Capítulo 32.

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ALICIA:

Entré a la secundaria Justo Sierra, a la hora del receso, caminé hasta el patio central y en unas mesas me encontré a Alejandro y César jugando con sus tazos, como si no hubiera un mañana o si la vida les fuera en ello, por otro lado estaban en el banco Iván y Daniela,  haciendo un intercambio intenso de saliva, mientras todo el que pasaba los miraban pensando, de seguro, que que coño están haciendo-uno de los muchos defectos de esta secundaria es que son todos o casi todos s unos puritanos- luego, al lado de ellos estaban sentados Vicent y Lola mirando algo en el celular de esta, con los auriculares, mientras comían manzanas de un tupper.

Reí mientras negaba con la cabeza, y me acerqué por la espalda a César, para taparle los ojos.

-AHHH NO VEO, ALEJO ME VA A GANAR,QUITA- chilló este, mientras yo le besaba la mejilla- Mmmhhh, hueles a mi babe-

-Es que es tu babe- replicó Alejandro- Alicia, esto es serio, quitale las manos de los ojos, venga César, a la semi final-

-Mmh, espera- César se levanto y junto a una sonrisa me besó mientras rodeaba mi cintura- ¿Cómo estás babe?-

-Bien- sonreí besándolo- En unas horitas tengo un examen, así que quería venir a verte- le acaricie las mejillas- ¿Sería posible que nos viéramos un ratito?- lo volví a besar, esta vez más intensamente.

-EH EH, NO- chilló Alejandro- Estamos jugando la semi final-

-Alejandro, tú me abandonarías sin pensarlo por una visita de Camila- anunció César mientras Alejandro se quedaba pensativo- Así que me voy con mi señora-

-Como quieras- sentenció Alejandro mientras se encogía de hombros y comenzaba a guardar todos los tazos- Pero mañana continuamos-

César levantó un pulgar, a modo de respuesta afirmativa, al ver que el resto de sus amigos y su hermana estaban absortos en sus mundos, y ni se habían dado cuenta de mi presencia ni de este pequeño dialogo, me cogió la mano y caminó delante de mí.

-Has venido entonces a vermeee- dijo César, más que feliz.

-Sí- asentí- Una visita nunca le viene mal a nadie o eso creo- reí.

-Yo creo que nuestras visitas no le sientan mal a nadie- César también se comenzó a reír y abrió, junto a un juego de llaves que según él había cogido prestado, el cuarto del conserje, una vez estuvimos dentro, lo cerró y me dedicó una sonrisa, en el suelo había un colchón hinchado con un juego de sabanas y un edredón.

-No se porque esto me huele a idea tuya babe- sonreí y luego lo miré.

-Digamos que le he pagado al conserje para que haga la vista gorda- César rodeo mi cintura y tras dedicarme una sonrisa me beso lentamente.

Rompí el beso, para mirarle durante unos segundos, mientras me mordía el labio le rodee el cuello y lo comencé a besar de la misma manera mientras nos sentábamos en el colchón.

Deje de rodearle el cuello y le desabroche la camisa del uniforme escolar, sin dejar de besarlo, este separó sus labios de los míos mientras se quitaba la camisa, luego me quito mi camiseta, y mientras me acariciaba los muslos me subía la falda, junto a una sonrisa se acerco y me besó el cuello mientras me iba recostando y él se colocaba sobre mí.

Yo mientras este me besaba el cuello, le acariciaba la espalda a la par que intentaba que mis gemidos no fueran demasiado notorios para que a nadie le diera por ver que era lo que ocurría dentro del cuarto del conserje.

Crónica de un desastre anunciadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora