Capítulo 37

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Aitana

Al finalizar el concierto y quedarme por fin sola con mis pensamientos en el camerino, me pongo a asimilar todo lo que acaba de pasar. Me he sentido sorprendentemente cómoda, aunque nada más salir al escenario he tenido por un momento el sentimiento de que todo aquello me venía muy grande, pero al ver a los míos con sus caras de orgullo y con toda la confianza depositada en mi he sacado las fuerzas para confiar en mí misma igual que ellos lo estaban haciendo.

El sonido de la puerta me saca de mis pensamientos.

-Pasa -doy permiso para saber de quién se trata.

Cuando veo a Luis al otro lado de la puerta me levanto de un salto y me engancho en su cuerpo como un monito. Él pasa dentro del camerino y cierra la puerta aún conmigo encima y es entonces cuando corresponde mi arrebato de amor dejando numerosos besos en mi cabeza.

-Ha sido increíble Aitana -dice una vez mis pies tocan el suelo- Estoy tan orgulloso de ti, te lo prometo.

Escuchar esas palabras de su boca hace que una lágrima no pueda evitar caer sobre mi mejilla. Él no tarda ni medio segundo en hacerla desaparecer.

-Pero no me llores -se ríe.

-Es que me emociona mucho que tú me digas eso.

-Si sabes que me derrito solo con verte -me dice- Solo me falta que tú también lo hagas.

-A veces me cuesta -confieso.

-Pues ahí estoy yo para ser tan pesado que te lo acabes creyendo -me dice rodeando mi cintura con sus brazos- porque vales muchísimo y has brillado más que nunca -dice antes de dejar un beso en mi flequillo que me saca una sonrisa.

-Te quiero, mucho -le digo, y por fin me lanzo a sus labios. No podía tener más ganas de volver a probarlos desde que ha entrado por la puerta.

El beso es lento, notándose las ganas que teníamos de estar por fin los dos solos después de la caótica semana que hemos vivido.

-Yo si que te quiero -dice dejando un beso en mi nariz después de separar nuestras lenguas- Por cierto, ¿esta noche que plan tienes?

-Pues... nada en especial. No me vendría mal un poco de compañía -le digo con una sonrisa pícara.

-Es que quiero hablar contigo de una cosa -me dice, y mi cara cambia- no es nada malo, tranquila.

-No me asustes jope. ¿No lo podemos hablar ahora? -pregunto impaciente.

El niega con la cabeza y un montón de incertidumbre se amontona en mi cabeza.

-Cuando estemos en la habitación tranquilos. No te comas la cabeza que no es nada malo, en serio. Si lo llego a saber no te digo nada -dice al ver mi cara de preocupación- Vamos fuera anda, que estará todo el mundo esperando para felicitarte.

Y después de otro beso por su parte para volver a intentar que deje de preocuparme salimos del camerino con mis cosas recogidas. No tardo en ver a todos mis amigos y a mis abuelos hablando entre ellos. Cuando notan mi presencia se lanzan todos a abrazarme.

-Lo has hecho increíble Aitana dios mío -me dice Amaia.

-Jo gracias Amaia, no sabes lo guay que es que tú me digas eso.

Y es cierto. Para mí Amaia es el ejemplo a seguir desde que la conocí. Es una crack del piano y su voz es una de las más bonitas que he escuchado en mi vida.

Todos vienen a felicitarme personalmente y yo no puedo parar de agradecer a todo el mundo sus palabras y su simple presencia. Después de todas las felicitaciones mis abuelos se acercan y cuando siento sus brazos rodearme vuelvo a sentirme la niña de poco más de un metro de alto a la que el yayo le daba chocolate a escondidas. Ellos son hogar, son Barcelona, la parte buena de Barcelona. Son los amores de mi vida y sin duda soy la persona más afortunada sobre el planeta por tenerlos.

NUNCA PUDE REEMPLAZARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora