Capítulo 4

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Abro los ojos un poco molesta por la luz que entra por la persiana a la habitación. Un poco a ciegas intento buscar mi móvil en la mesilla de noche y cuando lo consigo encontrar lo enciendo. Miro la hora y veo que son las diez de la mañana. Al principio me siento un poco desorientada al ser la primera vez que me despierto en esta habitación pero voy espabilando poco a poco y al fin me siento al borde de la cama frotándome los ojos con las manos. Me pongo las zapatillas de estar por casa y me hago una coleta. No quiero que me vean con pelos de loca ya la primera mañana aquí.

Salgo de la habitación y me dirijo al baño. Hago pis y me lavo la cara y cuando ya me veo un poco más despierta salgo del baño. La casa parece estar en silencio pero cuando voy de camino al comedor Miriam sale de su habitación.

-Buenos días Aitana -se acerca a mi y me da un beso en la mejilla. Yo la abrazo- ¿Como has dormido?

-Super bien, estaba muy cansada.

-¿Quieres desayunar? -me pregunta entrando de nuevo a su habitación para coger una goma del pelo y hacerse también una coleta.

-No hemos hablado de cómo nos vamos a organizar con la comida y la compra. Me sabe mal asaltarte la despensa. -digo un poco apurada.

-Tranquila amor, ahora cuando Ana se despierte y desayunemos las tres lo hablamos. No hay prisa -asiento y nos dirigimos las dos a la cocina.

Cuando Miriam está abriendo la nevera se oyen unas llaves en la puerta y Ana entra en casa con dos bolsas.

-Buenos días chicas. Me desperté pronto y fui a por churros con chocolate. Espero que no hayan desayunado aún -en ese momento quería abrazar a Ana con todas mis fuerzas.

-Ala Ana muchísimas gracias jo -digo abrazándola.

-Eres un amor jolin -dice Miriam que la abraza también.

Nos sentamos las tres en la mesa de la cocina y Ana saca de la bolsa tres vasos de chocolate y de la otra bolsa un montón de churros. Que bueno, en realidad son porras, que a mí me gustan mucho más que los churros. Hoy me he levantado muy contenta y esto ha hecho que lo esté mucho más.

Hablamos de cómo íbamos a organizarnos con la comida. Y al final decidimos que haremos una lista semanal y que cada semana irá una a hacer la compra. Y luego los caprichos los comprará cada una por su cuenta.

Me pongo a pensar en ayer por la noche cuando Miriam me encontró llorando. No me presionó a que le contara lo que me pasaba pero siento que ya tengo la suficiente confianza para contarles a las dos lo que me hizo estar así. Además me gustaría saber que tengo a alguien cerca a quien contarle mis problemas y preocupaciones así que decido hablarlo.

-Chicas, lo siento por los gritos que pegué anoche cuando me fui a hablar por teléfono -digo agachando un poco la cabeza.

-Pero no te preocupes por eso hombre, tenías motivos seguro porque de la manera que te encontré cuando entré, no debió ser ninguna tontería -dice Miriam cogiéndome la mano por encima de la mesa.

-Quiero contaros que pasó, creo que necesito desahogarme -digo un poco insegura.

Pero Miriam aprieta más fuerte mi mano y la besa.

-Puedes contarnos lo que quieras amor, siempre -dice la canaria.

Les cuento toda la conversación con mi madre. Como acabamos gritándonos y también las circunstancias en las que me fui de casa. Tanto lo de mi ex como lo de mi madre.

-¿Me prometes que siempre que estés mal por ese tema vas a llevarme al sofá y vas a contármelo? -me pregunta la gallega mirándome a los ojos.

-Te lo prometo, enserio.

NUNCA PUDE REEMPLAZARTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora