~Twenty Three

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Luego de un agradable día junto a sus nuevos amigos, Summer volvió muy animada a su casa en compañía de su padre que no dejaba de preguntarle cosas. Summer resumió sus andanzas con un simple: - "Jolle y yo salimos a caminar después del trabajo"- . Ganándose por parte del simpático hombre: - "Me gusta que salgas a divertirte. Ella me agrada".

Al llegar, Amelia le ofreció cenar cosa que ella se negó con una gran sonrisa en el rostro para luego ir a refugiarse en su habitación excusándose con que estaba cansada. ¿Desde cuándo la mocosa se dignaba a sonreírle y sonar tan cortés?

- ¿Quién es esa chica y qué paso con mi hija?

- Nuestra hija está más animada desde que conoció a su compañera de trabajo. Necesitaba salir del escondite y sociabilizar. – Le contestó su marido recibiendo el plato de comida.

- Mira, con que no me salga con que la "compañerita" terminará siendo mi nuera... por mí está bien. – La verdad Amelia no se tragaba ese cuento. Su instinto y olfato la llevaban a pensar que todo tenía que ver más bien con un chico.

- Amelia... nuestra hija es grande, ha demostrado ser muy madura y responsable. Al menos sabemos lo que hace y con quién. ¿Podrías decirme en qué cama durmió anoche nuestro hijo? No.

Claro que no podría contestar a eso, el maldito se había esfumado. De seguro andaba con alguna tipa revolcándose como bien lo sabe hacer. No contestó sus mensajes ni llamadas. 

Al pensar en eso la furia comenzó a florecer.

- Siempre piensas mal de él. Podrías darle algo de crédito, capaz que esté con sus amigos trabajando en su banda. – 

Daniel la observó por unos minutos. Sonaba convencida de lo que decía, pero su rostro demostraba otro tipo de sentimiento. 

Masticando lentamente, bajo las manos ubicando los cubiertos en ambos lados del plato. Luego entrecerró los ojos para mirarla. Su mujer lucía nerviosa, ansiosa, estresada.

- Sabes...- dijo llamando su atención. – últimamente te noto muy cansada. Pasas mucho tiempo en casa con los chicos, o en el spa con tus amigas, o en el club.

- ¿Qué tiene de malo? – Preguntó hundiéndose de hombros, tragando duro en el proceso. 

- ¿Cuándo fue la última vez que viajamos? – 

Daniel era un muy buen observador. Su profesión lo había curtido de ciertos dotes y uno de ellos era: saber analizar cada gesto, movimiento.

- No lo sé. Hace tres años.- Contestó concentrada sirviéndose ensalada.

- Dos. Dos años. Summer tenía 16.

Amelia recordaba los dulces 16 de su hija, como no... Si pudiera se borraría la lamentable imagen de su cabeza. Summer estaba semi desnuda encima de Jackson en la habitación de este último. Disfrutando de sus caricias, sus besos, sus gemidos. Los infelices sí que disfrutaban de la ausencia de sus padres. Desde ahí jamás volvió a dejarlos solos, convirtiéndose en la maldita sombra de los dos.

- Wang... 

- ¿Qué opinas si nos vamos a Bahamas el próximo mes? O podríamos ir a visitar a Ruth.

-¡NO! – Contestó exaltada, lo último que quisiera en su vida es ver a su hermana. – Bahamas suena bien. Pero... ¿Qué harán tus hijos con el trabajo y la banda?

Daniel volvió a tomar los cubiertos sonriendo con malicia.

- Yo me refería a nosotros dos. Deja a mis hijos en casa, tienen vida propia. Si aceptas... mañana mismo saco los pasajes. 

Amelia elevo las comisuras de sus labios para aceptar encantada. Después de todo un viajecito jamás está de más.

- Acepto. Nos vendría bien relajarnos un poco. – 

Daniel terminó de comer y se levantó de la mesa. Cuando pasó detrás de su esposa se agachó para darle un beso en la coronilla. – Te espero en la habitación, querida. Así ultimamos detalles. – Golpeando suavemente el hombro descubierto de la mujer desapareció de la habitación.

"Vamos donde tú quieras querido, pero ni pienses que los dejaré en paz". – Pensó mientras terminaba su bebida.

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- ¡Al fin te veo! Ya quiero los detalles. TODOS los detalles. – Exigía a viva voz Jodelle. 

- Si dejas que me acomode primero. Aunque... no hay mucho que contar. La pasamos bien, tranquilos alejados del bullicio de la ciudad. – Summer intentaba restar importancia al asunto, prometiéndole a su amiga que en el descanso hablarían de todo.

Cosa que no pudo calmar las intrigas de la rubia. Cada vez que un cliente se marchaba comenzaba con las preguntas, persiguiéndola por todo el local, mientras hacían inventario, reposición, limpieza.

- ¿Se besaron?

- No. – Contestó Sumi mientras ponía los ojos en blanco.

- ¿Cómo qué no? – Ante el gesto de obviedad de la joven Jolle se contestó a sí misma. – Claro... la niñita.

- Ajam... por cierto conocí a su hermano menor. Muy simpático. Se llevaría bien con cierta rubiecita fastidiosa. 

- ¿Soltero? ¿Casado? ¿Hijos? – Jolle comenzaba a morderse las cutículas en clara señal de nerviosismo.

- Tiene una amiga muy, muuuuuy cercana. La única de la que se acordó en toda la cena.

- ¿CENASTE CON ELLOS? – Casi pierde los ojos ante tamaña información.

- Sí. Me invitaron a cenar y acepte. Más gente, menos tensión. 

- A este paso terminarás conociendo a tooooda su familia.

- ¿Sabes? - Dijo sentándose de una buena vez frente a la caja registradora. Sonriendo ante el recuerdo. – Él es muy agradable. Tímido, eso sí. Le cuesta mantener la mirada, me esquiva cada vez que hablamos. Pero de lejos se ve que es una buena persona.

- Vaya. ¿Cuándo se volverán a ver?

Summer rió con ganas, su amiga se veía más ansiosa que ella.

- No lo sé. – Dijo hundiéndose de hombros.

- Solo espero que esta vez sea una verdadera cita. Solito los dos. Cenando a la luz de las velas, o la luna, en algún lugar romántico y/o – por qué no – privado. 

- No estuvo mal para ser una primera cita.

De pronto alguien más se unió a la conversación, haciendo sobresaltar a las jovencitas. Aquel muchacho hizo que Summer se tensara de inmediato, arrepintiéndose en el acto de aquella conversación.

- Vaya, vaya... con que una cita. Quien diría Summer... Quien diría. 

Touch~ (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora