Una nueva oportunidad

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Mis ojos descansaron, pero mi mente no.

Recreo escenas vividas con mi niña,  su sonrisa,  su voz,  su llanto y sus gritos de dolor  estando en el hospital, se quedarán impregnados en mis recuerdos por mucho,  mucho tiempo.

Siento náuseas y corro hacia el servicio,  este síntoma me recuerda que una pequeña vida se gesta en mi vientre. Vuelco lo que no tengo en el estómago, me veo al espejo y mis lágrimas solas caen como un mar violento.

Me lavo el rostro y cuándo me dispongo a salir tocan a la puerta.

-Miranda... nena. ¿Estás bien?-Es ¿Runako? ¿A esta hora? ¿Qué hace aquí?

-¿Que haces aquí?-le reclamo con dureza

-Aquí dormí... -abro la puerta enojada.

¿Por qué está aquí?  Yo no lo necesito,  que se vaya con su familia, él ya tiene familia... yo no tengo nada.

-Estoy bien ya puedes irte.

-¿Estas vomitando... estás bien?-dice con voz angustiada- ven, sal... necesitas comer algo desde ayer no has comido.

-¡Te he dicho que te largues, Runako!-le grito- No quiero verte, quiero estar sola, quiero quedarme sola, quiero dormir... le digo mientras camino a la habitación de Marylú.

-Hija... te traje algo de desayunar-mi mamá trae una bandeja con comida, la miro y mi mirada lo dice todo. No quiero comer.

-Por favor-les suplico-por favor,  me pueden dejar sola. Runako, ya no tienes nada que hacer aquí.  Ya no hay nada que te ate a ésta casa-le digo en un hilo de voz acostándome en el cuarto oscuro.

-Miranda, nena... entiende, yo te amo... te amo. No hay nada en otro lugar que yo necesite,  todo esta aquí en ésta casa, y mi todo eres tu nena-me acaricia un mechón  rebelde que resbala por mi cara. Su voz es suave, sincera.

-No quiero que ese niño crezca sin ti...-sollozo- ese niño te necesita.

-Mi vida... si yo soy el padre de ese niño,  yo velarè por él,  pero no voy a ser un hombre atado a una mujer que no quiero. Yo te amo a ti y quiero... -duda un poco-quiero hijos contigo.

-Runako, mo me hables de hijos, con este horrible dolor que siento que es como una espada atravesando mi corazón.

-Llo ssiento nenaa... es que estoy desesperado.

-Vete... por favor. Necesito estar sola.

-Te daré de comer y luego me iré si así lo quieres... pero debes comer.

-Yo no quiero nada... anda vete... eres un renacuajo imposible,  vete, arrastrate hacia la calle.

-Runako, ten,  dale este cereal-dice mi madre- la muy vil traidora le da la bandeja al renacuajo y se va.

Me pide que me siente, con tal de no verlo aquí,   le obedezco y como cuchara a cuchara el alimento que el pone en mi boca. Sus ojos verdes me hacen daño,  en ellos veo los ojos de Marylú y su tierna mirada me reclama que estoy siendo egoísta,  orgullosa y estúpida al alejarlo de mi lado

Él terminó su afán y me dio un beso cálido en la frente.

-Vendré pronto- Se levanta y se gira para salir y antes de salir le digo:

- Runako... no vuelvas.- él no me mira, se queda de espalda, baja la cabeza y se va. Y sé muy bien que no volverá. Se va... se va... y no se me ocurre ni una sola palabra para detenerlo. Soy una masoquista, pero lo que si sé es que quiero estar sola.

Pasa el día tan lento que me desespera.  Al cabo de una hora tomo la portátil y comienzo a escribir,  plasmando todo mi dolor, mi rabia y mis temores en ese manuscrito.

MarylúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora