Capítulo 32

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Aitana

Me dirijo a clase de Manu, diría que mi clase favorita. Quizás por la cercanía con la que siempre me trata, haciéndome sentir que puedo hablar con él de cualquier cosa con la confianza de que tendré su apoyo o su punto de vista sincero.

Al llegar a la puerta está ya dentro de clase con las manos en el piano. Toco a la puerta para avisar de que he llegado y rápidamente me sonríe invitándome a entrar.

-Buenos días Manu -le digo sentándome en el taburete.

-¿Que tal estás hoy?

-Muy bien la verdad. He descansado este finde -le explico.

-Me alegro porque esta semana vas a tener que currar eh -me dice- porque la semana que viene ya estarás en Madrid ensayando ¿verdad?

-Sí bueno, el lunes si que vendré pero el martes ya tengo que estar en Madrid.

Dos semanas para el concierto. Todos los profes se habían estado implicando en lo que podían desde que se enteraron de la noticia.  Esta semana ya me habían avisado que en las clases particulares querían centrarse en que fuera confiada y segura a ese escenario. La semana que viene me la pasaré en Madrid ensayando con la gente de Universal para que ese mismo sábado salga todo redondo.

-No me cabe duda de que eres la persona perfecta para bordarlo en ese concierto -me dice.

-Jo, ¿de verdad piensas eso? -le pregunto ilusionada.

-Aitana, si hay algo en lo que coincidimos todas las personas que trabajamos aquí es en que tú tienes algo que hipnotiza, que abres la boca y es una obligación escucharte.

Me emociona de sobremanera oír esas palabras de su boca. Si hay alguien de quién valoro cualquier opinión sobre música ese es Manu. Él es un genio de la música y si dice eso de mi igual debería empezar a creérmelo, aunque me cueste demasiado.

-No sabes lo feliz que me pone que tú me digas eso -le digo sincera.

-Joder Aitana es que eres buena -me dice algo frustrado por mi inseguridad- sí te lo creyeras un poco más serias infinitamente feliz aquí, porque tienes muchas posibilidades.

No puedo evitar levantarme a darle un abrazo. Podría decirse que es lo más parecido a un padre que tengo aquí.

Después de la mini charla nos ponemos manos a la obra.

Al salir de clase llego lo antes que puedo a casa muerta de hambre y Ana me recibe en la cocina.

-¿Estás tu sola? -le pregunto al no ver a Miriam por ningún lado.

-Sí, Miriam me llamó para decirme que hoy comía con un compañero así que estamos tú y yo solas.

No solía estar mucho tiempo a solas con Ana y no me parecía mal plan. Desde que llegué, con los mismos miedos que ella, me apoyó cuando estuve mal sin apenas conocerme. Ana ha aportado la calma a los terremotos que somos Miriam y yo y ha sabido equilibrar la balanza para vivir en paz y harmonía a pesar de ser dos contra una.

Ana pone la comida en los platos mientras yo pongo los cubiertos y nos sentamos las dos a comer.

-¿No te pasa que parece que estes en un sueño que nunca pensaste que se cumpliría? -me plantea Ana.

Lo pienso un momento, y lo cierto es que si.

-La verdad es que si. Siempre he querido vivir sola pero nunca me habría imaginado que me iría tan pequeña -contesto- además de todo lo que me ha pasado aquí, es que es brutal.

NUNCA PUDE REEMPLAZARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora