Alcancé a Brad en la cafetería, cuando estaba ya sentado junto a Fedrah en la que habíamos bautizado como nuestra mesa. Cogí una bandeja con comida y me senté junto a ellos.
-¿Y bien?- me preguntó Brad, nada más sentarme.
-Quiere ayudarme con la actuación.
-¿Y que le has dicho?
-Pues… que sí. Se supone que es su deber y esas cosas.
-Hola, estoy aquí y quiero formar parte de la conversación, ¿puede alguien explicarme de que habláis?- se quejó Fedrah.
-Styles quiere que actúe en la función de invierno- le conté, con un suspiro- y me ha dicho que me ayudará a prepararme.
-Sabes que también tienes que bailar, ¿cierto?
Asentí con la cabeza mientras revolvía con el tenedor mi plato de ensalada. Iba a ser una función demasiado estresante para mi. No estaba segura de poder soportar tanta presión.
-No te agobies, Alexia. Seguro que Styles consigue que aprendas a controlar tus nervios y que todo salga perfecto.
Brad tenía razón. Aún faltaban dos meses para la función y tenía todo ese tiempo para prepararme con Harry. No tenía porqué salir mal.
Terminamos de comer con tranquilidad, hablando sobre los planes para esa noche. Fedrah quería salir de fiesta y emborracharnos hasta no recordar nada, y Brad parecía estar de acuerdo. Lo pensé durante unos segundos. Hacía tiempo que no hacía algo así. Últimamente, cada vez que salía, me tomaba un par de cervezas y para las dos de la madrugada ya estaba en casa. Nada de borracheras ni desfases ni similares. Acepté el plan que proponían mis amigos y quedamos que iríamos a cenar a mi casa y luego saldríamos.
Como siempre, al salir de la última clase, Brad nos esperaba en el aparcamiento para llevarnos a las dos a casa. Primero dejaba a Fedrah y por último a mi.
-¡Nos vemos a las nueve!- exclamó mi amiga corriendo hacia su casa.
La despedimos con un gesto de nuestras manos y Brad continuó su camino hasta mi apartamento.
-Luego nos vemos- le dije, depositando un beso en su mejilla.
Él sonrió de lado, haciendo que dos pequeños hoyuelos aparecieran en sus mejillas. Era tan adorable, que me daban ganas de pasar el día abrazándole.
-Hasta luego- se despidió cuando cerré la puerta de su coche.
Lo vi alejarse y luego entré en el edificio, justo cuando unas pequeñas gotas empezaban a caer desde las nubes grises que cubrían por completo el cielo.
Entré en mi apartamento sintiendo que me pesaba demasiado el cuerpo. Estaba tan cansada que solo podía pensar en cómo se sentiría estar dentro de mi cómoda y calentita cama. Me quité los zapatos, dejándolos tirados por el pasillo sin cuidado alguno. Me desabroché el pantalón mientras entraba en mi dormitorio y agarré una vieja camiseta que me llegaba por los muslos. No me preocupé por nada más que por evitar que mi cabeza chocara contra la pared cuando me dejé caer de cualquier forma sobre la cama.
El insistente sonido del timbre me hizo abrir los ojos de repente, sobresaltada. Miré el reloj que había sobre mi mesita de noche para comprobar la hora. Eran más de las nueve. ¡Había dormido toda la tarde!
Miré por la ventana, y efectivamente, el cielo ya estaba completamente oscuro. Resoplé y me levanté de la cama justo cuando el timbre volvía a sonar.
-¡Ya va!- grité por el pasillo mientras me acercaba a la puerta.
Abrí aún con los ojos cerrados de sueño y me encontré con una Fedrah que tenía los brazos cruzados, en pose de desaprobación.
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Art for three (h.s, b.s)
Teen Fiction"Ella era la más bella obra de arte que había visto en mi vida, y como toda obra de arte, debía ser admirada, no solo por mi, sino por el mundo entero."