Undécimo capítulo : Cuando de verdad te duele el alma

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Y  la receta para que cese el dolor es un misterio

La hora grande estaba haciendo de las suyas en el planeta

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La hora grande estaba haciendo de las suyas en el planeta. Esa avanzada noche aceleraba y desaceleraba los relojes según misteriosas conveniencias. Nadie alcanzaba a explicar racionalmente qué estaba sucediendo con el tiempo, que no parecía regirse por los códigos estrictamente convencionales. Lo estaban padeciendo algunos y disfrutando otros; pero lo cierto es que, al parecer, ciertos hilos insondables hacían girar la rueda de la vida del grupo de amigos que se hallaba disperso en remotas latitudes.

Fher y Adela, después de varios, meses estaban reunidos. Al parecer, para que el milagro aconteciera, el que tuvo que pasar un mal momento fue Nachito. Afortunadamente el bebé se estaba recuperando en el nosocomio, pero la desazón que les invadió a los cuidadores generó otro momento en aquella secuencia de escenas revividas, aunque les pareciera de olvidada proximidad desde hacía algún tiempo. También Ludo estaba, por fin, ebria de dicha. Pero la algarabía le había costado varias fracciones de tiempo —un tiempo irregular, claro está— infeliz a Darío. E incluso a ella misma por momentos.

Como si el sufrimiento fuera la moneda de la paga del precio que había que alcanzar para vivir un instante de armonía. ¿Siempre es así, en todas las circunstancias? ¿Se ha pagado en cómodas cuotas de desventura el espacio intangible de regocijo posterior? Al parecer, una ley metafísica estaba obrando pese al desconocimiento generalizado del grupo. Al parecer, hay ciertas cosas que suceden, y sucederán, irremediablemente, sin que podamos presagiarlo o peor, evitarlo. Y dentro de esa cuantía de cosas quizás estaba el destino de Nacho. Igal no lo sabía, pero estaba a punto de tener sorprendentes revelaciones.

En el centro espiritista de São Borja nadie escapaba a los influjos de la hora grande. Pero que nadie se engañe pensando que allí se generaba esa energía. Para nada. Es una energía cósmica. Disponible desde siempre y para siempre, y está al alcance de todos. Lo que sucedía en ese terreiro es que allí se encontraba una diosa capaz de explicar el funcionamiento de tan perfecto mecanismo de relojería sideral. La Señora, pacientemente, había comenzado dando cátedras de teología, pero ahora, sutilmente, la conversación se había desplazado hacia un territorio más intimista que el anterior. Con disimulo, los nuevos amigos —el terapeuta y la morena— no dejaban de manifestarse embelesados ante tamaña inteligencia y sabiduría que emanaba de las palabras de la Rainha. Pero el tambor anunció:

Quando o galo canta e a criança chora,

agora Exú, Exú já vai embora...

Igal miró a Aneida, ansioso y angustiado. ¡No podía tener tanta mala suerte! ¿Justo ahora que estaba disfrutando un momento tan apacible de su vida se iban a retirar las entidades? Ni siquiera había alcanzado a expresar los motivos de su viaje. ¿Había recorrido una enorme distancia para nada? Estaba a punto de explotar de los nervios cuando fue advertido por la muchacha, quien le dio un suave tirón en la manga de su camisa para obtener su atención completa. Entonces dijo:

Intentando vivir con tu recuerdo - Secuela #HomoAmantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora