes hambre? — Elevó su voz para que le escuchara, pues parecía bastante concentrado en tomar su leche.
— No, solo quería esto.
— Bien, me haré de cenar, ¿seguro no quieres? — Al no tener respuesta lo tomó como un "No".
Tostó un par de panes y les untó un poco de mantequilla, tenía hambre pero tampoco deseaba cenar algo tan pesado, además de estar cansado como para hacer algo más laborioso para cenar.
Comía en silencio sus tostadas con mantequilla y un poco de azúcar, hasta que notó la presencia del menor en la cocina, mirándole comer.— ¿Quieres probar?
Este solo asintió, así que cortó un pedazo y se lo aproximó a sus labios, que suavemente rozaron en sus dedos al momento de agarrar aquel pedazo de pan tostado.
— Si quieres más leche dejé unas en el refrigerador, ¿Recuerdas cómo abrirlas?
— Si, y gracias.
El menor era de pocas palabras, aún se veía constantemente incómodo en hablar en algunas situaciones.
— Ya es tarde, deberías ir a dormir.
— ¿y tú? ¿No dormirás?
— Tengo trabajo que hacer, acomodar algunos documentos para mañana.
— Te espero en la cama. — Sin esperar respuesta este ya se encontraba meneando sus caderas en dirección a la habitación.
Mientras que el mayor se quedó en la mesa, sacó su computador para hacer un par de papeleos, no tan laboriosos pero para facilitar su trabajo de mañana, aunque tenía que cuidar del menor no iba a restarle importancia a su trabajo.
Entonces al momento de guardar las cosas encontró el post-it que yacía en su maletín, recordando las palabras de su amigo.
