Capítulo 25.

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JENNY:

Llegué al aeropuerto de Australia, nerviosa fui a recoger mis maletas a la cinta. Me había puesto en contacto con mis ex suegros, que amablemente me dejaron la dirección de su nueva casa y me aseguraron que sería bienvenida.

Tras coger las maletas, salí fuera y cogí el primer taxi que vi disponible. La taxista me ayudó a meter las maletas en el maletero del taxi, una vez estuvieron dentro ambas nos subimos al auto y le indiqué la dirección.

-Tú no eres de por aquí, ¿No?- cuestiono a lo que yo negué con la cabeza- Ya decía que tu acento no era muy de estos lares...Pero tampoco es gringo, ¿Eres latina verdad?-

-Sí- respondí- Mexicana, para ser exactas-

La taxista se emociono bastante y me contó cómo había visitado México en su viaje de fin de curso en el último año de secundaria, los ojos le brillaban tanto al hablar de esa experiencia que me hacía saber que es un viaje que no olvidaría en su vida y que sin duda le encantaría poder repetirlo.

La taxista aparcó delante de la casa de los padres de Ian, tras pagarle la carrera y ayudarme a bajar las maletas se despidió de mí y se fue.

Nerviosa cogí mis maletas y me acerqué a la puerta, trague fuerte y cuando me anime le di al timbre.

Oí unas voces en el interior de la casa y pocos minutos unos pasos que se acercaban a la puerta; esta se fue abriendo poco a poco, una vez estuvo abierta totalmente pude ver el rostro confundido de un Ian que parecía que se acababa de despertar y que iba vestido con un pijama de vaqueros cabalgando hasta el atardecer.


Incrédulo se restregó los ojos, al ver que seguía ahí formó una sonrisa.

-Jenny- pronunció luego me abrazó fuertemente y me levantó por los aires- ¿Qué haces acá?- sonrió.

-He venido a darte una sorpresa- conteste mientras le miraba- Porque...Yo ya he conocido suficiente de ti- asentí- Y tú nuevo tú me encanta tanto como tú antiguo tú...Y quiero que lo volvamos a intentar porque aún sigo enamorada de ti y no creo que nunca pueda querer a un chavo en la manera en la que te querido a ti-

-Yo...-Ian sonrió mientras me bajaba al suelo y me rodeaba la cintura- También me encantas, me encantan todas tus versiones- me acarició la mejilla- Y yo tampoco he dejado nunca de quererte o de estar enamorado de ti...- asintió- Quiero que estemos juntos otra vez- se mordió el labio mientras miraba los míos- Lo quiero mucho-

Sonreí y mientras le rodeaba el cuello lo comencé a besar intensamente, se sentía como si todo volviera a tener sentido, como si tener las cosas claras con Ian fuera lo que me hiciera falta para estar completamente en paz.

-¿En serio has pasado de Cancún para estar conmigo?- asentí a su pregunta- Esto es de locos- sonrió muchísimo- ¿Y qué hay de tu tradición de estar con tus amigos durante las vacaciones de Navidad?-

-Pase algunos días con ellos en Cancún- resolví su duda- Pero ayer cogí un vuelo para acá, y bueno, aquí estoy un treinta de diciembre-

-Es sin duda el mejor regalo de Navidad que he tenido nunca- me cogió la mano sonriendo y luego deposito un leve beso en esta- ¿Te parece que me vista y te enseñe un poco Adelaida?-

Adelaida era la ciudad en la que su familia se había establecido, es la capital y la ciudad más poblada de Australia Meridional y la quinta más grande de Australia.

Ian me ayudo con el equipaje, que lo dejó en la habitación de invitados, después fue a su habitación, una vez allí se quito ese pijama tan horroroso y se puso una camisa lisa azul junto a unos vaqueros azules y unas deportivas blancas con rayas azules.

Crónica de un desastre anunciadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora