Capítulo 27

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Aitana

Al mismo tiempo que yo me lanzo a los brazos de Luis, Amaia lo hace a los del chico de al lado. Cuando ambas parejas nos separamos Amaia se acerca con el chico.

-Hola -me da dos besos- soy Alfred, el novio de Amaia.

-Encantada -le sonrío- Amaia y Luis me han hablado mucho de ti.

El chico sonríe, aunque lo lleva haciendo desde que bajamos del tren y me ha parecido adorable. Amaia y él pegan muchísimo y se nota que se quieren con locura. Durante el camino a casa mantengo una conversación con él de lo más interesante, sobre música por supuesto, es un apasionado de la música y tiene conocimientos de todos los estilos, años, grupos y cantantes que se me puedan venir a la mente. Cumplió el sueño de su vida al abrir la tienda de música y cuando conoció a Luis supo que era la persona perfecta para compartir con él ese sueño. Según Alfred, Luis es otro loco de la música como él y lo adora por ello.

-Oye, ¿queréis venir a cenar con nosotros a mi casa? -pregunta el chico cuando aún vamos por mitad de camino.

Luis y yo nos miramos cuando él está parado en el semáforo y leo en sus ojos que está de acuerdo.

-Vale pero yo tendré que irme pronto que tengo que ponerme al día con lo de hoy -advierto.

Entonces Luis se desvía hacia casa de Alfred y en unos cinco minutos estamos allí. Pedimos sushi para cenar ya que es bastante tarde y no da tiempo a cocinar nada decente. Lo primero que hace Alfred después de pedir la cena es enseñarme una habitación de su casa donde debe pasar horas y horas porque es prácticamente un estudio. Amaia y Luis entran detrás de mi cuchicheando algo que no llego a escuchar, hablan de mi porque cuando los pillo riéndose Amaia me pasa el brazo por el hombro y me da un beso en la mejilla.

-Aquí grabó algunas canciones que hago -dice orgulloso.

-¿Compones? -pregunto, aunque en realidad es bastante obvio.

-Me encanta hacerlo -dice con una sonrisa acercándose a Luis- y si es a medias con este señor aún más -dice dándole una palmada en la espalda a Luis, que se sonroja.

-¡Oye Luis! -grita Amaia- ¿Desde cuando tú cantas y por qué yo no sabía nada?

-Solo las personas privilegiadas podemos ver semejante obra de arte -le digo para picarla.

-No, me niego -dice intentando parecer enfadada- Ahora vais a coger los dos la guitarra y vais a sacar a la luz esas obras de arte que decís -ordena más a su novio que a Luis.

-A sus órdenes capitana -dice Alfred de broma y recibe un golpe en el hombro.

Luis no parece muy convencido hasta que levanta la mirada y nuestras miradas conectan.

-Porfa -le digo intentando sonar lo más convincente posible, y no me cuesta ni tres segundos más que ceda.

-Venga vale -cede- pero no nos interrumpáis.

Amaia hace como que se cierra la boca con una cremallera y se sienta en la moqueta, yo la imito. Entonces Alfred le tiende una guitarra a Luis que rápidamente este afina, Alfred hace lo mismo con la suya que está llena de firmas de gente a la que admiro muchísimo.

Se hace el silencio y las guitarras empiezan a sonar, las voces de los dos conectan a la perfección. La canción habla sobre las inseguridades y sobre las personas que consiguen esfumarlas, sobre las pocas personas que consiguen tal cosa.

Al escuchar a fondo la letra de la canción me siento demasiado identificada, y mucho más en la situación que estoy últimamente. Como mis inseguridades se han guardado algunos ratos en una caja cuando Luis estaba cerca, aunque no hayan desaparecido todavía. Cuando dejan de cantar no puedo retener más tiempo la lágrima que llevaba ya mucho rato queriendo salir.

NUNCA PUDE REEMPLAZARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora