18.

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Iván

Llegué al departamento de Candela casi media hora antes de lo pactado. El portero me dejó pasar sin muchas complicaciones, ya que al parecer le habían avisado, y fue Florencia -la cual, suponía yo, ya se encontraba en su pijama- quien me abrió la puerta.

—Hola.

—Hola Iván, ¿cómo estás? Pasá—me mostró una sonrisa que le devolví, se hizo a un lado y pasé hacia el departamento de las hermanas.

El departamento era acogedor. El living constaba de una mesa con algunas sillas y una televisión, que hoy solamente se dedicaba a reproducir alguna playlist de pop. La cocina era abierta, integrada al comedor, y había una abertura solamente porque del otro lado se encontraba la mesada. No era un espacio muy amplio, pero supongo que para ellas dos estaba bien y sobraba.

Estaba algo más desordenado de lo habitual, además de que encima de la mesa se encontraban un montón de apuntes y libros. Llegué a leer que el título de uno de los libros era algo sobre contaduría, así que supuse que se trataba de Florencia.

—¿Querés algo de tomar... o comer? —preguntó mientras apoyaba el mentón en su palma. Lucía cansada.

—No no, estoy bien, gracias.

El silencio entre nosotros era bastante incómodo. Si bien la otra vez habíamos intercambiado alguna que otra palabra, por el mero hecho de que recién nos conocíamos, esta vez resultó ser completamente diferente. No era alguien de hablar demasiado, menos con gente que recién conocía, pero este silencio era horrendo y supongo que a ella le pasaba lo mismo.

Justo cuando mi cabeza estaba tratando de buscar algún tema de conversación, la voz de Candela inundó la sala.

—Flora, ¿dónde dejaste los zapatos...? —llegó hacia donde nos encontrábamos ambos y su hermana volteó al verla, yo me quedé embobado.

Estaba vestida completamente de negro. Tenía un pantalón engomado que le llegaba hasta un poco antes de los tobillos, una remera de red en donde se le transparentaba el corpiño de encaje negro y... crocs.

—Qué lindo look. Me encanta el detalle de las crocs —argumenté divertido y ella se mordió los labios.

—Pensé que llegabas más tarde...

—Sí, yo también. Pero tardé menos de lo que esperaba.

Creo que notó la poca charla que había entre su hermana y yo, así que me ofreció pasar hacia su habitación con el argumento de ayudarla a elegir no sé qué, por lo que no dudé en aceptar aquella propuesta.

Su habitación era un reflejo de lo que era Candela, o al menos de lo que yo conocía. Había una biblioteca con cuatro estantes, todos plagados de libros. También había algunas plantas pequeñas, fotos y recuerdos. A su lado, había un escritorio donde todo se encontraba milimétricamente ordenado. Sus paredes estaban pintadas de color coral y en la pared donde se encontraba la cama, había muchas fotos en distintas etapas de su vida, además de muchas frases. Me quedé con una de ellas, que estaba puesta en un costado, y que sin dudas era bastante aplicable a Candela.

—¿Te gusta? No es muy grande, pero...

—Me gusta, es muy vos —la interrumpí y me sonrió para luego darse media vuelta y volver al baño—. ¿Te falta mucho?

—No. Me pongo rímmel, la máscara de pestañas y estoy.

—No tengo ni idea de qué son esas cosas —confesé y se acercó lo suficiente como para envolver sus brazos alrededor de mi cuello y dejó un rápido beso en mis labios.

12:51 | Iván Marcone.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora