~Nineteen

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El día había llegado. Recostado en su cálida cama, JB comenzaba a ponerse nervioso. Por muy loco que pareciera ese día iba a poder compartir con aquella chica que se había vuelto parte de sus pensamientos.

Mientras se arreglaba y arrancaba su mañana, recordaba la no tan breve charla que mantuvo con su hermano menor la noche anterior.

El ser un hombre mayor, y haber experimentado el juego de la "casita", con mujer e hijos de por medio, no quitaba que los nervios lo estaban llevando al límite. Necesitaba hablar con alguien y quién mejor que su pequeño Mark.

- Perdona por venir así. Siempre vengo a último momento por un consejo. – Había comenzado a disculparse ni bien se adentró en el departamento que su hermano compartía con sus amigos. - ¿Los Chicos?

- Ya sabes, como empezaron las vacaciones aprovecharon en ir a visitar a sus familias. Y no pidas perdón, ésta también es tú casa. ¿Los niños bien? ¿Paso algo con Betania? – Indagó mientras dejaba a su hermano en el pequeño living improvisado y se dirigía a la cocina por algo de beber.

Jae inspeccionó el lugar, tenía una leve fijación por las fotografías, y una de las paredes estaba decorada con fotos nuevas. Sus pies lo llevaron hasta aquel lugar donde empezó a repasar las mismas. En una se encontraba Mark, junto a él y su cuñado YoungJae. En otra: Mark abrazaba a sus amigos Lynn y Robert. Muchas fotos de su pequeña Keyla y una en particular que hizo que sus ojos brillen de emoción: Una foto de su hijo Tommy. No había fotos de sus padres, ni de Nina.

Al volver al living, y no obtener las respuestas que esperaba, dejó las tazas sobre la mesa ratona y se acercó a su hermano, mirando lo mismo que él.

- Extraño mucho al enano. – Dijo tomando la foto en sus manos para verla de más cerca con su hermano.

- Yo también. – JaeBeum era un hombre tan transparente que no hacía falta preguntarle específicamente lo que le pasaba. Extrañaba a su hijo, claro que sí. Y el tenerlo lejos le dolía muy en el fondo de su corazón.

Im Thomas era su hijo. Desde que se enteró de que venía en camino y se confirmó su sexo, Jae se había vuelto loco y obsesivo. Había preparado el cuarto de su segundo ángel con colores pasteles, una mezcla de amarillo y verde. Había comprado muchos autitos y balones de todo tipo: Básquet, Futbol americano, beisbol, tenis, golf. No se iba a poner exquisito, le tenía preparado un abanico de opciones para que más adelante el pequeño elija su deporte favorito.

Su, entonces, esposa se burlaba diciendo que era un exagerado. Que no había necesidad de llenar el cuarto del bebé con tantos juguetes.

Mark también estaba emocionado por la llegada del pequeño, a tal estado que se gastó su primer sueldo en una diminuta guitarra eléctrica, la que posaba en un estante sobre la cuna. De seguro el niño recién a los ocho años podría empezar a usarla.

Nina, por su parte, no se encontraba tan embelesada por la novedad. Ya tenía a su sobrina predilecta, casi una copia exacta de ella. Y con eso le bastaba. Sólo le había comprado al "heredero" unos delicados escarpines blancos. Nada más.

La llegada de Tommy dejo a todos sumidos en un ambiente de paz y amor, que se vio amenazado con los breves ataques de "ansiedad" de la madre.

Jae se pavoneaba con sus hijos en brazos, alegando ser el hombre más feliz del universo. Su corazón rebozaba de felicidad. Hasta que un día... El castillo de naipes se desmoronó ante sus ojos, junto con la mitad de su corazón.

Una tarde, mientras descansaba con su hijo en brazos y esperaba que Betania vuelva de buscar a Keyla en la escuela, recibió una – no muy grata - visita.

- "Mi nombre es tal y vengo a reclamar la tenencia de mi hijo". –

Ante tamaña sorpresa Jae-Beom no pudo reaccionar. Espero junto al extraño la llegada de su mujer, que al verlos entró en crisis.

Betania jamás negó los hechos. Llegaron a un acuerdo por las buenas y se divorciaron en santa paz. El único problema es que ella no lo dejaba ver al niño.

Mark carraspeó volviendo a la realidad a su hermano.

- Ven... vamos a sentarnos ¿Qué es aquello que lo tiene tan preocupado al señor Im?

Jae sonrió acatando las órdenes del menor.

- Yo... bueno yo... aaaaaaaay~ - Dijo tapándose la cara con ambas manos.

- Es una chica. – Mark comenzaba a reírse de su propio descubrimiento. – Hombre vas por los 25 años y aún te pones así por una chica.

- Yaaaaa. Sí, es una chica. Y una muy bonita, por cierto. Pero.... Antes que nada no puedes contárselo a...-

- Es una jodida broma, ¿verdad? – El rubio frunció las cejas en evidente molestia. – Jamás le diría nada a la obsesiva/posesiva de tu hermana.

- También es tú hermana. –

- En otro capítulo aclararemos eso, ahora vamos al grano: Una chica.

- Si, así es. Tiene 18 años recién cumplidos. Trabaja en el Fairy Tales, la tienda favorita de Keyla.

- Debe ser nueva porque la última vez que la peque me llevó había una embarazada que de bonita y simpática ni sus luces.

- Se llama Summer. Summer Wang.

- Mira tú, como tu amiguito Jack...- Mark se mordió la lengua cerrando los ojos con fuerza. Ya veía venir la que se avecinaba.

– En mi defensa no sabía que tenía una hermanastra. No fue mi intensión fijarme en ella.

-Nadie tiene esa intensión. Tranquilo. El problema es el hermano.

- Hermanastro. – Corrigió poniendo los ojos en blanco.- Es un tema delicado. El asunto es, amado hermano, que mañana nos veremos. Gracias a tu amada sobrina que se encargó de invitarla a nuestros martes de picnic.

- Sacando al idiota del siglo, ¿Cuál es el problema si accedió a ir con ustedes? Encima le cayó bien a mi peque.

- Ja, ja. – Balbuceo recordando todo lo que lo llevó a presentarse en ese departamento. – El problema es que Keyla se encargó de invitarla y dejarme muy mal parado por cierto, porque no pude dirigirle ni la puta mirada.

- Uso el "Mi papá no tiene novia" ¿verdad? Eso se lo enseñe yo. – Dijo el rubio riendo estruendosamente.

- ¿Vas a ayudarme o no? – Preguntó ofuscado.

- Ya me había olvidado de lo tímido que eres. Vas a actuar normal. Trata de hablar cosas prudentes y no quedarte callado, sino creerá que eres estúpido. Y por favor mírala cuando te cuente algo.

- ESE es el problema. Me aterra mirarla.

- Eres increíble. Lo mismo te amo. – Tiró un beso volador que JB esquivo.- Mira, es una chica no un monstruo. No creo que quiera abusar de ti.

- Lo hice una vez, cuando la conocí y esos ojos... Dios se podía ver el universo en ellos.

- Carajo, te hemos perdido. – Exageró alargando la última vocal. – Bien, trata de ser natural, evitar los chistes y si tanto te "aterra", no la mires. Vas a estar con tu princesita así que de seguro ella sabrá hundirte mejor. Digo, digo...

- Ya lo sé. Gracias. – JB le sonrió, lo poco que lo había ayudado servía de mucho para calmar sus nervios. – ¿Podrías prestarme la "nena"?

Mark se sorprendió por el pedido pero, sin indagar el por qué necesitaba su autito teniendo semejante camioneta familiar, le tiro las llaves.

- Me la cuidas. Nada de comida chatarra, nafta barata, ni mucho menos SEXO. No lo hago yo, menos tú.

Con llaves en mano, JB sonrió ante las advertencias de Mark. Un poco más relajado repasó mentalmente lo que tenía que hacer: ir por los víveres, a buscar a su pequeña, y pasar por el Fairy Tales por su cita, no cita.

- "Actúa normal, no hables de más, cero chistes..." - Repetía mentalmente.

Le esperaba un largo día.

Touch~ (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora