Capítulo 5

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Un ruido me empuja a la vida. Adapto mis ojos y dejo escapar un sonoro bostezo. A mi izquierda hay una suave risa . Me sobresalto.

Ahí es cuando me acuerdo de Theo. Actualmente se encuentra en el asiento del conductor, muy poca distancia nos separa.

Por alguna extraña razón tengo la necesidad de extender la mano y tocarlo y asegurarme de si realmente está ahí. Entrelazar mis dedos con los suyos. Me encuentro observándolo y por desgracia, se da cuenta.

-¿Hay algo en mi cara?- Bromea.

Mis mejillas se tornan rosadas. -No, lo siento.- Rápidamente aparto mis ojos.

-¿Admirando la vista?- Me cuestiona.

Al principio pensé que estaba hablando de si mismo, pero luego me doy cuenta de que en verdad está hablando del paisaje. Son cerca de las ocho pm y el sol se está empezando a poner.

El cielo se transformó en un remolino de colores magníficos, todo centrado en la bola de luz en el medio. Cuando miras al cielo en Chicago es imposible encontrar algo cercano a esto. Allí abarca estrictamente desde el cielo azul de la mañana al cielo negro nocturno, y nada más.

Theo me mira y sonríe. -Nada como esto en Chicago, ¿huh?- Dice.

-Para nada,- no podía recordar la última vez que vi una puesta de sol.

-La buena noticia es que mientras te quedes en California verás muchos de estos,- agrega rápidamente, -te vas a quedar en California, ¿cierto?- Sus palabras suenan casi urgidas.

-Si claro. ¿Porqué preguntas?- Mis ojos se encuentran con los suyos. Inmediatamente la necesidad por tocarlo vuelve. Tengo que mantener mis manos cruzadas en mi regazo para contenerme.

Theo me mira por más tiempo de lo necesario antes de volver la mirada hacia la carretera sin responder a mi pregunta. Suspiro y apoyo mi cabeza contra el frío vidrio con los ojos apartados de Theo. Cada vez que lo miro obtengo una sensación extraña en el fondo de mi estómago. Asi que decido mantenerme alejada por un momento.

Cual sea el tiempo que haya pasado, Theo se aclara la garganta al lado mío.

-Emmm... cuéntame sobre ti.- Comenta.

No soy de los que deleita a los otros con su historia de vida. De hecho, ni siquiera soy la clase de persona que permite que la gente sepa acerca de mí. Me lo reservo. Así es como siempre ha sido. Así que no tengo ni la menor idea de como responder esa pregunta. Una parte de mi le quiere decir todo: sobre Colin, sobres mis padres, mis sueños. Porque por alguna razón quiero que el haga lo mismo conmigo. Desafortunadamente la otra parte de mi es muy tímida como para producir un sonido. En general, ese es el lado que gana.

-¿Te comieron la lengua los ratones?- Su voz me da escalofríos, de los buenos.

Toso, -no, lo siento. Yo sólo... no soy de las personas que hablan sobre si mismos.- Admito tímidamente.

-No te avergüences de eso.

-¿No debería estar avergonzada por que no tengo nada interesante que decir?

-No necesariamente. Eso significa que memorias más emocionantes están por venir.

Sonrío al pensamiento. Sin embargo, algo en el fondo de mi cabeza me dice que sus palabras tienen un significado alternativo. Algo que no se declaró.

-Ojalá.- Susurro.

-Tengo una idea,- empieza, -¿y si jugamos al juego de las preguntas? Nos iremos turnando para preguntar y sin importar qué, hay que responder con la verdad.

Me animo, cruzando mis piernas en el asiento quedando sentada como india. Mis zapatos ya están en el suelo del coche. Tengo la tendencia de hacerme sentir cómoda. -Ok, pero, ¿qué pasa si uno miente y el otro se da cuenta?

-Bueno, eso depende de uno,- me mira y me guiña un ojo. Siento el latido de mi corazón en mis oídos.

-Tú primero.

-Empecemos por lo básico. ¿Cuál es tu color favorito?

-Rosado,- digo. Fácil. -¿De dónde eres?

-Inglaterra. Nací en Oxford pero crecí en High Wycombe.

-Entonces ese acento no es falso.

Sonríe, asombrado. -¿De verdad pensabas que mi acento es falso?

Me encojo de hombros, reprimiendo una sonrisa.

-Wow. Bueno. Ya veo.- Sonríe, aunque es una de incredulidad. -¿Y qué hay de ti? ¿De donde eres?-Pregunta a la defensiva. Su voz suena como la de un niño pequeño.

-Chicago. Nacida y criada, he vivido ahí toda mi vida.

-¿De verdad? ¿Por qué?- Me pregunta tratando de sacar algo jugoso de mí. Creo que sabe que no vale la pena descubrirlo.

-Wow, wow, wow. Ya tuviste tu pregunta. Ahora es mi turno.- Theo asiente y me hace un gesto para que siga. -¿Cuántos hermanos tienes?

Trato de hacer preguntas simples para que él no me pregunte nada muy personal. Especialmente porque tenemos que responder con la verdad.

-Dos hermanos y dos hermanas. Ahora de vuelta a mi pregunta, ¿por qué has vivido en Chicago toda tu vida?

-No tenía ningún lugar a donde ir.- Respondo sinceramente.

-¿Por qué no?- Me pregunta, le doy una mirada, indicándole que es mi turno. -Ya, ya. Sigue.

-¿Por qué viniste a América?

Esa pregunta parece tomarlo por sorpresa. Reprime una sonrisa antes de seguir. -Necesitaba un cambio,- responde lentamente.

-¿Entonces escogiste LA?

-Ah ah mi turno, ¿recuerdas?- Dice.

-Ok, continúa.

-¿Por qué vas a LA?

-Me voy a mudar a LA.

-Bueno si, pero, ¿por qué?

-La misma razón por la que todos se mudan allá. ¿Y tú?

No me responde de inmediato, pero cuando lo hace, no me mira. -Me voy a mudar a LA porque pienso que sería interesante ir a un lugar con tantas oportunidades,- luego agrega, -pero no por la misma razón que tú.

-Entonces, ¿no tienes ninguna intención de ser famoso?- Pregunto alzando una ceja.

-Ni siquiera un poco. Me gusta la vida más calmada.

Abro mi boca para preguntarle otra cosa pero Theo se desvía a un largo camino de entrada cerrada. Mi mandíbula se cae al suelo. Nunca en mi vida había visto una casa tan magnífica y tan enorme.

-Llegamos.

Lovespoken - Theo James (traducción) BAJO EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora