cap 17 Psicosis

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Abrí mis ojos violentamente, mi respiración estaba agitada y aquellas imágenes se veían tan claras, tan... reales. Me levanté rápidamente de la cama y corrí hacia el baño; mojé mi cara varias veces, estaba confundida, atónita, aún no comprendía el sueño del cual acababa de despertar. Me miré al espejo, cerré mis ojos y respiré lo más profundo que pude. Abrí mis ojos y me miré; mi rostro estaba marcado con un gran moretón a la altura de la sien; busqué algo para taparlo pero en el intento me golpeé con el lavamanos provocándome un inmenso dolor, dolor que me recordó a Nanami y la forma en la que había sido asesinada, la forma en la que yo la había asesinado. Aquella escena se repetía una y otra vez en mi cabeza lo que provocó una risa por parte mía la cual se convirtieron en inumerables carcajadas.

Cuando dejé de reirme volví a mirarme al espejo al igual que miré aquél moretón pero esta vez lo hice con una gran sonrisa; negué un poco y volví a sonreir.

-¡Pero en qué estaba pensando! ¿tapar ésta hermosa marca? ¡Pero si tiene los colores más hermosos... merece ser admirada por todos!

Me recojí el cabello en una coleta alta, de esa manera mi rostro lucía mejor aquél moretón. Me sonreí a mi misma por el espejo y salí del baño. Me cambié de ropa, tomé mi mochila y salí de mi habitación.

Bajé las escaleras lentamente ya que aún estaba adolorida por los golpes sin embargo no dejé que eso arruinara el momento así que sonreí aún más y bajé hasta la sala. No había nadie en casa y eso me alegraba, no quería ver a nadie a excepción de Sakakibara, él se había portado tan bien conmigo que me recordaba a Kazehaya además, él era mi hermano y ahora haría cualquier cosa por protegerlo.

No tenía ganas de desayunar por lo que salí de la casa. No tenía ni idea de la hora que era pero al fin y al cabo asitiría a la escuela.

Caminé sintiéndome orgullosa de las miradas que recibía gracias a mi preciosa marca. Nunca había estado tan satisfecha por el hecho de atraer miradas. Me encantaba la manera en la que me miraban o mejor dicho en la que miraban cierta parte de mi rostro para después murmurar; claro, como no murmurar sobre algo tan hermosos, estaba segura de que hablaban de los hermosos colores que adornaban mi rostro.

Llegué a la escuela, tarde al parecer, pero eso me tenía sin cuidado. Me dirigí al salón y entré. Todos me miraban con asombro; llegué hasta mi lugar y me giré para ver a Nanami quien me miraba sonriente, parecía satifecha por lo que me había hecho a lo cual yo le devolví una sonrisa pero esta fue una sonrisa torcida, una sonrisa psicópata. Yo le sonría mientras con mi dedo índice señalaba la sien en la que se encontraba el moretón. De inmediato ella borró la sonrisa de su rostro y solo se quedó observando como dejaba mi mochila y me acomodaba en mi asiento.

Las clases siguieron su curso, nadie me miraba, solo murmuraban.

X- ¿Has visto la manera en la que miró a Nanami? Parecía estar retándola
X- Olvida eso, ¿viste su sonrisa? Parecía una psicópata.

Psicópata... psicópata... psicópa... psicó... psi...

Keiko- ¡Así es, soy una psicópata, eso es lo que soy!
Comencé a reir mientras todo el salón se quedaba en silencio. Todos me miraban atónitos, incluso podría decir que se veían asustados y como negarlo, eso me encantaba.

Keiko- Oh vamos, no se asusten... soy tan solo una psicópata, solo quiero divertirme un poco.

El silencio seguía lo cual solo hizo que me aburriera así que decidí tomar mis cosas y salir del salón.

Keiko- Agh, si no pueden darme la diversión que quiero buscaré en otro lado.

Salí y me dirigí a la entrada de la escuela, no soportaba estar un minuto más ahí. Una vez afuera decidí ir directo a casa ya que me habían dado ganas de ver el documental de mi asesino favorito... Peter Kürten también conocido como el vampiro de Düseldoff...
^mató a 9 personas. El
motivo principal era que disfrutaba beber la sangre se sus víctimas ya que le provocaba placer.

Sus últimas palabras antes de ser guillotinado fueron:

"Dime  ¿después que haya sido cortada, voy a seguir siendo capaz de escuchar al menos por un momento el sonido de mi propia sangre que brota del tronco de mi cuello? Eso sería un placer para poner fin a todos los placeres"^

Durante el camino iba pensando en la forma en la que Kürten asesinaba a sus victimas, la manera en la que desangraba a sus víctimas gota por gota para después beber su sangre. Pero lo que me resultó tan maravilloso fueron aquellas palabras dichas antes de morir; ¿cómo sería posible que tu muerte resultara tan satisfactoria y placentera para ti mismo?

Seguí mi camino hasta llegar a casa. Entré olvidando revisar que no hubiera nadie y joder, fue un gran error.

Padre de Keiko- ¿Qué haces aquí?
Keiko- Padre yo...
Padre de Keiko- Deberías estar en la escuela
Keiko- Yo...

Antes de poder contestar mi padre me dió una chacheta en el mismo lado donde estaba el moretón.

Joder.. ¿no pudiste por lo menos hacerlo en el lado contrario?

Padre de Keiko- ¿¡Crees que soy estúpido!? ¡No pago tu maldita escuela para que me salgas con esto! ¿acaso estás idiota?
Keiko- ...
Padre de Keiko- No sirves para nada, eres un maldito estorbo, debíste morir aquella vez en tu habitación así no tendría que lidiar con una escoria como tú... ¡largo!

Sin pensarlo subí corriendo a mi habitación. Cerré la puerta de un golpe para después ponerle seguro. Estaba furiosa... quería llorar, gritar, desquitar todo esto que sentía. Inconsientemente empecé a tirar y patear todo lo que encontraba a mi alcance y al mismo tiempo soltaba golpes a la pared hasta que mis nudillos sangraron; sentía la sangre bajar por mi mano para terminar manchando el piso sin embargo no sentía nada más, no había dolor; solo un fuerta calor recorriendo mis venas, un calor que hacía hervir mi sangre. Seguí golpeando todo a mi alcance hasta que encontré una navaja la cual utilicé para desgarrar mi almohada y mi colchón. Cada corte que hacía me ponía más furiosa, como deseaba que fuera mi padre quien estuviera siendo apuñalado y no mi almohada. De repente un pensamiento me vino a la mente, recordé aquella voz que me decía que acabara con todo. No lo pensé mucho, me levanté de mi cama, apreté con fuerza la navaja y sonreí...

Esta noche... esta noche pondría fin a todo.

A sangre fría... Rojo atardecerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora