Capítulo 20

1.2K 44 5
                                    


Aitana

Las palabras no están siendo las protagonistas precisamente, de echo desde que Luis ha entrado no hemos cruzado una palabra. Tan solo he seguido dejándome llevar por las teclas negras y blancas a las que tanto cariño tengo pero cuando dejo de centrarme en el piano noto su mirada fija en mi y me pongo nerviosa. Giro mi cabeza para mirarle y me sonríe.

Necesito hablar con él, aunque si lo pienso detenidamente me siento bastante ridícula por estar preocupándome por semejante estupidez. Se suponía que yo iba a tener más tiempo para pensar en que decirle y ahora lo tengo ahí delante plantado y no tengo ni idea de cómo actuar con él.

Después de unos cuantos segundos en los que ninguno de los dos dice una palabra parece darse cuenta de que hay algo que no va del todo bien en mi.

-Oye, ¿te pasa algo? -pregunta.

-Es una tontería y vas a pensar que soy idiota -preparo el terreno- Es que... hoy me he encontrado a Irene -me mira extrañado- Me ha dicho unas cuantas cosas que me han sorprendido un poco.

-¿Y se puede saber que tonterías te ha dicho para que no puedas ni mirarme? -me dice con un poco de enfado, pero no conmigo, con ella.

Le cuento la conversación, y a cada frase que digo él se sorprende más y más.

-No entiendo por que ha hecho eso, ella no era así. Te prometo que nunca le fui infiel ni se me ocurrió serlo, yo no soy así -se justifica.

-Si es que no tienes que explicarte. No creo nada de lo que me dijo, es solo que me hizo pensar -hago una pausa- además yo no tengo que meterme en lo que pasara en vuestra relación.

-Pero yo quiero explicarme, no quiero que te lleves una imagen de mi que no es.

-Tranquilo -le sonrío- que mi imagen de ti está intacta.

Lo cierto es que aunque haya dudado, solo con confirmarme que es falso ha hecho que esa idea desaparezca de mi cabeza.

Con un piano delante y Luis al lado solo tengo ganas de escucharle y además se me ocurre que podría empezar a trabajar en su confianza respecto a la música, me encantaría ayudarle con eso.

-Oye, ¿nunca has pensado en subir algún vídeo a las redes? No sé tu guitarra y tú, a ver qué dice la gente -le digo en una sugerencias disfrazada de pregunta.

-No se si estoy preparado para enseñar tanto de mi en una red social -dice él.

-Pero así podrías darte a conocer un poco -insisto- Y hasta podría verlo alguien importante.

-No tengo casi seguidores, lo verían mis conocidos y ya, eso sirve de poco -a veces es tan cabezón que parece que me esté viendo a mi en el espejo.

-Tienes la cuenta abierta, a quien le aparezca tu cuenta lo ve, se enamora de tu voz y se lo pasa a sus amigos, y sus amigos a sus amigos... y así hasta que lo vea Pablo López y tachán... eres una estrella -le digo planteando la mejor de las situaciones, un poco irreal. Él empieza a reír y no entiendo el por qué.

-A ver, lo primero, creo que te estás flipando un poco y estás confiando demasiado en mi talento -vuelve a reírse- y lo segundo, ¿en que momento me has cotilleado el Instagram? -levanta las cejas. Pillada.

-A ver, lo primero -empiezo mi juego- deja de infravalorarte ya ¿me oyes? -asiente y me acerco a él- y lo segundo, cuando te vi el primer día yo tenía que saber quién era el chico de la guitarrita -le miro pícara- pero no te flipes que fue por la guitarra.

-¿Seguro que fue por la guitarra? -pregunta el acercándose un poco más con los dos sentados en la alfombra.

-También puede que un poco por esto -pongo la mano en su brazo ganando puntos en el juego mientras nuestras bocas casi pueden tocarse- pero eso fue el subconsciente, no yo.

NUNCA PUDE REEMPLAZARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora