La cena

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Marylú está comiendo su colado de verduras que le hice. Está hermosa, sus ojos son tan expresivos y llamativos. Hoy iremos al Mall a dar un paseo, éste día será nuestro, luego de vestirnos salimos, ella en el cochecito y yo caminando con mi cabello suelto y zapatillas bajas respiro el aire fresco, me encanta mi barrio es tan tranquilo,  tiene área verde y los vecinos son todos agradables. Nuevamente las vecinas piropean a la bebé y ella coquetamente les sonríe y balbucea algo entre risitas.

- Buenos tardes Zulay... Fanny  ¿qué tal están?-les pregunto

- Holaa-contesta Zulay

- Muy bien y ustedes chicas ¿a dónde van tan guapas?-pregunta Fanny

- A dar una vuelta al Mall, está princesa necesita un paseo y vamos a aprovechar el sol tan bello de esta tarde para salir.

- Me parece muy bien- comenta Zulay

- Espero les vaya de maravilla chicas- dice sonriendo.- Fanny es una chica maravillosa, es enfermera y es mi vecina de más confianza, es mi amiga.

- Muchas gracias chicas, más tarde nos vemos- seguimos caminando. El Mall está a unos 300 metros de la casa.

Mientras caminaba pensaba en Karina ¿por qué nunca me habló del renacuajo, siempre fuimos amigas, siempre salíamos juntas, cuándo y dónde pasó? Cuando nos contó de su embarazo ya sabíamos de su enfermedad, incluso el doctor le sugirió interrumpir el embarazo a lo cual ella se negó rotundamente, nos reunió a mamá y a mí en su cuarto un día que estaba con muchas náuseas, vómitos y mareos, nosotras estábamos preocupadas, pues la veíamos muy mal y nos dio la sorpresa que esos malestares se debían a que estaba esperando un bebé.

Ni mi mamá ni yo le recriminamos nada,  sólo le regalamos una hermosa sonrisa y la abrazamos, aunque no estábamos de acuerdo con esa locura ya sabíamos que su despedida estaba cerca, hablamos con su doctor, dijo que lo más seguro era que el feto no resistiría y quizá lo perdería, pero nada pasó como lo esperábamos, a los pocos meses Karina tenía una luz especial , a pesar de muchas veces sentir dolor siempre dibujaba una sonrisa en sus labios, decía que llorar y sufrir le hacía mal al bebé, cuando el doctor le dijo que era una niña, anunció que su bebé se llamaría Marylú.

Su embarazo estuvo con altos y bajos y yo la admiraba por su fuerza de voluntad, mamá y yo nunca la dejamos de apoyar y me hizo jurar que yo cuidaría de su hija, que sería su madrina, su guía, su aliento, su paz, su amiga y sin saber cómo me grabé en cada poro de mi ser que Marylú sería mi responsabilidad.

Llegamos al Mall nos comimos un helado de chicle, es el favorito de Mary, ella comía y balbuceaba palabras y eso me hacía gracia, yo sabía que ese sabor le encantaba. Mirábamos un desfile de moda de ropa infantil, ropa preciosa, pero tendría que vender uno de mis riñones para poder comprar algo así y  ponérselo a Mary.... además falta toda una vida y yo solo tengo dos riñones.

Escuché mi nombre a lo lejos, volví la mirada, ahí estaba renacuajo, me restregué los ojos como una niña y no era un espejismo ¿qué hacía él aquí? ¿Cómo se enteró de dónde estábamos? se acerca algo serio ¿y ahora que le pasa?

-¿Porqué no están en casa?- dice molesto

-¿Desde cuándo yo tengo que pedir permiso para salir?- dije furiosa. ¿Qué le ocurre? ¿Quién es él para querer manejar mi vida?

-Desde el día que entré a tu vida- dice prepotentemente y tomando a la niña en sus brazos, feliz se va.

- Eres un retrogrado, pedante e insoportable, el que seas papá de Marylú no te da derechos sobre mí ni de mis movimientos, yo he estado con ella desde siempre y no tengo porque justificar nada de mi vida  a nadie. -Soné muy furiosa

MarylúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora