Capítulo 38.

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PABLO:

Me bajé de mi auto, mientras la sirena sonaba, recordando que las clases estaban a punto de comenzar, me miré en el espejo del coche y vi que el maquillaje de mi hermana había conseguido tapar el ojo morado que me había ganado por intentar que mi padre parara todo procedimiento contra César.

Pero era inminente a finales de esta semana ambos nos veríamos las caras en un juicio acompañados de nuestros familiares y abogados.

Suspiré, cogí mi mochila y me bajé del auto, al bajar me encontré con la prensa, estaban en las puertas de la secundaria, y se me echaron encima. Estaba ocurriendo como amenazo la abogada de César, habían usado sus hilos para hacer mediático el juicio para ejercer presión social sobre mi padre.

-Pablo, ¿Estás nervioso por el juicio?- preguntó uno de los periodistas de Azteca uno.

-¿Es cierto que al chavo que se le demanda tiene una enfermedad mental que esta siendo tratada?- preguntó otro del Canal 22.

-Pablo, ¿Son ciertos los rumores de que te metiste con la enfermedad de César Lorenzo Bolivar y encima engañaste a su hermana, creandole una situación de estrés extrema nada recomendable para pacientes en ese estado?-cuestiono uno de Televisa.

-No voy a contestar preguntas sin mi abogado delante- fue lo único que dije, para apartarles de mi camino y poder entrar a la secundaria.

Una vez dentro vi como alguno de mis compañeros de clase me miraban de forma despectiva, como si odiaran el hecho de tener que compartir algún tipo de espacio conmigo, otros me miraban orgullosos, como si acabará de hacer algo que les alegrará la vida.

-Jodeer- comento un chavo de 2º de bachillerato mientras se ponía mi lado- Le vas a dar duro en el juicio a César, porque está loquisimo, gracias por publicar esto- me enseño una hoja mientras sonreía.

-¿Qué es eso?- pregunté mientras fruncía el ceño, cogí el folio y era el historial médico de César, dónde se hablaba abiertamente del trastorno que tenía- Yo no he hecho eso-

-No seas modesto- sonrió- Así todos sabemos con que loco tenemos que compartir oxigeno-

El chavo cogió otra vez la hoja ay se fue, yo no había sido, pero sabía quien había podido ser y bajo el mandato de quién...Me parecía hasta rastrero para mi padre y mi mejor amigo.

Vi a Lola caminar hasta su taquilla, así que me apoyé en la de al lado para poder hablar disimuladamente con ella ya que no quería que su hermano, por el momento se enterará que habíamos vuelto a hablar.

-¿Podemos hablar en 5 minutos en el despacho de la orientadora? Tengo las llaves- susurré mientras me ponía la carpeta en la boca.

Lola me miró durante dos segundos y disimuladamente levantó el pulgar de la mano izquierda, tras coger sus libros cerró su taquilla y se fue del lugar, en el trayecto que ella se iba, Sebas paso por su lado, ni se miraron, el venía directo hacía mí.

-¿Qué onda bro?- cuestiono a modo de saludo.

-¿Cómo que que onda?- lo miré serio- ¿Tú estás loco pendejo... O todo a la vez?-

-¿Por qué lo dices?- frunció el ceño.

-Distribuir el historial clínico de alguien es ilegal, genio- me pausé para intentar no alzar la voz- Y todo el puto mundo piensa que lo difundí yo y me puedes meter en un lío-

-El único que está metido en un lío es ese loco, además tu padre me dijo que sería una buena estrategia-

-¿No ves que te está usando como un peón como usa a todo el mundo?- le di en la cara- Eres más estúpido de lo que creía Santi, neta, a mi ni me lo pidió porque sabe que es un delito, pero si cachan que fuiste tú te metes en un lío tú, no mi familia- 

Crónica de un desastre anunciadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora