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No cuenta como infierno si te gusta como quema

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No cuenta como infierno si te gusta como quema.

Raúl había esperado pacientemente a que sus compañeros se marcharan de los vestuarios ya aseados para adentrarse él.

No se encontraba de un humor aceptable como para ser capaz de aguantarlos a todos con sus posibles bromas al respecto.

Vega, quien iba pasando por su lado para salir del vestuario, tropezó accidentalmente con el alfa, golpeando sus hombros.

-Gracias por tu ayuda pero no hacía falta- comentó con molestia- Le habría golpeado al salir del entrenamiento...- gruñó- La próxima vez métete en tus asuntos.

Él también es mi asunto.
Pensó el alfa, conteniendo un gruñido.

Con el único pensamiento de no merece la pena, Raul se adentró en los vestuarios, ahora solitarios, para tomar una rápida ducha y poder marcharse de allí también.

-Malditos cabrones de mierda...- gruñó con molestia al percatarse de que habían acabado todo el agua caliente- ¿Hasta cuándo vas a seguir castigándome, Diosa?

Entre refunfuños tomó una ducha que dejó sus músculos más tensos de lo que estaban debido a la temperatura tan baja del agua.

Enrolló la toalla sobre su cadera justo antes de salir del reducido espacio.

Por un momento se le pasó la idea de salir completamente desnudo pues ya que se encontraba solo podría hacer lo que se le diese la gana.

-¿Qué..?- inquirió, incrédulo- ¿Y tú qué estás haciendo aquí?

Joan apartó su mirada, completamente sonrojado.

Es un vestuario.
¿Qué esperabas?
Se reprochó a sí mismo.

-Quería...- se calló- preguntarte cómo estás- susurró, todavía sin atreverse a mirarlo.

Raúl comenzó a vestirse, aprovechando que el omega mantenía su mirada fija en la taquilla situada frente a él.

-¿Eh?- insistió el alfa- Creo que me he perdido, omega.

-¿No te has hecho daño en tu pierna al golpear tan fuerte al otro alfa?- insistió Joan, preocupado- Ha sido un accidente horrible de ver y el sonido...- se calló, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo.

Sí, sobre todo un accidente.
Pensó Raúl con una pequeña sonrisa.

-Estoy perfectamente, omega- respondió con suavidad, terminando de vestirse- Ahora deberías marcharte si no quieres que Vega y Yeray...-

-Ay, no- susurró el omega, interrumpiéndolo- ¿Ellos te han hecho algo?- inquirió con más preocupación que antes, levantándose del asiento para revisar con la mirada al alfa- A veces son un poco sobreprotectores pero es cosa de herencia.

Alfa, quiero cachorros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora