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Si vas a pecar, peca bien y con ganas

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Si vas a pecar, peca bien y con ganas.
El castigo será el mismo.



A pesar de la advertencia de Yeray, ninguno de los dos lobos encerrados en la habitación manifestaban la intención de detener aquello que habían iniciado.

-Tus padres...- susurró el omega, un tanto asustado por toda la bruma de sensaciones que estaba sintiendo en ese momento.

-Mis padres están reunidos con los demás en el salón y sabes perfectamente que no nos hacen caso- continuó la alfa, ocultando su rostro en el cuello del omega- ¿Por qué me resulta tan agradable tu olor?- inquirió con frustración.

Alexis siempre había desprendido una fragancia dulce y, hasta cierto punto, empalagosa.

Olía a los polvos talco que solían utilizar cuando cambiaban los pañales de los bebés.

A veces, cuando se enojaba, su olor se combinaba con un toque de canela que, lejos de estropear su olor predominante, parecía hacerlo mucho más atractivo.

Otras veces, cuando se sentía feliz, su olor se combinaba con un extraño toque a tierra mojada que hacía salivar de forma inconsciente a la alfa.

Pero nunca antes había conseguido degustar el olor de aquel omega excitado y, para ser una primera toma de contacto con éste, Vega parecía estar perdiendo la cabeza.

El olor a talco había desaparecido.
Tampoco había rastro de canela o tierra mojada, sino que la excitación estaba dejando a su paso un aroma a incienso el cual, en otra circunstancia, habría detestado al instante.

Vega odiaba el olor del incienso.
Pero no parecía tener problemas con ello en ese momento.

-Necesitamos parar ahora- comentó la alfa más para sí misma que para el omega- Estoy perdiendo el control.

Alexis negó, uniendo sus labios con los de la alfa para ayudarla a terminar de perder la cordura.

Él quería continuar con aquello.
Su omega también lo deseaba, repitiendo una y otra vez sumisión.

-Alfa...- imploró desde lo más profundo de su ser, dejando salir la súplica de su propio omega.

Vega terminó cediendo ante sus impulsos también, lanzándose contra sus labios para comenzar a devorarlos nuevamente.

Forcejeó brevemente contra la camiseta de Alexis, logrando meter sus manos bajo ésta para acariciar la espalda del omega, quien emitió un pequeño gimoteo de pura satisfacción.

-¡Mamaaaaaaaaaa!- insistió Yeray, histérico- ¡Vega se está drogando o algo, huele horrible!

Porque sí, el beta también detestaba el olor a incienso hasta tal punto que ni siquiera sabía identificarlo cuando lo tenía frente a sus narices.

Alfa, quiero cachorros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora