Domingo, 20 de enero de 2019.
Mar del Plata, Buenos Aires.
Iván
El viaje a Mar del Plata duró casi cinco horas. Por suerte, viajé con Jorman con quien también me tocaba compartir habitación. Sin embargo, no me molestaba en absoluto: era bastante callado y a menos que le dieras charla no acotaba, aunque fuera necesario. Mejor así, las personas que hablaban demasiado me saturaban.
Llegamos a eso del mediodía a la ciudad costera y ambos tuvimos una hora para ordenar, prepararnos e incorporarnos al entrenamiento con el plantel completo.
Estaba ansioso. Quería jugar y sorprender, correr y demostrar lo que valía. Había hablado poco con Gustavo, el nuevo director técnico, al respecto, pero para él tanto mi nuevo compañero como yo estábamos adentro del once titular, por lo menos hoy.
Tampoco veía la hora de conocer al grupo. Darío, uno de mis mejores amigos, me había dicho mil veces que era un grupo muy bueno en general debido a las altas que habían tenido y él, en parte, era una de las razones por las cuales había llegado al club de la ribera. Hacía años que venía pidiéndome que jugara con él en un mismo club, otra vez, así que esta oportunidad había sido imposible rechazarla.
Saludamos en general a grupo en cuanto los vimos entrenar. Gustavo no planteó ningún tipo de metas u objetivos para este año, aunque supuse que no era el momento ya que estos partidos sólo eran amistosos. Pero sí nos dio la bienvenida al plantel y rápidamente comenzamos a hablar del partido de esta noche, donde además ya había presentado los once jugadores. Ni siquiera nos había visto jugar, pero Jorman y yo ya estábamos adentro.
Pasaron algunas horas entrenando hasta que decidimos volver al hotel para luego partir hacia el Minella, el estadio de Aldosivi. Antes de salir del predio donde estábamos entrenando, el Pipa y yo nos fundimos en un abrazo. Habíamos pasado tantas cosas juntos que era casi imposible no querer a este tipo después de tanto tiempo.
—Viniste, atorrante. —habló mi amigo a la vez que nos separábamos y me miraba con una sonrisa—. Yo sabía que ibas a aceptar.
—Bueno, bueno. Tampoco te atribuyas todo el pase. —le contesté y se rió a carcajadas—. Si vine no es solamente por vos, que conste.
—Entonces fue por alguien. —dijo y me reí al instante.
Él sabía que eso era imposible. Nunca me moví por alguien a menos que ese alguien pertenezca a mi familia o a mi círculo íntimo.
—Mirá si voy a venir por alguien... Ni ahí.
—Ya sé, amigo. Vos sí que no cambiás más.
Caminamos hacia los vestuarios y fuimos todo el viaje hablando y poniéndonos al día. Él me contaba sobre su familia, me invitó mil veces a que pase a ver cómo estaban sus hijos ya que hacía mucho que no los veía, sobre el equipo e incluso hablamos sobre viejos tiempos en Arsenal.
—¿En México no conociste a nadie? —me preguntó una vez que se había formado un silencio amigable.
Pero la verdad era que no. Tampoco es como si la cantidad de veces que salí a tomar algo con amigos o conocidos, hubiese tenido ese propósito. De hecho, mi único objetivo había sido ser un buen jugador para el club y, quizá, un buen referente, no más que eso.
—No.
—Pero me imagino que habrás estado con chicas y...
—Sí, estuve. Tampoco para ponerse de novio.
—O sea que ninguna mexicana te conquistó el corazón. —me rio a la vez que le cebo otro mate y se lo paso.
—No, nadie.
—¿Y una argentina?
Mi mente me remonta a la publicación de ayer y al Instagram de Candela, la chica con la que solo crucé un par de miradas en el complejo. No podía negar que era linda, pero definitivamente no era mi tipo ya que, además, parecía mucho más chica que yo.
Miré al Pipa y solamente me dediqué a cebar. Él sabía.
—Mirá esa media sonrisa... largalo ya.
Busqué la foto de Candela antes de poder contestarle algo. No la había seguido, ni siquiera había visto sus historias porque probablemente quedaba como un psicópata.
Le tendí el teléfono a mi amigo y, a la vez que tomaba del mate, miraba el celular con ojos entrecerrados.
—A esta piba yo la conozco... En algún lugar la vi.
—Sí... porque juega al vóley en Boca. —me devolvió el teléfono y levantó sus cejas hacia mi dirección.
—Miralo a Ivancito eh. Te hiciste toda una investigación y todo.
—Hace dos días que me la vengo cruzando y sólo me sonríe, ¿qué querés que haga?
—Que le hables, genio. —suspiré y agregó: —¿No le hablaste por Instagram?
—No da hablarle por Instagram... eso lo hacen los pendejos nomás.
—Ah, ¿y vos no lo sos? —jodió y cebé otro mate—. Bueno, no le hablés por Instagram, acercate y hablale.
Jamás había estado en una relación formal. Si bien había estado con mujeres, lo mío no era el noviazgo y todo lo que aquello conllevaba, y mi entorno parecía aceptarlo. Así que en cuanto dijo eso, dudé. Y eso se mostró en mi expresión.
—Hagamos una cosa. —le hice un gesto para que siga hablando, que yo lo escuchaba y agregó: —Si ganamos hoy, le hablás.
—¿Por qué justo hoy?
—Porque lo digo yo, salame. Dale, ¿te animás?
—Obvio.
[...]
Saludé a los jugadores de Aldosivi luego de escuchar el pitazo final para dar por terminado el partido. Algunos de mis nuevos compañeros se acercaron a saludarme y a felicitarme por el buen partido. Por suerte y aunque probablemente faltara gente, me había tocado un lindo grupo.
Sin embargo, en el vestuario no se dejó de recordar que era un amistoso. Que había estado bien ganar, pero que en realidad fue un partido sólo para probar y rotar al equipo, para probar nuevas variantes y tal. Aun así, Gustavo me felicitó por haberme lucido en el mediocampo.
No fue hasta que Darío se me acercó, una vez que estábamos ya a solas, y me volvió a abrazar.
—Ganamos. Te toca cumplir parte del trato.
—No me hagás acordar...
—Te hice un favor, perejil. —me golpeó suavamente la mejilla y se fue riéndose.
Más tarde en la noche, publiqué una historia de una foto en pleno partido la cual recibió un montón de respuestas por parte de conocidos o amigos, también felicitándome por el debut con la camiseta xeneize. Aunque cuando vi las notificaciones, que siempre estaban llenas, una sola llamó mi atención.
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Sólo es para decir: te amo, Darío Ismael.

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12:51 | Iván Marcone.
Fanfic12:51 fue la hora en la que mi voz buscó las palabras para hablarte.