CepedaLlegamos a mi casa y en el comedor estaba descansando el piano que Alfred me regaló el año pasado por mi cumpleaños. No me esperaba que la visita a casa de Miriam fuera a derivar en acabar teniendo a Aitana en casa dispuesta a cantar tocando mi piano para conseguir que le enseñe alguna de mis canciones.
Es una chica interesante y aunque me ha dado apuro contarle sobre mi música me ha costado muchísimo menos que cuando se lo dije a Roi o a Miriam. En parte ella lo había adivinado. Como si lo hubiera leído en mis ojos o algo, y eso me impactó mucho. Es como si tuviéramos una conexión especial que me gusta y a la vez me asusta.
La guío hasta el piano y ella lo enciende.
-¿Que quieres que cante? -dice mirándome.
Yo estoy de pie enfrente de ella y me encojo de hombros.
-Canta lo que quieras. ¿Tu artista favorito? -pregunto con intención de darle alguna idea y de paso saber más de ella.
-Favorita. Dua Lipa.
-Pues canta alguna suya.
Me mira y sonríe. Yo me derrito. No debería, pero no lo puedo evitar. Pone las manos en el piano y empieza a tocar. Escucho la melodía que está tocando y antes de que ni siquiera cante la primera nota ya se que canción voy a escuchar de su voz. Homesick empieza a sonar de su voz y cuando escucho las primeras notas me quedo embobado.
Sigo de pie frente a ella así que me siento en el sofá que hay a su lado por si en algún momento me caigo de culo de escucharla.
Cuando termina la canción yo sigo empanado mirando sus manos.
-¿Luis? -oigo que dice- eooo.
Salgo del trance y la miro a la cara.
-Lo siento, ha sido increíble -le digo riendo nervioso- tú voz es increíble. Después de esto no puedo ponerme yo a cantar, saldrías corriendo.
Se ríe y se levanta del taburete del piano para sentarse a mi lado en el sofá.
-Ala que tampoco es para tanto. Además, seguro que tú cantas mejor, y vas con ventaja, las canciones son tuyas.
-Eso no quiere decir nada
-¿Vas a dejar de infravalorarte? -me dice con la cara un poco más seria.
-Tú acabas de hacerlo también, cantas increíble y no lo quieres admitir -le digo en mi defensa.
-Suelen decirme que me infravaloro. Pero es que lo tuyo es exagerado. Tienes que quererte un poco más. Coge la guitarra anda -me dice de repente.
-¿Es una orden? -le digo sonriendo de lado.
-Sí, si no quieres que vaya yo a buscarla.
No digo nada más. Me giro y me dirijo a mi habitación. Cojo la guitarra y vuelvo al comedor donde la chica del flequillo sigue sentada en el sofá.
Me siento en el suelo y ella se quita los zapatos y cruza las piernas como un indio. Me gusta que se sienta tan cómoda como para quitarse los zapatos. La miro y no digo nada.
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NUNCA PUDE REEMPLAZARTE
RomanceAitana no está pasando por su mejor momento. Sus padres se han separado y ella está un poco dolida con su madre, así que decide que hará la carrera alejada de su familia. Su destino será Valencia. Allí vive desde hace 3 años Luis, un chico amante de...