CAP 7 TE PERDONO

3.1K 282 72
                                    

MARATÓN 2/3

-Solo dale una oportunidad Nat. Es el Capitán América no creo que nada de lo sucedido lo haya hecho con el afán de herirte.

-Es un idiota bien hecho.

-Bueno... Ese idiota te ama y regresó por ti. ¿Me vas a negar que no te gustó dormir en sus brazos? -Preguntó con una sonrisa socarrona, haciendo que Nat se sonrojara.

-Oyee, prometiste no entrar a mi mente.

-No lo hice, supuse que eso sucedió. -Dijo riendo.

-En fin... ya nada importa, fue lindo, pero...

-¿Pero qué? -Preguntó Wanda irritada.

-Yo... Le dije que me dejara tranquila y se largara, lo herí. -Confesó la rusa.

-Ok... eso sí que complica las cosas. Solo habla con él y arréglalo, Nat.

-Claro, ni siquiera se dónde está ¿y tú? -Preguntó mirándola con preocupación.

-Lo siento Nat. Ya debe venir en camino, tranquila, se solucionará. -Finalizó la Sokoviana para luego soltar un largo suspiro.

-Bueno iré a descansar un poco, gracias por el sándwich. -Le dijo Nat para luego retirarse.

-Nat espera ¿Entre tu y ese tal Sebastián hay algo, hubo algo? -Preguntó curiosa.

-Creo que eso lo sabrás en otra cena. -Dijo riendo dejando a la Sokoviana con la duda.

-Nat... No me dejes así. -Finalizó para luego ver como la rusa la ignoraba y salía de ahí dejándola con la palabra en la boca.

-Que testaruda. -Murmuró Wanda para si misma y disponerse a limpiar todo el tiradero de la cocina.

Domingo por la noche 11:45 pm.

Rogers había corrido hasta central park, necesitaba sacar todo lo que traía atorado en el pecho. Ni siquiera notó cuando cayó la noche sobre él, por más que corriera nada lo hacía sentir mejor, una pesadez se había concentrado en su pecho hasta doler.

Totalmente desesperado Rogers comenzó a golpear el troncó de un viejo árbol, descargando toda su ira, tristeza y culpa en el. Steve sintió como sus lágrimas amargas escurrían por sus mejillas al igual que la sangre que comenzaba a descender de sus nudillos hasta su brazo, pero ese dolor no se comparaba con la punzada que estrujaba sus entrañas.

-Maldita sea... Rogers. Te convertiste en el típico hombre moderno, eres un patán, un cobarde, un completo imbécil. -Se gritó a sí mismo, mientras se descargaba sobre el pobre roble.

De repente un crujido se escuchó en el eterno silencio de la anoche, el árbol comenzó a doblegarse, al igual que Steve, quebrándose desde el corazón para venirse contra él y caer escrupulosamente hasta aplastarlo con una de sus ramas. Rogers estaba muy cansado como para hacer algo para evitarlo. Simplemente se dejó aplastar.

No supo cuánto tiempo pasó, pero el parque se veía desolado, nadie se había percatado de aquello. Un poco adolorido, comenzó a moverse bajo el gran árbol para salir de ahí, sintiendo como un hilo de sangre escurría de su frente y sus labios, nada porque preocuparse. Con la poca fuerza que le quedaba tomó su camino de regreso al complejo, esta vez a paso lento, tomaría sus cosas, recuperaría su escudo e iría de vuelta a su apartamento, en lo que decidía a donde ir. Las cosas iban bien sin él, pero si sus compañeros llegasen a necesitarlo él estaría ahí para luchar con ellos.

Era una promesa...

-Maldita sea, 12:52 pm y Steve no ha regresado. -Murmuró la rusa, saliendo descalza de su habitación para dirigirse a la de Steve. Usando su clásica pijamada que consistía en unos shorts cortos de color gris de algodón y una blusa de tirantes blanca.

ROGERS' LIST Vol 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora