Epílogo : El tiempo hará su trabajo

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Nos resta confiar

Una brisa invadió la habitación

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Una brisa invadió la habitación. Igal la percibió como una caricia para el alma. Aneida lo miraba con ternura y la Pombagira supo que estaba llegando el momento de retirarse.

—Los que aman, como amamos, estamos destinados al reencuentro. Aun cuando uno de los dos haya partido antes. Luego que entendí las consecuencias de mis actos, pude ver la luz del túnel de la que tanto hablan —dijo, buscando con la mirada a Igal, tras soltar una bocanada de humo al aire.

Los tambores comenzaron un toque diferente. La cadencia en el ritmo presagiaba el final y la dama, buscando a los únicos interlocutores que tuvo esa noche, volvió a hablar:

—Me resta decirles que, por más difícil que haya sido la vida de ambos hasta ahora y, —señalando a Igal— aunque creíste que no soportarías la pena que provocó su partida, y le hayas pedido a los ángeles que te llevaran con él, la solución no es morir. No antes de tiempo... Se nace y se muere muchas veces, incluso en esta vida y en ambos lados se aprende, como si se estuviese en una escuela, lección tras lección, hasta aprobar y crecer —Los jóvenes concordaron en silencio y mientras el tambor aumentaba gradualmente el frenesí de los repiques, la Señora aún tenía unas palabras para compartir con ellos—. Vivan intensamente cada segundo como si fuera el último. No se sabe cuando les tocará partir, pero quienes los aguarden en el espacio que algunos llaman Cielo, están haciendo más fuerza de la que imaginan para que cuando llegue la hora, sea tan mágica como la primera vez.

—¿Él está a su lado? —Quiso saber.

—No. Ahora está al lado tuyo, y en esa brisa fresca que sentiste su alma trató de darte el último beso que le reclamas. Está en tu corazón y en tu memoria, en los poemas que escribes por las noches y vivirá a tu lado, como siempre. Créeme, si no fuera posible el reencuentro, el sufrimiento no tendría sentido. El dolor es proporcional al amor, y viceversa.

Aneida lo abrazó y besó su frente, y por esas cosas mágicas de la madrugada, Igal sintió el aroma del perfume de Nacho.

—¿Volveré a verla? —La última pregunta sonó entrecortada.

—Aquí estaré como cada noche de sexta-feira... Vuelve cuando desees y trae contigo a tu nueva familia. Será hermoso conocerlos —dijo, mientras puso en sus manos una rosa—. Tómala, ya sabrás qué hacer.

—Muchas gracias por su visita —susurró Aneida.

Las voces de los cantores comenzaron a sonar en la naciente mañana. El sol aún no salía, pero el arrebol lo presagiaba y cuando el tintineo de adjás y cencerros fue cobrando fuerza, la dama paró el batuque oficializando su despedida y les habló a todos:

Senhoras e Senhores, chegou a hora de dizer adeus. Eu sou a Pombagira Rainha das Sete Encruzilhadas, Maria da Glória para meus amigos... Quando precisar de mim, um cigarro aceso ao lado de qualquer encruzilhada é o suficiente, que aqui, ou em qualquer outro mundo habitado, eu estarei para responder.

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⏰ Última actualización: Feb 18, 2020 ⏰

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Intentando vivir con tu recuerdo - Secuela #HomoAmantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora