Cap 9 ¿Amigos? ¿Satisfacción?

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... Yo solo asentí y me giré para seguir mi trayecto con las mejillas rojas como tomate y el corazón latiendo a mil por hora.

-No mires atrás, no mires atrás-

Me decía a mi misma mientras apresuraba el paso, si antes estaba roja ahora mi cara debería estar hecha un tomate.
No estaba segura de que había pasado exactamente ni de como debería reaccionar ya que es mi primer amigo, literalmente. No se si el beso que Kazehaya me dió sea normal entre amigos, he visto en la escuela que algunos se besan pero no creo que sean solo amigos, la verdad es que eso de relacionarme con las personas me resulta dificil, hay muchas cosas que no entiendo. En fin tal vez para Kazehaya el darme un beso sea normal pero para mi es nuevo y sin duda fue bastante inesperado.
Se que debería dejarlo pasar pero por alguna razón no puedo dejar de pensar en eso, no puedo dejar de pensar en el. Dejé de caminar al darme cuenta de que estaba a punto de llegar a casa y yo seguía pensando en lo sucedido.

-Oh vamos Keiko ya olvídalo no es para tanto-

Me regañé a mi misma y seguí mi camino pero no sin darme la vuelta para mirar el camino y darme cuenta de que ya no podía verlo, ahora me encontraba lejos de poder vislumbrarlo y seguramente el ya se ha ido a casa. Un poco decepcionada por eso volví mi mirada hacia el frente y seguí caminando.
No tardé mucho en llegar a casa, lo cual no me hacía muy feliz pero quería descansar así que no vacilé y entré. Como siempre no había nadie y eso era lo mejor ya que no tenía que escuchar los mismos reclamos de siempre. Todo estaba en calma, en total silencio; amaba cuando todo era así, tenía tiempo para mi.
Subí directamente a mi habitación, no tenía hambre gracias a que Kazehaya me hizo comer bastante, a mi parecer con todo lo que me hizo comer Kazehaya hubiera podido vivir 3 días y eso porque yo no suelo comer mucho.
Como todos los días me dejé caer sobre la cama pero esta vez quise ver la televisión así que bajé nuevamente a la sala. Encendí el televisor y fui cambiando de canal para ver si había algo que me gustara hasta que encontré una película sobre un asesino serial. Nunca había visto una pero era lo mejor que había encontrado además me dió curiosidad el ver si podían atraparlo pero sobre todo tenía curiosidad de ver lo que hacía con sus víctimas así que dejé el control remoto sobre la mesita de centro que estaba frente al televisor y me senté en el sofá.
La película iniciaba con una mujer hermosa caminando por la calle, claro que ella no se espera lo que pasará después aunque yo tampoco estoy muy segura. La mujer tiene una vida como cualquier otra: tiene un empleo, familia, amigos y dentro de lo que cabe una vida plena y feliz. Claro eso antes de que sea secuestrada de camino a casa por un hombre al cual no conoce pero que el la conoce perfectamente (su nombre y el de cada integrante de su familia, donde trabaja, su horario de entrada y salida, las calles por las que transita y muchos otros datos más) y sea torturada y finalmente asesinada.
La película duró alrededor de hora y media aunque me hubiera gustado que durara un poco más ya que disfruté de cada escena en donde la mujer gritaba desesperada por ayuda, escenas en las cuales rogaba entre sollozos y un mar de lágrimas que no la asesinara, que la dejara ir. Sin embargo todas sus súplicas fueron en vano. El hombre clavaba varillas en sus brazos, rompía cada hueso de sus piernas, desgarraba con un cuchillo su pecho y abdomen haciéndola gritar y retorcerse del dolor para finalmente cortarle el cuello, dejarla morir desangrada y su destrozado cuerpo ya sin vida abandonado en un desagüe.
El asesino durante la película tuvo infinidad de víctimas a las cuales torturaba y asesinaba de diferente manera.
Por alguna razón me sentí atraida por esas escenas, me satisfacía ver como aquellas personas sufrían e iban muriendo poco a poco. Eso me hizo recordar el sueño de esta mañana, mis manos y ropa manchados de sangre, su olor. Todo parecía tan real. Miré mis manos, estaban limpias pero recordarlas con toda esa sangre hizo que sonriera.
Estaba disfrutando de aquellos pensamientos cuando el sonido del reloj colgado en la pared anunció las 5:00 pm.

-Oh cierto aún debo hacer la cena-

Me levanté del sofá y me dirigí a la cocina. No tenía muchas ganas de cocinar así que hice algo simple, de igual manera no era mi problema si lo comían o no.
Como yo aún no tenía mucha hambre tomé un pan y un vaso de leche, apagué el televisor y subí a mi habitación.
Una vez dentro cerré la puerta con llave para que mi padre y mis hermanos no me molestaran cuando llegaran. Decidí sentarme al lado de la ventana y comer. El cielo se estaba oscureciendo y a medida que pasaba el tiempo las calles poco a poco iban quedando desiertas. Me gustaba ver las calles tan tranquilas, sin personas, sin autos, sin nada que perturbara el silencio y la hermosa oscuridad de la noche.
No se durante cuanto tiempo estuve mirando por la ventana pero me levanté ya que me estaba dando un poco de sueño y mañana tenía que ir a la escuela, bueno no es que me importe la escuela pero quiero agradecerle a Kazehaya por lo de hoy.
Me puse mi pijama y me acosté sobre la cama, hoy fue un día lleno de emociones y sensaciones raras, necesito descansar y recuperarme. Miré el techo por unos cuantos minutos, estaba segura que no resistiría mucho tiempo así que dejé que mis ojos se cerraran poco a poco hasta quedar profundamente dormida.





A sangre fría... Rojo atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora