Capítulo 22.

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LOLA:

Domingo, un día después del dichoso baile, después de salir corriendo del baile, caminé o bueno, prácticamente corrí hasta la parada del colectivo y me fui directa para casa; al llegar a casa me encerré en mi habitación, algo que no duro mucho porque mi padre entro a mi pieza y no me quedo más remedio que sincerarme con él, contándole como me sentía.

A César se lo conté por la tarde, ya que había llegado a casa a las nueve de la mañana y hasta las cuatro de la tarde no tuvimos noticias de él, al contarle lo sucedido en el baile me dijo que no me quedaba otra que dejarme llevar con todo esto y esperar simplemente a ver qué pasaba. No me gustaba la idea de ser un velero a merced de las olas del mar.

Por las noches a mis padres les apeteció cenar algo del bar restaurante del señor Paco, para desconectar un poco y ordenar mis ideas les dije que yo iría a comprar, así que me subí a mi auto y me dirigí al lugar indicado, aparqué y me baje para luego entrar al local.

Nada más entrar mi mirada se centro en Vicent, que estaba sentado en un taburete, mirando su celular, supongo que haciendo tiempo para que su pedido.

Caminé hasta la barra y ocupé el taburete de su lado.

-Hola- saludé junto a una pequeña sonrisa.

Vicent levantó la mirada de su celular y me dedicó una sonrisa.

-Lola, hola- volvió a sonreír- ¿Qué onda?-

-Respiro, así que supongo que bien- conteste para luego dejar paso a su risa.

-Respirar siempre está chido- asintió- Oí que ayer fuiste al baile, y con el don Juan de mi Pablito-

-Ya sí... ¿Y solo has oído eso?- alcé las cejas- Es decir, ¿Te ha contado algo?-

-No hablo con él desde el viernes- contesto- ¿Es que hay algo que contar?- frunció el ceño.

Solté un suspiro y luego lo miré, no sé porque sentí una sensación de confianza y también sentía que él podría comprender como me estaba sintiendo, así que con todos los detalles le conté lo que había pasado ayer.

-Y no sé qué hacer- concluí mientras este me miraba asintiendo- Tienes que pensar que soy una pendejita, ¿Qué chava de dieciocho años hace eso?-

-No pienso que seas una pendeja, estás confusa- concluyó- Y es lo más normal del mundo, todo esto es nuevo, acabas de llegar de otro país, otra cultura...Seguro que las personas allá son diferentes a como somos acá y no sé, recién has llegado y te sientes atraída por un chavo, que es totalmente diferente a lo que estás acostumbrada y encima se lleva horrible con la persona que más quieres en el mundo...Es raro y difícil-

Lo miré y asentí, estaba sorprendida, en pocas palabras había resumido como me sentía a la perfección.

-¿Y cómo sabes tú todo eso?- arquee las cejas- Es decir, sí, es fácil intuir que quiero a César por encima de todo el mundo, pero no sé, es un poco raro...-

-Presto atención- contesto para luego sonreír- No es muy difícil averiguar cosas de los demás cuando lo haces-

-Entiendo- asentí- ¿Y cómo la pasaste tú ayer? He oído que estabas pasando un día con tu familia-

-Pues sí, bien, estuve con mi hermano, su vieja y mi sobrino- contesto mientras yo lo miraba asintiendo- Y creo que te estás preguntando cuántos años tiene mi hermano-

-Más o menos- sonreí.

-A ver, mi hermano tiene veintitrés, como el hermano de Jenny, pero resulta que Mario a los dieciséis tuvo una novia, una chava de su clase, y bueno, ella se quedó embarazada y decidieron traer a Eliot, mi sobrino, al mundo, al final ellos se separaron al poco que ella, Madison, dio a luz-se pausó- Madison un día dejo a Eliot en casa y claro, nunca vino a por él y entonces mi hermano se quedó con su custodia permanentemente, y en cuanto a la novia actual es Jessica, tiene mi edad, estaba en mi clase y se conocieron en mi graduación de bachillerato-

Crónica de un desastre anunciadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora