Esperanzas

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Con dificultad y sin desearlo me fui apartando de sus labios, él sintió que era una despedida. Una última entrega de besos desesperados y urgidos, pero con fecha de caducidad.

Él intentó detenerme de la cintura y yo me escabullí de sus brazos.

-No- casi le grito con voz exigida pero en tono bajo para no despertar a la bebé.

-No seas cabezota... Miranda yo te amo a ti. Ése pequeño no será feliz si mi corazón estará destrozado sin ti-me súplica.

-No sigas...

-Escúchame

-¡Basta ya Runako!

-Eres tan exasperante, testaruda, terca y odiosa. Lo fulmino con la mirada y él guarda silencio.

Salgo de la habitación de la nena y me dirijo a la sala de espera, él se quedó en la silla de la habitación, sospecho que reflexionando.

Sin tener noción del tiempo abrí mis ojos me había quedado dormida sentada y vi a unas enfermeras llegando, al parecer habían cambiado de turno. En la sala no hay ventana para ver la superficie, sólo la luz blanca que de día y de noche da su luz. Veo mi móvil para comprobar la hora 7:10 am. Me levanto y camino hacia la habitación de mi bebé, abro la puerta y la claridad entra por la ventana, los rayos del sol brillante golpean los cabellos oscuros de Runako quien está enroscado en la silla, que escasamente le da comodidad.

Mi pequeña duerme, su respirar es normal, su color rosado me da esperanzas certeras de una recuperación segura.

Pasada una hora sigo de pie mirando a mi niña, Runako se remueve y se queja de la silla

Me imagino que se levantará como un renacuajo adolorido caminando con dificultad en cuatro patas.

Me río de mis pensamientos, Runako abre los ojos y clava su oscura mirada en mi, siento como ese simple gesto mueve hasta lo más recóndito de mi ser, mi cuerpo traicionero como un Imán desea su proximidad.

Siento náuseas y con disimulo camino hacia el servicio sanitario. Cuando termino de botar lo que mi estómago no tiene me siento mareada y con más náuseas.

¿Mierda, porqué él hace que mi cuerpo reaccione de tal manera?

Cuando salgo del servicio él está en la puerta de salida.

-Iré a casa a bañarme y cambiarme. ¿ Deseas algo?

-No gracias. Yo iré a mi casa más tarde.-Me mira enojado y se va cerrando la puerta.

Pasado media hora llega la enfermera con otra paquete de esa bolsa transparente y otra de sangre. Las cambia en silencio, es un poco antipática.

Marylú abre sus ojos verdes, se encandila por la claridad del sol, se trata de sentar, le ayudo.

-Hola... mamita, bueo días- sonríe y bosteza.

-Hola mi cielo...¿Cómo te sientes?

-Bien...-busca algo en la habitación-¿y mi papito?-pregunta angustiada.

Me preocupo por la cercanía de ella con Runako, ahora él no vivirá con nosotras y ella está tan apegada a él que sufrirá.

-Ahora viene mi vida, anda en casa bañándose

-¿Tiene ufa ufa?-interroga con asombro y con los ojos bien abiertos.

-Si mi vida-yo río con ánimo-estaba fatal-hago un gesto con mi mano agitándola en mi nariz en señal de que algo no huele bien, ella ríe divertida.

-Soñé co una plincesa que jugaba comigo-dice soñadora

-¿Así?... qué lindo sueño mi cielo.

MarylúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora