Hermes Stärke, dueño de la Empresa Petrolera Stärke. Concentrado plenamente en mantenerla en pie y otros problemas personales, por ejemplo, cazadores. Quienes aparecieron ya hace varios años atras. Pero aun asi, Hermes parecia tenerlo todo controlad...
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Me adentro al auto y respiro profundamente. Esta vez Hermes se coloca de piloto y a los segundos empieza a conducir.
— ¿Que fue eso?— Miro hacia adelante, mientras escucho su pregunta
— ¿Que cosa?— Murmuro, sin mirarlo
Perdi el control, no debi perder el control. No debi llamar la atención.
Froto mi frente y noto mis manos temblorosas.
— El golpe que le diste, apenas hiciste un movimiento y le rompiste la nariz.— Cierro los ojos y pellizco mis cejas
— Solo lo golpee.— Murmuro de vuelta, aprieto mi mandibula
Agradezco que se haya callado porque sino terminariamos en un accidente.
Muevo mi pie inquieta, obligo a mi respiracion mantenerse relajada. Pero en realidad quiero que este agitada, quiero gritar, golpear algo.
Apreto mis puños y sigo frotando mi frente, pellizcando cada tanto un poco de piel. Tal vez asi se detenga.
Llegamos a la casa y el auto no termina de frenar por completo que ya me bajo.
— ¡Octavia!— Empiezo a caminar y aprovecho que no hay nadie a mi alrededor para dejar que mi respiracion se agite por si sola. Tomo grandes bocanadas de aire y luego las expulso
Sigo caminando rigida y con mis puños apretados, sintiendo el filo de mis uñas lastimarme.
Abro la puerta y corro hacia las escaleras, entro a la habitacion y busco rápidamente mi maleta. La coloco sobre la cama y busco desesperadamente mis pastillas.
— No...— Susurro al no encontrarlas. Saco toda ropa y busco hasta los rincones. Me alejo y tomo mi cabello entre mis manos, lo tiro con fuerza y gruño — mierda.
Miro la almohada y me acerco rápidamente a esta. Entierro mi cara en esta y dejo que un grito desgarrador salga de mi garganta.
— ¿¡Octavia!?
Respiro agitado, escuchando la voz de Hermes a lo lejos. Me alejo de la almohada y corro hacia el baño, cierro fuertemente la puerta y a los segundos lo escucho ingresar.
— ¿Octavia?— Escucho sus pasos y luego como golpea la puerta del baño — ¿Estas bien?
— Si.— Muerdo mi labio con fuerza — Se me revolvio el estomago, eso es todo.
— De acuerdo. ¿Necesitas algo?
— No, gracias. Vete, por favor.— Trago saliva y segundos despues escucho sus lentos pasos alejarse
Bufo, cuando escucho la puerta ser cerrada. Me doy vuelta y me desplazo por la puerta. Cierro fuertemente los ojos y golpeo el piso un par de veces.
Respiro profundo.
Controlate.
Esas palabras la escuche tantas veces, y no solo de otras personas. Ya perdí la cuenta de cuantas veces me la repeti a mi misma.