Capítulo 13

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— Kim, ¿Te quedó algo de esa salsa super picante?

— No lo sé, déjame preguntar – se gira hacia el resto de los chicos – ¿Gabe? ¿Quedó salsa picante?

Lo veo alejarse hasta el refrigerador, habla un poco con los chicos y señalan unos cuantos sartenes antes de regresar conmigo. En sus manos trae un pequeño contenedor.

— Aquí tienes, jefa. Hazlo sufrir.

Sonríe divertido pero yo me quedo sorprendida. ¿Nos escuchó? ¿Sabe que veré a Christian está noche? O peor aún, ¿Qué más han escuchado ellos?

— No, no, yo no... – balbuceo pero Kim ya se ha ido. Mierda.

Pensándolo bien, si se merece una cena de agradecimiento. Pienso en filete de res con salsa de tomate extra picosa y puré de papas. Supongo que puedo pasar a comprar también una botella de vino tinto.

Después del supermercado voy hasta mi departamento para comenzar a marinar los filetes. Preparo un poco de la salsa especial de Kim con mucho tomate para mí, y la versión concentrada para Christian. Le encantará.

Hiervo las papas hasta que están suaves para hacer el puré y pongo a enfriar el vino. Son cerca de las 8:15 de la noche cuando mi querido vecino llama a la puerta.

— Christian, pasa.

— ¿Ya me estabas esperando? Mierda, huele delicioso.

Cierro la puerta y voy de regreso a la cocina a servir los platos.

— El vino está en el refrigerador, ¿Puedes sacarlo y llevar las copas?

— Claro, cariño.

— No me llames cariño, Luke no está para oirte – Él encoge los hombros.

— La costumbre.

Cuando se ha alejado hasta la mesa, tomo rápido su plato y pongo la salsa sobre el filete. Tomo mi plato para vertirle una cantidad similar de la salsa diluida con tomate.

— Siéntate, está todo listo.

Christian pasa la lengua por su labio inferior cuando pongo el plato frente a él. ¡Ternurita! Esta emocionado.

— Espero que te guste.

— Sin duda, cariño. Cocinas delicioso.

Observo atenta mientras corta el primer pedazo de filete y lo lleva a su boca. Un gemido de satisfacción se le escapa y apresura otro bocado. Y otro.

Lo miro un poco antes de contar el filete en mi plato y probarlo. Jugoso, delicioso y un exquisito sabor a tomate. Levanto la vista de nuevo hacia él, que ahora luce ligeramente acalorado.

— ¿Más vino?

— Si, por favor.

Vacío el contenido de la botella hasta llenar su copa por la mitad y él toma un gran trago. Su piel pálida ya tiene un tono rojizo, la nariz le moquea un poco.

— Tiene mucho picante.

— Si, es para darle sabor.

Presiono los labios para contener la risa pero no puedo, así que le doy otro sorbo a la copa. Nada funciona, la carcajada se escapa de mi.

— ¡Lo hiciste a propósito! – me gruñe limpiándose la nariz.

— ¿Hice qué? Preparé la cena como pediste.

Se levanta de la silla y se estira sobre la mesa para alcanzar mi plato. Pincha con su tenedor un pedazo de mi filete para probarlo.

— ¡El tuyo no pica!

— No me gusta el picante, pensé que a ti sí.

— Pues si, ¡pero no tanto para que me deshaga las tripas!

— Dramático – ruedo los ojos.

Bufa de nuevo tomando el tenedor y pinchando un pedazo de su filete con salsa. Lo lleva a su boca, sus labios están hinchados por la irritación.

Jadea un poco antes de caminar hacia mi e inclinarse para tomar mi rostro con sus manos para besarme rápidamente.

Lo primero que siento son sus suaves labios, seguido del escozor que me produce el picante en la boca. ¡Se llenó los labios de salsa!

— ¡Idiota! – lo empujo para que se aparte – ¡Me enchilaste la boca!

— Aún no, cariño. Pero a eso vamos.

Sus labios dibujan una sonrisa maliciosa cuando vuelve a sujetarme para besarme. Ahora yo también jadeo por el picante, con los labios hinchados.

— ¿Sabe bien? ¿Eh? ¿Te gusta?

Me remuevo para tratar de alcanzar mi copa o correr a la cocina por un vaso de agua, pero Christian me sujeta fuerte por la cintura.

— ¿A dónde vas, tomatito? Mira cómo quedaste, como un tomatito salvaje.

— ¡Deja de llamarme tomatito!

— Es que estás toda sonrojada, tus labios hinchados lucen sexys, tu cabello revuelto... Mierda, volvamos al asunto del chile en tu boca.

— ¡Yo no dije eso! ¡No! ¡No te atrevas! ¡Christian!

Chillo cuando me levanta en sus brazos y mis pies dejan de tocar el suelo. Besa mi cuello mientras camina conmigo hasta la habitación.

Ni siquiera sé porque le correspondo el beso, cuando estoy tan enojada que no puedo ni pensar. Me muerde los labios antes de dejarme caer de espaldas en la cama.

Cuando se quita la camiseta para lanzarla a algún lado de la habitación, mi cerebro se detiene. Si torso perfecto y bien trabajado se mueve con cada una de sus respiraciones.

Se apoya sobre mi, así que cierro los ojos esperando el beso que nunca llega. Está demasiado entretenido desabotonando mi blusa y mis jeans hasta sacarlos de mis piernas.

Lo observo con la respiración agitada. Se acuesta a mi lado en la cama mientras se desabrocha el pantalón y baja el cierre. Lo baja hasta su cadera solo lo suficiente para liberar su gran erección.

— Christian – jadeo cuando me sujeta por la cintura.

Me ayuda a sentarme a horcajadas sobre su cadera, su miembro haciendo contacto con mi piel desnuda y húmeda. Mierda.

— Así cariño, así... – gime.

Lo acomodo para que entre en mi y me detengo. Aún llevo puesta la blusa desabrochada y el sostén. Empiezo a moverme cuando los he lanzado a algún rincón de la habitación.

Apoyo las manos sobre su abdomen para conseguir equilibrio e impulso para mis placenteros movimientos. Dios, estoy tan excitada en este momento que solo puedo pensar en mí inminente orgasmo.

Mi cuerpo se estremece, un gemido ruidoso se me escapa y me importa una mierda lo que piensen los del piso de abajo. Me relajo completamente, satisfecha.

Él lo nota, así que se incorpora en la cama aún sujetandome. Me apoya sobre mi espalda, él arrodillado en la cama y sosteniendo mi cadera para quedar a su altura. Empuja una y otra vez con movimientos rápidos hasta que gruñe.

Siento su cuerpo tensarse, con la respiración entrecortada y jadeante. Me baja con cuidado sobre la cama para recostarse a mi lado.

— Aún me debes una cena.

Una Vida Contigo (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora