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Omega, juguemos a las escondidas

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Omega, juguemos a las escondidas.





Alexis había acabado tomando una relajante ducha en el baño de la alfa gracias a los reflejos un tanto desastrosos de Yeray.

Agradecía el hecho de tener esa casa como su segundo hogar ya que además de contar con habitación propia contaba con un armario repleto de ropa tanto suya como de algunas sudaderas que el omega le había robado a Vega para dormir.

No podía llevarlas a su casa porque sus padres notarían que no era suya por lo grande que le quedaba sus prendas, pero sí podía utilizarlas para dormir en la casa de la alfa y, al echarlas a lavar allí, nadie notaría nada raro.

-Yo que tú no bajaba al salón si no quieres ser partícipe de un intento de secuestro- comentó Yeray, risueño- ¿Sigues enfadado conmigo?

Alexis mordió su labio inferior, asintiendo.

-¿Debería perdonarte el hecho de que casi matas a mi pobre pequeña cachorra?- inquirió el omega con indignación.

Yeray gruñó bajito, cruzándose de brazos.

-Esta noche te dejo elegir película- comentó con una gran sonrisa- ¿Hermanos otra vez?

-¡Hecho!- gritó Alexis con emoción- Pero la próxima vez que pongas en peligro la vida de Dian te morderé- le regañó- Por cierto, ¿intento de secuestro?

El beta negó, divertido.

-Entre menos sepas mejor- le guiñó un ojo, juguetón- Por cierto...- imitó al omega- Prepárate para una Vega gruñona.

El rostro del omega se iluminó por completo.

Una Vega gruñona significaba que los primos de los hermanos invadirían aquel lugar para ganarse toda la atención de todos porque eran simplemente tiernos.

Tiernos para todos excepto para la alfa que se encerraba en su habitación para tomar una siesta y poder reunir así la fuerza suficiente para aguantar a mocosos invadiendo su espacio personal.

Un omega que se le hacía demasiado conocido apareció en su campo de visión, siendo seguido por Emma.

-Hola, chicos- comentó Rodrigo con entuasiamo- ¿Sabéis dónde está la avería?

Emma suspiró, indicándole la puerta de uno de los tantos baños que disponía la casa.

Ésta había acudido a la casa de su vecino con la excusa de una avería que no era capaz de reparar por patosa.

Rodrigo se ofreció a ayudarla aún cuando no tenía la menor idea sobre reparaciones. No obstante, intentaría ayudar a la alfa en todo lo posible.

-Llama a tu tío Joshua y le dices que más le vale llegar ya antes de que Samuel descubra que he secuestrado al vecino- gruñó Emma con fastidio hacia su hijo- Voy a tener que arrancar la tubería con la puta tontería.

Alfa, quiero cachorros ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora