Sábado, 9 de marzo de 2019.
Córdoba Capital, Argentina.
Iván Marcone
en líneaY cuándo volvés? 00:41
Mañana a la mañana 00:41
El vuelo sale a las 10 así que supongo que 12 y algo estaré por ahí 00:41Buenísimo 00:42
Querés q te vaya a buscar? 00:42Nono, está bien. Me voy con una amiga 00:42
Gracias igual 00:42Dejé el teléfono arriba de la mesa a la vez que me sentaba, junto con mis compañeras, para cenar. Hacía tan sólo tres horas que le habíamos ganado a Universitario de Córdoba por la liga, por eso estábamos a punto de comer casi a la una de la mañana.
A mi lado, se sentó Sabrina Torino. Y frente a mí, Agostina Beltramino. La mayoría de nosotras tenía el cabello húmedo, algunas hasta bajaron a cenar con una toalla atada a la cabeza o despeinadas, pero sin embargo algo nos caracterizaba: todas poseíamos la misma cara de cansadas y es que la seguidilla de partidos, en cierta parte, era abrumadora.
—El sueño que tengo, más les vale no despertarme antes de las ocho mañana. —mencionó Sabrina a mi lado y se acostó en mi brazo derecho.
—Salimos siete y media de acá, Sabri. —acotó Gonzalo, el asistente del técnico, y ella bufó.
—¿No podemos salir un poquito más tarde?
—La que no se levanta a la siete mañana, la dejamos acá. —bromea él.
—Bueno, unas vacaciones en Córdoba no vienen nada mal... —habló Agostina y todos nos reímos.
La pantalla de mi celular se encendió debido a una notificación, que supe al instante que era porque me había llegado un mensaje. Lo desbloqueé y no tardé mucho en contestar el mensaje que me había enviado Florencia.
—Buen visto se mandó el señor Marcone—observó Sabrina y no pude evitar reírme por lo chusma que eso había sonado.
—¿Qué miras, boba? —le dije en un tono gracioso y se levantó de mi brazo acomodándose el piercing de la nariz.
—Nada, vi su foto nomás. ¿Qué onda, ya te extraña?
Noté que una sensación, parecida a la vergüenza, subía por mi cuerpo. No me gustaba hablar tanto de estas cosas, más cuando quien estaba involucrado era una figura pública que todos conocíamos. Por suerte no todas mis compañeras estaban al tanto, sino sólo las más cercanas. Esto no quería decir que Sabrina no era cercana: todo lo contrario, era una muy buena amiga pero el problema era mío.
—Nah, no creo. Sólo me preguntó cuándo volvía y si quería que me vaya a buscar. —mencioné, sin darle mucha importancia.
Los mozos del hotel se habían aproximado con los platos y habían puesto unos frente a nosotras. Le agradecí al chico, quien se quedó mirándome con una sonrisa pequeña.
—Candela no sólo arrasa en la cancha sino que también en el ámbito amoroso, es tremendo. —comentó Agostina mirando al mozo, quien ahora estaba en la otra punta pero seguía desviando la mirada hacia nuestra zona.

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12:51 | Iván Marcone.
Fanfiction12:51 fue la hora en la que mi voz buscó las palabras para hablarte.