Quielo ime a casa

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Runako me tomó de los hombros y me levantó. Tomó mi mano tiernamente.

-Debemos regresar-dice con la voz entrecortada y áspera, se escuchaba como si había un atisbo de emociones crueles luchando en su garganta, miro nuestras manos entrelazadas e intento zafarme, pero él aprieta más fuerte sin mirarme y me hala hacia la salida. En silencio acortamos poco a poco el espacio entre la habitación de Marylú y nosotros, veo mujeres con miradas tristes al pasar y otra llorando.

Al doblar una esquina del pasillo vemos que al frente de la habitación de la nena en la sala de espera hay un grupo de personas reconozco a Isabella, un señor alto y elegante toma su mano, sospecho que es el señor Routs, Rinekta, Melinda, Fanny, mi mamá y.... Fernanda.

Mi corazón se hace añicos y recuerdo lo que por un instante había olvidado, Runako está con ella y va a ser padre. De un tirón halo mi mano y me suelto aturdida de su agarre, él me mira contrariado. Camino a unos pasos delante de él y voy a saludar. Noto como Fernanda me atraviesa con la mirada perversa y fría.

-Hola... -saludo en general tratando de contener mis lágrimas o evitando más bien un arrebato de celos.

-¿Qué han dicho hija?

-¿Cómo está Marylú?

-¿Por qué la ingresaron?

-¿Cuándo le darán de alta?

Una ráfaga de preguntas inundaron mis oídos y me abracé a mi madre.

-Tiene un problema de compatibilidad sanguínea. Esto debió haberse previsto desde el embarazo, pero lamentablemente no fue así. El médico está administrando medicamento y sangre. Nos dijo que era muy grave-dijo Runako a la distancia, vi como Fernanda a paso ligero se acercó a él y lo abrazó, él se soltó de su agarré y ella apresuradamente le tomó la mano, aquello fue como una hiedra necesitada de atención.

-¿Entonces debemos donar sangre? -dice el señor elegante, lo miro con curiosidad y él me veía con compasión. Runako notó mi desconcierto.

-Miranda, él es mi padre-dijo

-Hija mucho gusto, lamento las circunstancias en que nos conocemos, me culpo por no haber llegado antes a conócelas.

-Mucho gusto y no hay nada que disculpar. Los tiempos son de Dios. -le digo tratando de ser amable y le tendí la mano, él tomó mi mano y me jaló en un abrazo caluroso y sincero.

-Amor tengo hambre y sabes que ahora debo alimentarme por dos-dijo Fernanda en tono cizañoso para llamar la atención.

-¡Que oportuna!-resopla Rinekta.

-Ve a la cafetería- espetó Runako-yo no voy a moverme de aquí-ella hizo mala cara y se fue.

-Ven hijo-dice Isabella, Runako se acerca y se funde en un fuerte abrazo con su madre, mientras Rinekta le acaricia la espalda con amor.

Habían pasado al menos dos horas y no sabíamos nada de la bebé, cuando de pronto sale Alcides de la habitación de Marylú con cara agotada. Todos nos alertamos. Yo me le acerco a él apresurada y llena de ansiedad.

-¿Cómo está mi bebé, Alcides? ¿Qué noticia hay?

-Buenas tardes. Tranquila Miranda, acabamos de suministrarle el tratamiento, debemos esperar la reacción...

-¿Cuánto tiempo es ése? - dice el señor Routs.

-Unas horas al menos...

-¿Cómo está ella? ¿La podemos ver?-pregunta Runako

-Ahorita está dormida, así estará por un buen rato. Si van a pasar que sea uno a la vez o de dos en dos para que sea rápido y por favor en silencio-todos asentimos.

MarylúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora