VEINTIOCHO

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Entré a la cafetería más cabreada incluso que antes de hablar con Harry. Me dejé caer en la silla, de mala leche.

-Eh, controla a tu fiera interior- me dijo Fedrah, sonriendo burlona cuando me senté en junto a ellos.

-Al, ¿estás bien?- me preguntó Brad.

-¡Es que es idiota!- me quejé- es un inmaduro, un celoso y un capullo y no quiero volver a verle en mi vida.

Todos los que estaban en aquella mesa sabían lo de mi relación con Styles, incluida Fedrah.

-Ya bueno- me respondió ella, pinchando su ensalada- solo tendrás que verlo todos los días el resto del cuatrimestre.

Cubrí mi rostro con mis manos y bufé.

-Que le den, se acabó.

Pude ver como James ponía los ojos en blanco mientras mordía su enorme hamburguesa.

-Ya, creo que vas a tener que aclararselo a él – dijo Brad, con una extraña mueca en su rostro- porque viene hacia aquí.

Levanté la cabeza y vi como atravesaba la cafetería, con su mirada fija en nuestra mesa.

-Y una mierda- murmuré, agarrando mi bolso y saliendo a toda prisa de allí.

Usé la puerta de atrás de la cafetería, la que daba al patio interior de la facultad y me escabullí hasta el baño de chicas. Una vez allí dentro, resoplé. Que le den, no quería hablar con él.

La puerta se abrió de repente y un Harry con el pelo revuelto apareció allí. Me acorraló contra la pared y atacó mi boca, con necesidad. Al principio me quedé paralizada, incapaz de reaccionar, pero un segundo después, le empujé con fuerza, para separarle de mi. Cuando me quise dar cuenta, había estampado mi mano en su mejilla.

Harry se acarició la zona dolorida y me miró, con las culpabilidad latiendo en el fondo de su mirada verde.

-Vale, lo pillo estás cabreada- me dijo, levantando las manos.

Me crucé de brazos, apoyando mi espalda en el lavabo. Arqueé una ceja y le vi suspirar.

-Está bien, Alexia, lo siento- me dijo, acercándose a mi.

-No me toques- musité en cuanto vi sus intenciones de agarrarme la mano.

Harry resopló, apoyando su espalda en la puerta de uno de los servicios.

-¿Podemos al menos hablar?

-¡No tengo nada que hablar contigo!- exclamé, ya harta de sus cambios de humor- He llegado tarde y me has echado, genial. Se acabó.

-¿Se acabó que?- preguntó, volviendo a acercarse a mi.

-Déjame en paz- susurré, agarrando mi bolso e intentando salir de allí.

Él me agarró por los brazos y tiró de mi hacia su cuerpo. Podía leer en sus ojos el arrepentimiento. Sabía que acabaría perdonándole, pero no todavía. Hasta que no se diera cuenta de que las cosas no podían ser así, pensaba estar enfadada con él.

-Tengo que irme- sentencié, librándome de su agarre y saliendo del baño.

Fedrah y yo salimos juntas de clase, derechas hacia una sala de actuación que habíamos reservado para ensayar esa tarde. Brad y James iban a ser nuestro público e íbamos a hacer una especia de simulacro, como si fuese el día de la función. Fedrah bailaría y yo cantaría mi canción. Ellos debían puntuar nuestras actuaciones, con honestidad.

-Estoy muy nerviosa, Ale- me dijo mi amiga.

Tanto ella como James se empeñaban en llamarme así, y gracias a ellos, la mayoría de la gente a la que había conocido en la facultad me decía de esa forma. Sin embargo, para Brad era simplemente Al. Era su diminutivo especial y me encantaba. Harry, por el contrario, insistía en usar mi nombre completo.

-Tranquila, Fedrah, solo son Brad y James, estamos hartas de hacer el tonto delante de ellos.

-Ya pero...

Arqueé una ceja, intentando comprender lo que quería decirme. Estaba nerviosa por James, no había que ser un genio para descubrirlo.

-Relájate, ¿si?

Ella puso los ojos en blanco mientras abríamos la puerta y entrabamos. Sentados en el borde del pequeño escenario estaban ya James y Brad. James le estaba contando algo que parecía bastante gracioso a mi amigo pero en cuanto nos vieron entrar, se callaron, como si hubiesen visto un fantasma.

-¿Y bien?- pregunté, acercándome a ellos.

-Y mal- rió James mientras yo golpeaba su hombro.

-Venga, sentaros ahí y vamos a acabar pronto con esto.

Brad sacudió sus rizos y agarró mi brazo, tirando de mi hacia su cuerpo.

-¿Has hablado con Styles?- me preguntó, en un susurro.

Negué con la cabeza. Desde el incidente del baño no había vuelto a verle y, la verdad, lo prefería así.

Brad frunció sus labios y me soltó. Fedrah ya había colocado su pen-drive en el equipo de música, así que me senté en un lateral del escenario, con las piernas cruzadas y esperé a que empezase a bailar.

La música, una melodía lenta, llenó por completo la sala. Fedrah se colocó bien las zapatillas de ballet y cerró los ojos, respirando profundamente. En cuanto el ritmo de la canción cambió, ella comenzó a moverse como tantas veces había practicado. Parecía que había nacido para eso. La observé boquiabierta, como cada vez que bailaba. Sabía que yo no bailaba mal, me lo había currado lo suficiente en mi vida como para considerarme una buena bailarina, pero no era Fedrah. Ella parecía tener un don natural y no la veía tan cómoda, tan feliz, tan a gusto como cuando bailaba.

Estaba tan absorta en sus movimientos que no me di cuenta de lo que estaba pasando en las butacas. Hasta que no escuché el grito de Brad, no reaccioné. Todo ocurrió muy rápido.

Fedrah tropezó con sus propios pies, pero eso no le impidió bajar corriendo del escenario. Giré la cabeza y el terror se apoderó de mi cuerpo. Mis piernas no reaccionaban, estaba paralizada por el miedo. Pero algo se activó dentro de mi y corrí hacia mi primo, ese que era para mi como un hermano y que ahora estaba tirado en el suelo, inconsciente.  

Art for three (h.s, b.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora