A sangre fría... Rojo atardecer

cap 18 Obra de arte #1

Me encontraba en mi habitación, habían pasado por lo menos 3 horas desde mi arranque de ira. Ahors estaba más tranquila sin embargo eso no significaba que ya no estuviera furiosa... por supuesto, lo estaba, pero había decidido guardar toda esa ira para...

El debut de una gran artista

Miré mi habitación, estaba hecha un completo desastre al igual que mis nudillos. Caminé por toda mi habitación, pensaba en las posibles formas que había para ponerle fin a todo sin embargo ninguna me convencía del todo, siempre quería más, buscaba algo más que solo un final... quería diversión.

Llevaba mucho tiempo pensando en la mejor forma de lograr mi objetivo que incluso al final solo opté por una forma simple y rápida ya que me estaría arriesgando demasiado; un movimiento así debería ser planeado meticulosamente y ahora yo no disponía de tiempo, mientras más rápido terminara con todo, mejor.

Miré el reloj, éste marcaba las 12:00 am, a esta hora todos deberían estar dormidos, el momento había llegado... esta noche acabaría con todo.

Me acerqué a la puerta, retiré el seguro y la abrí. Salí de la habitación y bajé cuidadosamente la escaleras para no hacer ruido; me dirigí a la cocina y busqué entre tanto utensilio que había.  Finalmente elegí un cuchillo para cortar carne que nunca había sido utilizado.

-Al fin encontré un uso adecuado para ti... es hora de cumplir tu objetivo- dije con una sonrisa

Subí las escaleras lentamente con el cuchillo en mano. Caminé por el pasillo hasta la habitación de mi padre... abrí la puerta sigilosamente y entré. Él se encontraba profundamente dormido. Caminé por la habitación hasta llegar a un costado de su cama en donde me detuve a observarlo por un momento, recordándome mi objetivo y la causa por la que me encontraba ahí.

-Hay padre... siento tanta pena por ti... pero no te preocupes... te concederé el honor de ser mi primer obra de arte.

Un brillo iluminó mis ojos al mismo tiempo en el que sonreía.
Mi padre empezó a despertarse pero no me preocupaba, al contrario, se estaba volviendo más divertido.

Padre de Keiko- ¿Qué haces aquí?- preguntó mi padre molesto
Keiko- Hola... padre- dije con una sonrisa
Padre de Keiko- ¿Qué quiéres? Lárgate
Keiko- Jajaja ¿padre? Esa no es manera de tratar a tu única hija
Padre de Keiko- Hija y un carajo ¡Lárgate!- dijo aún más molesto, mientras tanto yo estaba disfrutando de todo.
Keiko- Ay padre ¿por qué te molestas? Solo quiero hacer arte contigo.
Padre de Keiko- ¡Qué no entiendes que te larges!

Saqué el cuchillo y lo puse en sus labios de modo que el guardara silencio. Estaba jugando con él.. era verdaderamente satisfactorio.

-Shhh...- dije sonriendo- no hagas esto dificil... ahora todo estará bien.

Deslizé la punta del cuchillo desde sus boca hasta su garganta haciendo pequeñas punzadas sobre su piel pero sin llegar a cortarla.
Mi padre intentó levantarse haciendo que el cuchillo rozara la palma de mi mano provocando que el filo de este la cortara. Debido a eso me enfadé tanto que sin más clavé el cuchillo en su pecho; él me miró atónito, el dolor se notaba en su mirada.

Keiko- ¿Por qué me provocaste? No debiste hacer eso.
Padre de Keiko- ¿Estás loca?- dijo casi en un susurro
Keiko- ¿Loca? Jajaja no padre... creo que solo soy una ¿psicópata?- dicho esto enterré más el cuchillo en su cuerpo.

La satisfacción y el placer eran tantos que comencé a deslizar el cuchillo por su cuerpo cortándolo a manera de zigzag.

-Me hubieras matado aquella vez en mi habitación ¿eh padre?... ahora yo te estoy matando a ti justo como maté a mi madre...  soy una "asesina de nacimiento"- dije entre risas.

Mi padre escupía sangre por la boca mientras sus heridas lo desangraban poco a poco. Dejé el cuchillo clavado a la altura de su estómago mientras limpiaba la herida de la palma de mi mano y justo en ese momento una maravillosa idea se hizo presente en mi cabeza.

Volví hacia donde estaba mi moribundo padre y arranqué el cuchillo ensangrentado de sus entrañas, lo limpié un poco y miré a mi padre durante el poco tiempo que le quedaba de vida.

-Oh vamos, no me mires así... tú me orillaste a esto, ahora, paga las consecuencias.

Dí media vuelta dispuesta a salir del cuarto sin embargo antes de hacerlo me detuve y giré para verlo por última vez.

-Ah, por cierto, muchas gracias por esta bella marca- dije mirando mi muñeca- será mi nueva forma de contar mis obras de arte.

Su mirada mostraba dolor y miedo, fue lo último que mostró... estiró su mano hacia mi, respiró por última vez soltando un corto suspiro y cerró los ojos para siempre.
Salí de la habitación cerrando la puerta ligeramente y caminé por el pasillo hacia la habitación del fondo. Era el turno de Kurosaki.