Capítulo 34

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— Dame dinero.

— ¿Qué? ¿Por qué?

— Porque necesito dinero — Mia extiende la mano hacia Christian — Necesito comprar más vasos y copas de cristal para el bar.

— ¿Y crees que yo tengo dinero?

— Pues lo tienes.

— Pero no para dártelo cada vez que se te ocurre, me vas a dejar sin nada.

— ¡Pues trabaja! o haz algo de lo que haces para ganar más dinero.

Christian toma un puñado de billetes de su cartera para dárselos a su hermana, que sonríe antes de lanzarle un beso.

— ¡Me lo vas a devolver con intereses!

— Socio — le grita Mia sin detenerse — Es lo que los socios hacen, dan dinero a sus empresas.

Ojos grises gruñe algo ininteligible antes de guardar de nuevo la cartera en el bolsillo del pantalón.

Aún es temprano cuando Mía aparece en el restaurante para hablar con su hermano. Ella se aleja con el dinero hacia su oficina, así que vuelvo a sentarme en la mesa junto al piano con mi jugo.

— ¿Por qué Mía te pide dinero?

— Por aprovechada — Gruñe — Digamos que entiendo muy bien el mercado de valores y las acciones. Si invierto correctamente en una empresa obtengo ganancias.

Lo miro con expresión confundida. Pensé que eso de la bolsa y las inversiones eran para hombres mayores obsesionados con el dinero.

— Y yo he hecho buenas inversiones.

— Vaya, eso es impresionante. De verdad creí que vivías de tocar el piano.

— No, ese es un pasatiempo.

— ¿Y a que hora exactamente haces todo eso?

— Bueno, no lo he hecho últimamente pero busco un momento libre en mi ocupada agenda.

— Si, claro — Ruedo los ojos — Porque eres un ocupado hombre de negocios.

— ¿No me crees? Un día me verás con traje y corbata, caerás rendida a mis pies.

No puedo evitar soltar una carcajada, atrayendo las miradas de Gini, Rosie y el resto de los clientes. ¡Pero es que Christian es tan bromista!

— No te rías, cariño.

— Lo siento — Palmeo su mano sobre la mesa — Me haces reír con tus chistes, pero será mejor que vaya a ayudar a Mía con el resto de los pendientes.

Me levanto para ir a la oficina y aprovechar el corto tiempo que estaremos juntas. Normalmente yo me voy a medio día y ella llega más tarde. Después de supervisar la compra de las 3 cajas de copas de cristal para el bar, dice que puedo ir a casa.

— ¿Tienes hambre? — pregunta cuando subimos al auto.

— Si, ¿Que se te antoja?

— Hot cakes con mermelada de fresa.

— Eso es para el desayuno, Christian. No para la comida.

— ¿Pizza?

— No es saludable.

— ¿Hamburguesas de pollo?

— Comimos hamburguesas ayer — le recuerdo.

— ¿Pollo frito?

— Eww, no. Ni lo menciones — Me llevo la mano a la boca — No me apetece las cosas fritas.

— Ayer comiste papas fritas — me acusa.

— ¡Ayer! Hoy no se me antojan.

Dios, ¿Por qué estamos discutiendo sobre esto? Parecemos una pareja que lleva años casada decidiendo sobre una salida.

— Vamos a casa, le pediré a Harry que traiga deditos de queso y ensalada de pollo a la plancha para ti.

— Bien, gracias.

Apenas llegamos a su departamento, llama al chico pecoso que le hace los favores para encargarle la comida. Mientras él hace eso, me siento un rato a ver la televisión.

— ¿Que ves?

— Las noticias — señalo la pantalla — ¿Tienes sueño?

— Si, un poco — se recuesta en el sofá y cubre sus ojos con el brazo — Solo voy a cerrar los ojos un minuto.

— Si, claro, un minuto...

Las noticias me aburren, así que cambió el canal a una película de chicas. Me acomodo en el sofá con la cobija y la almohada en la curva de mi espalda.

20 minutos más tarde, alguien golpea la puerta así que voy a la encimera por mi bolso para pagarle al chico de los mandados.

Solo que no es él quien está en la puerta, sino una chica castaña con un ajustado vestido verde y enormes senos. ¿Quién rayos es? Me mira de arriba a abajo, luego arquea una ceja.

— Busco a Christian.

— No está disponible en este momento.

— ¿Quién eres? ¿La que limpia?

— Soy su novia — apoyo la mano en mi vientre para que lo vea.

— No lo creo — se ríe — Christian no tiene novia.

Me empuja para pasar por un lado, abriendo la puerta completamente. Su vista se detiene en el chico de ojos grises dormido en el sofá y se gira hacia mí.

— Puedes irte, querida. Yo me encargo.

— ¡Es mi novio, chica idiota! — le gruño.

Pero ella no se detiene, va hasta donde se encuentra Christian y se sienta en su regazo.

— ¿Bebé? Soy yo, despierta.

— ¡Oye! ¡Déjalo!

Le grito de nuevo cuando ella se inclina sobre él para besarlo. La sangre me hierve en este instante, pero Christian aparta el brazo para sujetar el rostro de ella para responder el beso.

¡Maldito!

Voy hacia él, que aún tiene los ojos cerrados y meto mi mano en medio de sus rostros. Sujeto con fuerza la nariz de Christian para asfixiarlo, solo que antes de eso, él reacciona.

— ¡¿Qué mierdas haces?! — grita cuando manotea para que lo suelte.

— Tienes visita, cariño.

Él parpadea varias veces, supongo que tratando de despabilarse del sueño. Mira a la chica sobre él, luego a mi, y de nuevo a ella.

— ¡Bebé! ¿Me extrañaste? ¡Volví de mis vacaciones!

— ¿Qué haces aquí? ¡Quítate de encima!

Pero la chica no se mueve, pestañea con gesto de incredulidad y vuelve a poner sus labios sobre él.

— Te voy a demostrar cuánto te extrañé, bebé.

Suficiente.

Me largo. Voy a la encimera por el móvil y voy hacia la puerta. Él sigue inmóvil en el sofá con la chica castaña sobre él.

— ¡Ana! ¡No te vayas! ¡Espera!

— ¡Lo prometiste Christian! ¡Dijiste que no habría chicas entrando y saliendo de tu departamento!

Antes de que pueda responderme, salgo de su departamento azotando la puerta. ¡Bien! ¡Que se quede con la estúpida esa!

Apenas salgo del edificio, llamo un taxi para que me lleve. ¿Pero a dónde? No tengo ningún lugar a donde ir, solo puedo pensar en la casa de Kate.

Una Vida Contigo (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora