Amor de hermanos

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Amor de hermanos.











-¡Vete de aquí, bestia!- gritó Yeray, colocando su cómoda contra la puerta de su habitación.

Intuía que asegurar la puerta con una simple llave sería demasiado poco.

-¡Abre la puta puerta si tienes huevos, beta estúpido!- chilló Vega, golpeándola con las palmas de sus manos- ¡Vamos, no seas miedica y enfréntate a mi furia!

-¡Qué no quiero, Vega!- chilló Yeray, histérico- ¡Márchate o llamaré a la policía, estúpida!- se retractó- ¡Mejor llamo a mami!

Tomó su móvil para marcar con sus temblorosos dedos el número de telefono de su madre, el cual se sabía perfectamente de memoria.

-¡Mami, díle algo a Vega!- gritó en cuanto su madre atendió la llamada- ¡Me quiere pegar!

-¿Y tú quién eres?- inquirió Emma con burla- ¡Creo que es un número equivocado, amor!- gritó a la nada- ¡Ya cuelgo!

Yeray palideció, sentándose en su cama porque sentía que se desmayaría en cualquier momento.

Él no estaba siendo para nada dramático.

-¿Qué haces tú con el móvil de mi mamá?- Inquirió con angustia- ¡Si ya lo decía el tío Karl!- chilló con furia- ¡Los alfas sois unos completos estúpidos!- gruñó bajito- ¡Pásame a mi mamá ahora mismo!

-Está ayudando a los omegas a bañar a los niños- comentó Emma sin perder el tono de burla en ningún momento- ¿A tí no te gusta jugar con fuego?- inquirió con emoción- Pues aprende a quemarte.

La alfa finalizó la llamada, tomando un sorbo de su café mientras seguía disfrutando el espectáculo que sus hijos le estaban proporcionando.

-¡Yeray, abre la puerta!- insistió Vega- ¡Vamos, hombre...- gruñó- Sólo serán unos cuantos golpes, nada más!

-¡He puesto la cómoda contra la puerta así que no vas a poder entrar en mi habitación!- le reprochó Yeray- ¡Nunca, ¿me has oído, alfa sorda?!

Los golpes cesaron, provocando que el beta pudiera volver a respirar con normalidad, sintiéndose ahora infinitamente aliviado.

-Pues entraré por la ventana- refunfuñó Vega con una gran sonrisa, dirigiéndose a su habitación.

Su plan era bastante sencillo a decir verdad. Accedería al cuarto del beta a través de su ventana, le dejaría claro quién era la alfa de un omega llamado Alexis y saldría por la puerta con una inminente victoria, retirando la cómoda antes, por supuesto.

Al ingresar a su cuarto se percató de que su madre se había colado en su baño junto a los dos omegas para enseñarles cómo debían bañar a un bebé.

-¡Ni se te ocurra!- gritó Samuel, histérico- ¡Cómo intentes abrir esa ventana te las vas a ver conmigo, jovencita!

Se escucharon varios golpes de la pared que conectaba con la habitación de su hermano.

Yeray había colocado su oreja sobre ésta para escuchar mejor lo que estaba pasando.

Golpeó nuevamente, chillando de emoción ante la defensa de su madre.

-¡Dí que sí, mami!- chilló, extasiado- ¡Defiende a tu hijo favorito y controla a esa salvaje, por favor!

Vega, ignorando los gritos de su madre, abrió la ventana.
Sacó una pierna por está, quedando la mitad de su cuerpo fuera y la otra mitad dentro.

-¡Vega!- gritó Alexis, uniéndose a Samuel- ¡Ni se te ocurra!- le regañó- ¿Estás loca?

-¡Mucho!- exclamó Yeray, golpeando nuevamente la pared- ¿Realmente va a saltar por la ventana?

Varios golpecitos en el crital de la suya lo hicieron girarse lentamente, como si de una escena de terror se tratase.

-Hola, hermanito- comentó con una gran sonrisa- ¿Se puede saber por qué no abrías la puerta?- inquirió con fingido regaño- Estaba tan preocupada por tí...-

Yeray, emitiendo un chillido agudo, se abalanzó sobre la cómoda para moverla e intentar escapar.

-¿Ya te vas, hermanito?- inquirió Vega, tomando una pierna del beta.

Éste acabó cayendo en el suelo, cosa que la alfa aprovechó para colocarse sobre él.

-¡No, déjame Vega!- suplicó Yeray- ¡Solo ha sido una pequeña bromita, joder!

-¿De quién es patito?- inquirió la alfa con burla- ¿Es tuyo?

-Nop...- respondió el beta también burlón- Pero tampoco es tuyo, alfa estúpida- le sacó la lengua- Supéralo.

Vega tomó la cabeza de su hermano, comenzando a pasar sus nudillos por el cabello de su hermano.

Si había algo que realmente lo  molestaba sobremanera era eso y Vega no dudaría en usarlo en su contra.

-¡No, no, no para!- gritó Yeray, removiéndose bruscamente- ¡Ya para, para, por favor!- le mordió su mano- ¡Es tuyo, es tuyo!- Vega gruñó, satisfecha- ¡Es todo tuyo!

-Es todo un placer charlar contigo, hermanito- golpeó su frente con suavidad- Recuérdalo la próxima vez que se te ocurra pasear sin camiseta en su presencia.

Yeray asintió, levantándose del suelo para ir a retirar la cómoda.

-¿Sabes qué, alfa estúpida?- inquirió con emoción, retirándose la camiseta- ¡Quién ríe último, ríe mejor!

Salió a correr hacia la habitación de la alfa, dónde ambos omegas seguían con el atareado baño de los bebés.

-¡Maldición, Yeray!- gritó Vega, saliendo a correr tras él- ¡Vas a llorar y suplicar por tu vida en cuánto te pille!

El beta la ignoró, continuando su recorrido muriéndose de la risa.

-¡Alexis, ven aquí a darme un abracito!- chilló Yeray- ¡Aquí estás, dame un super abrazo!

Alexis chilló del susto.

-¡No, Yeray!- gritó Alexis entre risas- ¡Déjame, no quiero un abrazo tuyo sin camiseta!

El beta lo abrazó aún cuando el omega se resistía a ello entre risas.

Ambos acabaron en el agua debido a un mal cálculo del beta y, poco tiempo después, la alfa acabó junto a ellos dentro de la bañera para hacerle unas cuantas ahogadillas a Yeray.

En definitiva, amor de hermanos.

Alfa, quiero cachorros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora