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Nunca dudes del amor que te tengo

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Nunca dudes del amor que te tengo.









Ay, no.
Se va a enfadar.
Pensó Alexis, nervioso.

Algo en sus cálculos estaba fallando, pues él sabía con certeza que se había quedado dormido en la habitación que había sido designada oficialmente como suya hacía unos años atrás.

No obstante, el calor que alguien que él conocía realmente bien le estaba proporcionando le hizo saber que, probablemente, su lobo lo había arrastrado allí cuando él perdió la consciencia.

No podía tener otra explicación para el hecho de estar durmiendo sobre una alfa que, horas atrás, se encontraba hecha una furia con él.

-¿Pero tú estás seguro de que eso es legal, tío?- inquirió Vega entre susurros para no despertar a Alexis- Porque yo creo que no.

-Que sí, joder- escuchó refunfuñar desde el otro lado de la línea- Es totalmente legal.

Alexis se asustó, no sabiendo muy bien qué pensar sobre lo que acababa de escuchar.

¿Y si se quiere meter en drogas?
Pensó él, asustado.

-Mejor paso de tu propuesta- refunfuñó Vega- Le preguntaré a mi padre si me puede dejar trabajar en su empresa...- comentó- Podría ser mucho mejor que Karl en cuanto a despidos se refiere...- comentó con burla- Podría despedirlo incluso a él.

-Como quieras...- volvió a escuchar- Si cambias de opinión me lo dices.

Cuando la alfa finalizó la llamada, suspiró.

No sabía qué más hacer hasta que el omega decidiera despertas cosa que, intuía, sería en un par de horas más.

Sintió como el omega que mantenía una de sus manos sobre el pecho de la alfa, cerró ésta en un puño, sujetando así la camiseta.

Casi al mismo instante, Vega sintió su cuello siendo empapado de lágrimas pertenecientes a su omega.

Supo al instante que éste había despertado y, gracias al drama que había montado ayer con sus gritos y reproches, no había despertado de la mejor forma.

-Un tierno, dulce y hermoso omega cómo tú no debería estar llorando por una alfa idiota con problemas de autocontrol como yo, patito- comentó Vega con suavidad- ¿Puedes perdonarme, por favor?

Patito era el apodo cariñoso que Vega solía utilizar cuando se trataba de Alexis.

Lo nombró así de pequeña porque el omega solía caminar tras la alfa allá donde fuera, como un pequeño patito recién nacido seguiría a su madre.

Alfa, quiero cachorros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora