Capítulo 17

5.1K 575 43
                                    

— Solo voy a quitarte el suero cariño y podrás irte.

— ¿Sabe quién me trajo?

— Dijo que era un compañero del trabajo.

— ¿Cómo luce? – le insisto a la enfermera.

— Como el amor de mi vida – se ríe.

— ¿Es alto, guapísimo y de ojos grises?

— Si. ¿Es tu novio?

— No, pero es el papá de mi bebé.

Mierda. Esa frase suena completamente extraña. ¿Christian siendo papá? ¿Mi bebé?

— Pues felicidades, cariño – sonríe – Esos son buenos genes, ustedes harán bebés preciosos.

— No, no... – balbuceo – No bebés, solo uno. Éste.

— Como digas.

Sonríe mientras termina de quitar la vía de mi brazo y pone un poco de alcohol para desinfectar la herida.

— ¿Y él sabe lo que me pasó?

— ¿Lo del bebé? – pregunta ella – No cariño, solo damos información a los familiares. Dijo que era un compañero, si hubiera dicho que era tu novio se habría enterado por el doctor.

— Mierda – susurro.

— Voy a dejarlo entrar, eres libre de irte.

Agradezco mientras ella sale de la habitación y antes de que cierre la puerta, Christian asoma la cabeza para mirarme. Cuando pasa junto a la enfermera, ella le echa un vistazo de arriba a abajo y levanta su pulgar en señal de aprobación.

— ¿Ya estás bien?

— Si. Gracias por traerme.

— Vámonos – se da la vuelta para salir.

Lo sigo hasta su auto convertible estacionado en el área de urgencias, las recetas y las vitaminas en los bolsillos de mi chaqueta de mezclilla.

— ¿A dónde vamos?

— Al departamento, tienes que descansar.

— No, llévame al restaurante.

— Ana, acabas de salir del hospital, toma un jodido descanso y ve a casa por hoy.

— Pero...

— Yo me haré cargo – yo arqueo la ceja, sorprendida.

— ¿En serio? Pensé que no te gustaba hacerlo.

— Solo será por hoy, mañana es tu problema de nuevo.

— Bien, pero quiero ir por mi camioneta. No quiero dejarla en el callejón.

Hace una mueca de fastidio cuando sube al auto. No me atrevo a mirarlo, no puedo, ¿Qué le digo? ¿Recuerdas que dije que era estéril? Mentí. ¡Sorpresa!

Me renuevo incómoda en el asiento del auto, me decido por mantener la vista en la ventana para evitarlo hasta que algo se me ocurra. Y tendrá que ser pronto, un embarazo no será fácil de ocultar.

Christian estaciona junto a mi camioneta, en medio de la calle y me doy prisa para bajar. Balbuceo un gracias, antes de que él arranque su auto hacia la calle principal.

Pero no quiero ir a casa, no estoy lista. Necesito hablar con alguien o voy a reventar por el gran secreto que guardo. Y solo se me ocurre pensar en Kate, así que subo a mi cherokee para ir a su casa.

— ¡Ana! Hola – dice cuando me ve de pie en su puerta.

— Hola Kate, ¿Cómo estás? Salí temprano del trabajo y quise pasar a saludarte.

— Pasa, llegas justo a tiempo. Me toca la cena – se ríe cuando señala hacia la cocina.

La sigo, pero recorro su sala con la mirada. No hay señal de Elliot por aquí. Me siento junto a ella en la barra y señalo la tabla de picar con el pimiento.

— ¿Te ayudo?

— Ana, quisiera decir que no, pero sabes que adoro tu comida. Gracias – sonríe cuando me extiende la tabla y el cuchillo – ¿Cómo te va con el trabajo?

— Bien – encojo los hombros – Más responsabilidades, más trabajo, más sueldo.

— Eso es bueno, ¿Estás contenta? ¿Extrañas tu trabajo en la editorial?

— Si, lo extraño. De todas formas creo que no estaré mucho tiempo en el restaurante.

— ¿Por qué? – Kate sirve dos copas y me entrega una.

Porque estoy embarazada de tu cuñado.

— Creo que necesito algo menos estresante.

— ¿Problemas? – yo suspiro.

— Compliqué las cosas un poquito.

— Oh, vamos. Nada que no puedas resolver – Kate me señala.

— Es... Complicado.

Le paso la tabla con los pimientos cortados, pero mi vista se fija en la copa frente a mi. No puedo beber, estoy embarazada. ¡Mierda! ¡Es real! ¡Estoy embarazada!

— Kate, ¿Puedo decirte algo y prometes no decir nada? A nadie, ni a Elliot.

— Claro, sabes que puedes confiar en mí.

— Yo estoy... – El sonido de la puerta me hace cerrar la boca.

— Kate, estoy aquí. ¡Ana!

— Hola Elliot – estrecho su mano – Me alegra verte.

— Y a mi. Dime por favor que vienes a cocinar.

— Kate lo está haciendo muy bien.

La señalo, pero ella gruñe algo hacia su esposo, que se acerca a besar su mejilla. Le entrego a él la copa que Kate sirvió para mí.

— Tengo que conducir de vuelta a mi departamento – me justifico.

— Por cierto, hablé con Christian hace un par de días, dice que eres la mejor vecina que ha tenido.

Idiota – gruño para mí misma.

— ¿Se llevan bien? ¿Tú y él?

— Tanto como es posible – balbuceo – Ya sabes, somos muy diferentes y tendemos a discutir mucho.

— Bueno, no creo que la actitud de mi hermano ayude mucho.

— ¡Es un niño! Tan... Inmaduro, irresponsable, todo lo toma a juego y creo que nada le importa lo suficiente.

— Dale un respiro, es el menor y el más consentido. No ha madurado porque Mamá y Papá le resuelven todo, además de que Mía lo protege mucho.

— ¿Crees que madure pronto? Digo, si tuviera que hacerlo.

— No lo sé, hasta el momento ha sabido huir de las responsabilidades para vivir cómodamente. No digo que sea un mantenido, me refiero a que no se esfuerza porque no hay nada que ambicione.

— Tienes razón, él no tiene una motivación para asumir responsabilidades. Odiaría obligarlo.

Suelto de pronto y de inmediato miro la reacción de Elliot. Tiene la ceja arqueada, pero no pregunta nada y lo agradezco. Nadie lo conoce mejor que su hermano, y sé que tiene razón.

No hay forma en que Christian tome esta noticia con optimismo, y quién tiene que hacerse totalmente responsable soy yo. Tenerlo a él sería como ver a un adolescente criando un niño.

— Tengo que irme, acabo de recordar que tengo algo que hacer.

— ¿Segura? ¿No te quedas a cenar?

— No, pero vendré después, ¿Esta bien? Gracias Kate.

Estrecho la mano de Elliot para salir de la casa, mi amiga viene detrás de mí hasta la puerta.

— Ana, ¿Qué era eso que querías decirme?

— Nada Kate, no te preocupes. Ya se qué debo hacer.

Una Vida Contigo (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora