Capítulo 32

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Podría acostumbrarme a esto, lo juro.

Una semana más de esta divertida rutina en la cual dormimos juntos en mi habitación, luego el bello durmiente me lleva al trabajo y regresamos al departamento a seguir durmiendo.

¿El problema? Comer y dormir no proporciona ningún tipo de actividad, por lo cual no solo yo estoy subiendo de peso... Christian también.

— No deberías comer tanto.

— ¿Por qué no? — Dice con la boca llena — ¿Habías probado ya estos mini pays?

— No, y es demasiada harina y azúcar, creo que te veo más panzón.

— Claro que no, tengo muy buena genética nena.

— La genética no te va a servir de nada si sigues comiendo como si el embarazado fueras tú — Lo regaño.

— Estoy siendo solidario, ¿ves? — Señala mi vientre — Un poco de ejercicio y todo esto se irá.

— Como sea... Dame Pay.

Me extiende la mitad del pastelito de fresa para que le dé una mordida mientras se limpia la boca con el dorso de la mano.

— Eww, lávate las manos.

— Ya voy mamá.

Se levanta de la silla para rodear el escritorio y salir de la oficina. Intento subir los pies sobre la silla a mi lado, pero Giny me llama.

— Ana, una chica te busca en la entrada.

— ¿Una chica? ¿Te dijo por qué?

— No.

— Bien, ya voy.

Me levanto para seguir a Giny hasta el área de las mesas, pero cuando paso por la cocina puedo ver a Christian abriendo sartenes, lleva un plato en la mano.

— ¡Deja de comer!

Le grito cuando paso por su lado, los chicos de la cocina ríen mientras siguen cortando verduras y asando unos deliciosos filetes.

— Aquella chica — señala una de las mesas de la entrada.

— Gracias Giny.

No tengo que ver su cara para saber qué es Kate. Mierda, ¿No le dije que volvía? ¿Le avisé que estaba con Christian?

— Hola Kate.

— Ana — Se pone de pie para abrazarme — Te ves muy bien.

— Gracias.

Me siento frente a ella, llevando instintivamente las manos a mi pequeño vientre de casi tres meses.

— Me alegra verte, siento no haberte avisado que estaba de nuevo en Seattle, he estado tan ocupada...

— No te preocupes, lo sé. ¿Cómo estás? ¿Cómo van las cosas con Christian?

— Estoy bien, tomando los cuidados necesarios y Christian es un gran apoyo, lo ha tomado con bastante entereza.

— ¿De verdad? La última vez que lo vi parecía que iba a tener un ataque de pánico.

— Lo sé, y fue mi culpa. Debí decirle desde el principio todo este asunto del bebé, pero no estaba segura de que lo tomara de la mejor manera.

— ¿Y qué tal ahora?

— Está muy emocionado — No puedo evitar sonreír al recordarlo — Se ha tomado su papel de padre muy en serio.

— Me alegro Ana, ustedes van a seguir adelante con sus vidas pero jamás dejarán de ser padres de ese hermoso bebé.

Contengo la respiración un momento. ¿Seguir con nuestras vidas? ¿Separados? Un pequeño hueco se instala en mi pecho. ¿Criar al bebé sin Christian?

Paso saliva sintiendo un poco de ansiedad. Es cierto, estaremos juntos hasta que el bebé nazca, después de eso probablemente tenga que mudarme de su departamento. Él querrá rehacer su vida, tener una esposa y otros hijos.

¿Y yo? ¿Podré hacerlo? ¿Seré una madre soltera enfocada totalmente a su hijo o hija? ¿Dejando de lado mis sueños de volver a la editorial?

— ¡Ana! ¿Estás bien? Te ves pálida.

— Kate, si... Yo si. Solo estaba recordando algo.

— Bueno, solo quería saber cómo estabas. Si necesitas algo no dudes en llamarme, eres bienvenida en nuestra casa cuando quieras.

— Gracias Kate.

Me pongo de pie para abrazarla, luego ella sale del restaurante dejándome ahí, inmóvil. Las piernas me tiemblan un poco, así que vuelvo a sentarme en la mesa.

¿Que pasará conmigo? ¿Que pasará con Christian cuando se dé cuenta de la gran responsabilidad que implica criar un bebé? ¿Seguiremos juntos? ¿Tenemos una oportunidad real?

Comienzo a sollozar bajito, ni siquiera sé por qué. Un par de mujeres en otra mesa me mira con ternura y sonríen, por lo que me apresuro a limpiar las pocas lágrimas que ya están saliendo de mis ojos.

Mierda, ¿Por qué estoy llorando? No quiero ni siquiera pensarlo. Solo necesito respirar hondo para calmarme.

— ¿Ana? — Escucho la voz de Giny — ¿Estás bien?

Pero no contesto, así que se aleja por entre las mesas con un montón de platos. No quiero que me vea llorar, sobre todo porque ni yo sé por qué lo hago.

— ¿Nena? — Es la voz de Christian la que escucho ahora — ¿Era Kate?

— Si, ella quería saber si estoy bien.

— ¿Y lo estás?

Me giro para verlo, está de pie junto a mí sosteniendo una copa de helado. Sé que probablemente mis ojos ya están algo irritados, dándome un aspecto lloroso.

— Ana, ¿Qué pasa?

Deja la copa sobre la mesa, estira mi mano para que me levante y me envuelve en sus brazos.

— ¿Qué dijo? ¿Por qué te hizo llorar?

— No, ella no dijo nada, solo me sentí emocional.

Culpo de nuevo a las hormonas por mis pensamientos tristes. La realidad, por más dura que sea, es que no sé cuál es mi situación con Christian. Tal vez será mejor no encariñarme demasiado con él.

— Vamos a casa ahora, podrás dormir un poco y te sentirás mejor.

— Si, gracias.

Me libero de sus brazos e inmediatamente tengo frío. ¿Serán las hormonas jugándome una mala pasada? ¿Es posible que mis sentimientos por él sean más fuertes de lo que creo?

— Vamos por tu abrigo, está fresco el clima.

— Pero estás comiendo helado — señalo la copa antes de que tome mi mano — No deberías comer algo frío con este clima.

— Le sienta bien a mi estómago — Se soba la panza.

— Sigo creyendo que pareces tú el embarazado.

Se detiene junto a la puerta de servicio y me quedo ahí parada mientras va a traer mi abrigo y mi bolso, lo cual me parece exagerado porque yo podría hacerlo sin problema.

¿Es bueno conmigo porque siente algo por mi? ¿O solo lo es porque tendré a su bebé?

Una Vida Contigo (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora