Capítulo 14:

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ALICIA:

En mis dieciocho años de vida solo he conocido a cuatro hombres adultos que merezcan la pena, mi padre, mis abuelos y Diego padre. Había oído que el padre de los mellizos Lorenzo Bolivar también era un hombre genial, pero no había tenido el plácer de conocerle personalmente.

En cuanto a los chavos jovenes, solo habían tres chavos que merecieran la pena, Ian Vega Caballero, el interés romántico de mi mejor amiga, Alejandro Sánchez Bustamante, quién ahora esta sumergido en una relación formal con Camila, la chava que conoció en el colectivo, y Diego Junior Sánchez Bustamante, mi mejor amigo y quién ya le ha jurado fidelidad en repetidas ocaciones a Valeria pese a no tener nada con ella.

En total eran siete personas del género másculino que conocia que sabía a ciencia cierta que eran seres decentes y que merecían la pena, y conocía a muchos más chavos, así que la visión positiva de Lola de que hay muchos chavos buenos por ahí no se me hacía muy creíble, ¿Y qué César fuera uno? Menos todavía, no era malo, pero está bueno y lo sabe, de algo tenía que pecar, el Universo no podía crear algo tan perfecto sin ninguna falla.

No está mal que no conozca a chavos perfectos, tampoco quiero conocer a uno, porque no sabría que hacer con él, porque ahora mismo no busco una historia de amor épica como de Jenny e Ian, tampoco busco una historia de primer amor como la de Alejandro y Camila y mucho menos espero colgarme de alguien y jurarle amor eterno como había hecho Diego Junior por Valeria. Sin duda enamorarse me parecía una pérdida de tiempo, incluso con personas que merecen la pena. Ian y Jenny son perfectos, pero en algún momento Ian volverá a mudarse a algún lado, porque es un aventurero y eso dejaría a Jenny dolida de nuevo, Alejandro y Camila como tan pronto les empezó el amor tan pronto se les acabará, la experiencia me dice que las relaciones que preden tan rápido se apagan con la misma velocidad, y los dos acabarán mal, y luego esta Diego que no espabilará y perderá una oportunidad con una chava genial que se acabará yendo con otro cabrón.

En limpio podemos sacar que los chavos son todos unos seres que lo que buscan es poseer algo y que el amor es un asco, pero hay un vacío legal del que abogados del amor como yo nos aprovechamos, disfrutar de compañía romántica sin hacerle creer al chavo que te tiene y estar con varios a la vez, así el riesgo de clavarse es menor.

Y así mi corazón se había mantenido entero por dieciocho años, siguiendo estas reglas de supervivencia

Salí de la biblioteca de la universidad, y me encontré a César, mirando al suelo y sonriendo cuando veía que me acercaba a dónde estaba.

-Un pajarito me chivo que estabas estudiando y esperaba a ver si necesitabas algo- anunció junto a una sonrisa- He pensado que podríamos ir a merendar-

-¿A merendar?- cuestione mientras el asentía- ¿Estás seguro de que no estás ocupado?-

-Si lo estuviera no estaría aquí-contesto asintiendo- No te hagas la dura e invitame a merendar-

Me reí ante su ocurrencia.

-¿Vienes hasta mi universidad, me propones ir a merendar y encima buscas que pague yo?- arquee las cejas- ¿Cuándo el sabádo te invite a almorzar?

-Efectivamente, la gasolina está cara- contesto junto a una sonrisa burlona.

César sin duda es uno de los chavos más ocurrentes que conozco y a veces me hace olvidar que no estoy abierta al amor, a estar todos los días suspirando por una persona, pensando en que estará haciendo, si sentirá lo mismo por mí. Pero gracias a Dios mi sentido común me devuelve rápidamente a la Tierra.

-Pues si quieres que meriende contigo vamos a tener que ir a medias- asentí.

César abcedió y caminamos hasta su auto, y fuimos hasta una pequeña cafetería algo alejada de toda la civilización y el ajetreo de la ciudad. Nos atendío una chava majísima, que parecía ser de nuestra edad y en su letrero ponía que se llamaba Carmen.

Crónica de un desastre anunciadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora