Cada grito, cada sollozo, cada lágrima es tan... ¿por qué no puedo describir lo que siento? Es algo... extraño, una sensación conpletamente desconocida para mi pero... me gusta...
Todo el suelo estaba cubierto de sangre como si una masacre hubiera tenido lugar dentro de la casa. El hedor de la sangre era muy... fuerte pero al mismo tiempo era... dulce... en verdad disfrutaba del olor. Una risa salió de mi boca seguida de un suspiro, estaba cada vez más patidifusa por todo lo veía, toqué la sangre y estaba tibia, era verdaderamente cálida o por lo menos yo la sentía así. Me dediqué a seguir el rastro de sangre el cual culminaba en mi habitación, al estar parada frente a la puerta tomé la manija y sin dudarlo tiré de ella. Al entrar me dí cuenta de que el hedor era mucho más fuerte que al principio, la habitación estaba repleta de cuerpos ensangretados, algunos mutilados, otros parecían magullados pero los que más me llamaron la atención fueron los cuerpos que solo presentaban una cortada, una sola cortada pero que parecía mortal y que seguro había hecho que murieran desangrados. Yo solo miraba la habitación al igual que los cuerpos ya sin vida, los miraba con una sonrisa hasta que escuché...
"¡Los ha matado!"
No sabía de donde provenía esa voz ya que se escuchaba lejos y casi como un susurro así que hice caso omiso de ella y seguí observando la habitación pero fue cuando me acerqué a uno de los cuerpos y al intentar tocarlo me percaté de que sostenía un cuchillo que la voz se fue haciendo cada vez más fuerte.
"¡Los ha matado!... ¡Los ha matado!... ¡Los ha matado!"
Una vez, un poco más fuerte; dos veces, más fuerte; tres veces, aún más fuerte. Aquellas palabras retumbaban en mi cabeza, cada vez que la escuchaba era en un tono más fuerte al de la anterior haciendo que pasara de un susuro a unos lastimosos y aterradores lamentos, gritos desesperados, no importaba como los describiera al final todos eran insoportables.
No se como fue que terminé en cuclillas y con mis manos cubriendo mis oidos pero por alguna razón aún tenía el cuchillo en mano, por alguna razón me aferraba a el como si mi vida dependiera de aquel cuchillo, como si me negara a soltarlo. Aún podía escuchar aquella frase, aún era tan fuerte que parecía que al escucharla un viento frío se colaba por la ventana de la habitación calándome hasta los huesos.
Respiré ondo y me levanté para después salir corriendo de la habitación, bajar las escaleras, cruzar la sala y finalmente salir de la casa. Ahora era de noche, las calles estaban oscuras y no había nadie en ellas pero no me importó, yo solo corrí y corrí. Intentaba alejarme de la casa y sobre todo de esa voz que tan difcil era soportar pero todos mis intentos fueron en vano ya que no importaba cuanto corriera, cuanto me alejara la voz parecía estar cada vez más cerca de mi y al parecer era cada vez más fuerte, ¿acaso me estaba volviendo loca? ¿todo esto tenía que estar pasando?
Intenté pedir ayuda pero ninguna palabra salía de mi boca, por más que forzara a mis labios para que estos se movieran y emitieran algo, cualquier palabra o por lo menos algún sonido no lograba conseguirlo, parecían estar unidos el uno con el otro. El miedo o más bien el pánico estaba a punto de invadirme por completo, lo único que podía hacer era correr y porque no... llorar.
Llegué a un punto en el que mis pies comenzaron a doler y mis ojos ardían haciendo que mi vista se distorsionara, apenas podía ver por donde corría,
apenas podía seguir corriendo pero no podía detenerme, no debía detenerme así que como pude seguí avanzando, por mi mente solo pasaba una cosa... salir de ahí, huír y lograr que la voz cesara. Estaba tan concentrada en alejarme que olvidé que el cuchillo aún seguía en mis manos, lo sostenía como si fuera objeto valioso.
Aún teniendo el cuchillo seguí corriendo, estaba decidida a escapar hasta que sentí un gran peso en mis piernas, sentía que algo tiraba de mi, estaba corriendo cada vez más lento, el peso que sentía era inmenso hasta que por fin mis piernas fallaron a causa de un tirón que sentí. Estaba cayendo pero el suelo ya no era más el suelo, ahora era un vacío... estaba cayendo al vacío. Mi respiración era agitada, estaba asustada, me preguntaba en que momento llegaría hasta el fin de esto aunque la misma palabra "vacío" lo dice, vacío, no hay nada. De prontó sentí como mi respiración se entrecortaba hasta que sin más, dejé de respirar pero por más extraño que parezca aún sentía la caida, aún mantenía mis ojos abiertos, seguía cayendo, y fue así que en un abrir y cerrar de ojos sentí mi cuerpo impactado...
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A sangre fría... Rojo atardecer
Gizem / GerilimKeikko es una chica depresiva, antisocial y suicida que sufre maltrato por parte de su familia desde que tiene memoria. Ella es culpada por la muerte de su madre quien murió cuando ella nació. Comienza a tener poblemas de agresión hasta que su ira l...