Capítulo 23.

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**Editado**

Haley:

Ha pasado un tiempo desde que terminamos. Theo y yo no hemos hablado desde ese día en el balcón. Después de la pelea, me fuí de la fiesta, ignorando a todos los que trataron de felicitarme por mi papel. Pero a la única persona a la cual noté fue ella.

Ella estaba ahí.

Lo que por supuesto sólo significaba una cosa. El estaba planeando en decírmelo esa noche. Eso no arregla todas las mentiras que dijo pero por lo menos tenía planeado contarme la verdad esa noche. Pero yo lo aruiné todo antes de que tuviera una oportunidad de decírmelo.

La peor parte de terminar una relación con una estrella de cine es que, sin importar cuanto trates de olvidarte de él, no puedes. Especialmente cuando está en una película tan exitosa como en la que Theo es parte. Su cara está en todos los posters. Incluso en cada comercial aparece el anuncio de Divergente.

La película ha sido un verdadero éxito. Millones de adolescentes se han enamorado perdidamente de el guapísimo Theo James. Ahora soy sólo una más de ese montón, pudiendo desaparecer en esa masa de chicas que lo adoran.

Y por mi parte, bueno eso es otra historia. Mi doctor lo llama depresión. Yo lo llamo soldead. En los últimos cinco meses de mi vida no he hecho nada más que trabajar y estar en casa. La filmación de Insurgente no empieza hasta en dentro se una semana así que trabajo en una oficina, respondiendo llamadas telefónicas y haciendo mi mayor trabajo para que mi voz no suene como esas tipas de la contestadora. No tengo amigos, o novio, a nadie con quien hablar.  La distancia ha creado una línea intolerable en la relación entre Colin y yo, limitandonos a llamadas interminables, la mayoría de ellas sobre cuan patética se ha tornado mi vida.

¿Cómo he permitido que mi vida se haya tornado de una fantasía a una llena de dolor y agonía en tan poco tiempo?

Colin me sigue prometiendo que vendrá a visitarme, pero,  aunque lo quiera aquí más que nada, tengo miedo a estar cerca de él. Especialmente ahora que estoy disponible. Obviamente Colin piensa que tiene posibilidades, por eso me llama y me envía mensajes cada vez que puede.

Al menos tengo a alguien por quién vivir.

Esta mañana es más vacía que las demás. Los sábados son los peores porque no tengo trabajo para distraerme. Sólo yo. Sin mencionar que es mi cumpleaños.  Otro recordatorio de la vida que pasaré sola y sufriendo.  Y no es sólo eso. También es el aniversario número seis de la muerte de mis padres.

Estoy comiendo cereal encima de una pequeña mesa de madera que compré en una pequeña tienda de muebles. Mi cocina está pintada de amarillo para tratar de mejorar mi ánimo. El doctor me recomendó que no me sentara en lugares oscuros o en alguna habitación pintada de colores oscuros. Por eso la cocina amarilla y mi habitación celeste.  El living de mi departamento es blanco; estoy indecisa.

El resto del día continúo con mis movimientos sin importancia. Lavo la ropa, la seco, la doblo. Barro la cocina y mi habitación. Lavo la loza la coloco en su lugar. Trapeo cada rincón de mi hogar hasta que el olor del desinfectante me marea.

Cuando termino ya está oscuro,  llenadome de ese sentimiento vacío de que ya es noche.  El olor de el desinfectador es tóxico. Sin sentirme particularmente suicida hoy, decido salir de mi departamento antes de que me de Intoxicación de pulmones.

Me pongo un par de jeans claros y un top negro que expone parte de mi piercing del ombligo. Oh sí, hace tres meses fui a la tienda de piercings.  Me hice un piercing en el ombligo, el segundo de la oreja y el del cartílago,  y por último el de la nariz.

Sintiéndome desanimada, me hago una coleta. Mi cabello ha crecido,  llegando a la mitad de mi estómago.

El aire está tibio para una noche de Abril.  Camino sin saber a dónde voy ni a donde voy a llegar a parar.  Tal vez encuentre un bar que se vea acogedor, suficiente para una chica que quiere estar jodidamente sola en su cumpleaños.

Traigo mi teléfono conmigo,  poniéndolo en mi bolso junto con mi billetera y las llaves de mi casa. Sigo esperando la llamada de Colin. Es la única persona la cual espero que me desee feliz cumpleaños y aún no lo ha hecho.

La parte de la ciudad en la que vivo es alta y bonita. Pero si caminas unas cinco o seis cuadras entrarás en una parte que no se caracteriza por ser bonita precisamente.  Pero es la única forma de llegar a los bares y clubs que hay aquí. Los edificios son  altos viejos y casi no tienen ventanas. El aroma es una mezcla de orine y basura. Me mantengo sin respirar para poder salir de aquí con vida. Por suerte aún son las ocho y no hay gente peligrosa por aquí.

Una  vez que llego a la parte de bares hay muchos que llaman mi atención.

No soy mucho de tomar alcohol. Me he emborrachado muchas veses pero después de la universidad decidí parar de tomar hasta emborracharme. Muchas de las 'relaciones de una noche' que he tenido han sido cuando no puedo ni siquiera decir una frase completa sin desviarme de mis pensamientos. Creo que se puede decir que los chicos se aprovechaban de mi estado,  y es por eso que decidí no tomar tanto. Especialmente no en público.

Escojo un bar pintoresco. Las luces son casi moradas. Hay música de fondo, pero es tan fuerte como para que las conversaciones sobre 'hombres tratando de conseguir mujeres y estas rechazandolos' se escuche.

Hay cuatro bancos vacíos. Escojo el que está más lejos porque no estoy en el modo de hablar con alguien ahora... O nunca.

Como es mi cumpleaños decido complacerme. Le pido al bar man un California Martini. Lo tomo lentamente disfrutando del sabor. Uno no hace nada con mi tristeza asi que ordeno otro. Cuando estoy en mi cuarto, un hombre de rostro duro y de nariz larga se sienta a mi lado.

-Hola,- le dice al bar man.

-Hola, ¿en qué te puedo ayudar?

-Quiero cuatro putas de pelo rojo.

El bar man suspira y saca cuatro vasos llenandolos de un líquido rojo y mezclandolo con alcohol.

El hombre toma dos de sus vasos y los mueve hacia mi sonriendo.

-Te ves muy perfecta como para beber esto.- Antes de que pueda continuar, agarro uno de los vasos y se lo derramo, volviendo a tomar mi Martini.  -Que pendeja. ¿Mala noche?

-Es mi cumpleaños,- le digo, sin interesarme en este hombre. Justo cuando digo eso, tres chicas de mas o menos mi edad entran al bar buscando un lugar para posicionarse.  El lugar está lleno y casi todas las mesas están ocupadas.  -Hablando de eso, mis amigas están aquí asi que deberías marcharte.- Digo. Ja. Amigas. Claro.

El hombre se rehusa a irse sin antes darme su número de teléfono así que lo acepto indiferentemente. Las tres mujeres se sientan a mi lado,  sin siquiera mirarme.

El alcohol me deja mareada. El bar está girando pero mis palabras y pensamientos están intactos.

Ordeno una ronda de shots Grey Goose, necesito algo mas fuerte para atacar mi sistema.

Cuando el bar man me los da, un nombre me hace ponerle atención a la conversación de las mujeres junto a mí.

-¡Es él!- Una rubia falsa dice, mirando a la mesa que se encuentra detrás nuestro.

-Oh Dios, ¡nos está mirando.- Una pelirroja le dice a las otras dos.

Les sigo la mirada y veo a muchos hombres atractivos. Pero sólo uno llama mi atención.  Él pasa a ser el hombre del que están hablando y me está mirando directamente.

Me tienen que estar jodiendo.

Lovespoken - Theo James (traducción) BAJO EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora