24

3.7K 421 19
                                    


El corazón de Vega dio un vuelco al escuchar un pequeño chillido eufórico por parte del omega.

Decidió que el mejor lugar para mantenerse quieta, sin entorpecer a su omega, sería justo donde se encontraba.

En la entrada del apartamento.

Su padre le advirtió sobre el riesgo de invadir ciertas zonas no exploradas por Alexis y sobre como éste podría malinterpretar la situación.

Le advertió también que podría esperar en la cocina, siendo ésta un territorio bastante neutro.

Vega, por si acaso, decidió no arriesgar. Gracias a ello, pudo observar perfectamente el gesto que realizó su omega, muriendo con aquel tierno acto.

Alexis dejó de correr a mitad del pasillo para emitir un gritito que fue acompañado por pequeños saltitos de pura emoción.

Estaba tan extasiado que no sabía por dónde comenzar. Ciertamente, el lugar no era demasiado grande y, por ende, no contaba con muchas habitaciones que explorar.

No obstante, su lobo le imploraba que corriese hacia la que sería su habitación, pero él aún no lo tenía muy claro.

Había algo que le impedía estar de acuerdo con él.

¡Alexis, no seas malo!
¡Vayamos primero a la habitación, por favor!
Chilló su omega.

-¡No, entremos primero aquí!- chilló extasiado, entrando en una habitación que llamó muchísimo su atención.

El corazón de Alexis se detuvo al observar una habitación que habría estado totalmente desierta de no haber sido porque en mitad de ésta albergaba un nido enorme.

Y, acompañándolo, varios regalos descansaban sobre sus bordes.

Su instinto no había fallado en lo absoluto, guiándolo hacia una de las partes más importantes del que sería su nuevo hogar.

Incluso por encima de su propia habitación.

Esa sería la futura habitación designada a su cachorro, por lo que Vega, de forma totalmente consciente, realizó un gran nido para que no se viese tan vacía.

La alfa jamás habría accedido a decorarla sin el permiso de su omega. Pero, además, se rehusaba a dejarla con un aspecto tan vacío; tan triste; tan solitario.

Alexis retrocedió, visiblemente impactado por lo que encontró.

No sabía muy bien qué hacer, si adentrarse un poco más en el lugar para explorarlo o evitarlo por si la alfa se enfadaba.

-¿Vega?- inquirió con suavidad, regresando junto a ella- ¿Estás segura de que puedo..?- se calló, soltando un pequeño gimoteo- ¿De que puedo explorar a mi antojo?

-Por supuesto que sí, omega- respondió ella con ternura- Supongo que ya te has percatado del nido, ¿cierto?

Alexis asintió, sonrojado.

-Es para ti, cariño- prosiguió Vega- Para vosotros- se corrigió al instante- Al igual que los regalos.

El omega lo miró, incrédulo.

-Puedes abrir los regalos ahora, si lo deseas- comentó la alfa con una dulce sonrisa- O puedes seguir explorando y dejarlos para el final- se encogió de hombros- Como tú desees estará bien para mí.

Alexis asintió.
Sus ojos adquirieron un brillo excepcional.

Se paró de puntillas, alcanzando la mejilla de la alfa, la cual no dudó en besar.

Alfa, quiero cachorros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora