Capítulo 39

4.9K 548 42
                                    

POV Christian.

— ¡Ellos ya lo sabían! — Le recuerdo.

— ¡Pero no tienes que andar por ahí presumiendo que me embarazaste! ¡Ni preguntar cuando volveremos a tener sexo!

— ¿Por qué no? Es simple curiosidad — Me justifico.

— ¡No vamos a volver a tener sexo! ¡se acabó!

Apenas estaciono junto a la acera, la testaruda a mi lado baja dando un portazo.

— ¡Necia!

Le grito, pero ella ya ha desaparecido en el interior del edificio. ¿Qué tiene de malo que hable con Kim? Solo necesito algo de información y él ya tiene una hija, aunque se separó de su novia.

¿Y por qué no puedo presumir? Creo que me he ganado ese derecho, ella no es cualquier chica, es la más linda de todas las que he conocido.

¡Lukie debería hacerme un jodido monumento por hacer lo que él no pudo!

Me apresuro a seguirla, pero ella ya tomó el ascensor así que me toca subir por las escaleras hasta mi departamento.

— ¿Cómo pensabas entrar? — Digo jadeando cuando llego a mi piso.

— Iba a tocar la puerta porque creo que hay alguien adentro.

Señala la puerta y me acerco con mis llaves. Giro la perilla para entrar, pero luego lo recuerdo. Es Gail.

— Señor Grey — Ella sonríe cuando me ve.

— Señora Jones — la saludo — Ven aquí, es mi ama de llaves.

Extiendo la mano hacia Ana, que entra con mucha cautela mirando a la mujer rubia frente a nosotros.

— Oh, hola.

— Señora Grey — Gail se acerca.

— No, ¡No! No señora Grey, Soy Ana. Ana Steele.

— Lo siento, señorita Steele — Dice Gail con una risita — Pero es usted la novia del señor Grey.

— No — Dice ella mientras yo digo que si.

— Si es mi novia, si está embarazada, si es mi bebé, ¡Y claro que puedo presumir lo que me dé la jodida gana porque puedo!

Voy hasta mi habitación por ropa limpia porque el jodido berrinche de Ana me hizo sudar en las escaleras y me dirijo a la ducha.

Escucho las voces de Ana y Gail, pero tan pronto como abro la llave del agua, no escucho nada más. Me desvisto y dejo la ropa en el suelo para meterme bajo el chorro de agua fresca.

— ¿Christian? — Ana golpea la puerta del baño.

— Ya voy — Gruño.

— No es eso, es que... Mía me llamó. Necesita un recibo de pago que hice en la mañana.

— ¿Y qué?

— Pues que necesito ir de nuevo al restaurante.

— No tardo, yo te llevo.

— No es necesario — Insiste — Puedo ir y volver en unos minutos.

— ¿En qué piensas irte? — Pregunto antes de echarme el shampoo en el cabello.

— Puedo tomar un taxi... O podrías prestarme tu auto — Dice con algo de duda en su voz — Solo serán un par de minutos.

— ¿Por qué no me esperas? Yo te llevo, solo dame 10 minutos.

— De verdad no tardo nada, Christian — Insiste desde la puerta — ¿Podrías confiar en mí y darme algo de libertad?

Lo pienso un momento antes de darle una respuesta. Sé que estoy siendo más controlador que de costumbre, y ya me siento algo culpable por lo que le dije a Kim.

— Bien, pero no tardes. Recuerda que ya no es tu hora de trabajar, llévate el móvil y tenlo cerca de ti. Las llaves están sobre la encimera.

— ¡Gracias Christian!

No quiero parecer exagerado, ¿Pero por qué la idiota de Mía no busca bien entre sus cosas? ¡Es un jodido papel! ¿Qué tan lejos podría haber ido?

Termino de ducharme y salgo a mi habitación con la toalla envuelta en la cadera. No es que Gail acostumbre verme así, es solo que ella tiene una ética de trabajo admirable.

Se supone que nos quedaríamos en casa a ver una película, pero vuelvo a vestirme con jeans y camiseta para no andar medio desnudo, por lo menos mientras la señora Jones está por aquí.

Me siento en la sala y enciendo el televisor. Los mismos jodidos programas de siempre, novelas de mierda y deportes. Si Elliot y Carrick no hablarán de los Mariners todo el maldito tiempo tal vez me gustaría el béisbol.

Miro de nuevo la hora, hace 20 minutos que Ana se fue. ¿Cuánto tiempo debería tomarle ir y venir? ¿30 minutos? Tal vez solo debería llamarle. No, mejor espero, no quiero que se distraiga con el maldito teléfono.

Otra ronda cambiando canales y vuelvo a mirar el reloj en la pantalla, casi 40 minutos. Me levanto del sofá para tomar el móvil de la encimera y llamar a mi hermana.

— Mía — Le hablo cuando contesta — ¿Qué mierdas estás haciendo? ¿Tienes a Ana trabajando turno extra? ¡Ya debería estar aquí!

— ¿Qué? — Dice con su voz chillona — ¿De qué hablas? Ana no está aquí, no ha venido.

— ¿Cómo que no está ahí? ¡Ella salió de aquí hace 40 putos minutos! ¡Búscala!

Le grito, pero algo en mi interior comienza a dejarme sin aire. Mierda, ¿Dónde está? ¿Está con Luke? ¿Se ve con alguien más?

— Chicos, ¿Han visto a Ana? — Escucho que Mía pregunta.

— No desde que se fue con Christian — Dice Raúl.

— ¿Mi auto está afuera? — Le pregunto.

— Espera, Raúl ¿El auto de Christian está afuera?

Espero un jodido par de minutos hasta que la voz de Raúl se escucha de nuevo.

— No jefa.

Mierda.

Cuelgo la llamada sin esperar a que Mía hable y busco el número de Ana en mis contactos. El tono de llamada suena hasta que me manda a buzón y vuelvo a intentarlo. Antes de que la llamada se corte, una voz masculina responde.

— ¿Si? ¿Quién habla?

— ¿Quién mierdas eres tú? ¿Dónde está Ana?

— ¿Ana? ¿El nombre de la chica es Ana? — Dice el hombre y empiezo a temblar.

— Si, ¿Quién eres?

— Soy paramédico, me llamo Mark Vaughn, la dueña de este teléfono sufrió un accidente.

¿Qué?

Me quedo un momento en silencio tratando de procesar las palabras del hombre en el teléfono. Ana tuvo un accidente. Ana. El bebé.

— ¿Señor? ¿Es su esposa?

— ¡Si! ¡Esta embarazada! ¿A dónde la llevan?

— Al hospital regional, ¿Me puede dar el nombre de la mujer?

— Anastacia Ste... Grey, Ana Grey. Y tiene casi cuatro meses de embarazo.

— Estamos llegando al hospital, no tarde — Dice y cuelga.

— ¿Señor Grey? — Escucho la voz de Gail a lo lejos — ¿Está bien? Está muy pálido.

Una Vida Contigo (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora