VEINTITRES.

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Me había quedado paralizada, incapaz de reaccionar. La mirada de Brad era dura y me dolía en lo más profundo de mi corazón, no por su ceño fruncido que pretendía parecer cabreado, sino porque sus ojos demostraban que en realidad, estaba decepcionado y dolido. Cerré los ojos con fuerza, aguantando las lagrimas. Yo sabía que lo mío con Styles no podía traer nada bueno, pero lo último que esperaba era que afectara a mi amistad con Brad.

-De... déjame que te explique- le rogué, en un susurro.

-No quiero que me expliques nada, Alexia.

-Pero Brad...

-Nunca pensé que caerías tan bajo, pero sobre todo, nunca pensé que me lo ocultarías de esa forma. Creía que eramos amigos.

-¡Somos amigos!- grité, angustiada.

-Yo nunca engaño a mis amigos.

Y sin decir nada más, dio media vuelta y se alejó por el pasillo.

Me dejé caer de rodillas en el suelo, incapaz de reaccionar de otra forma que no fuese llorando. Estallé de repente, soltando todo lo que había acumulado en mi interior desde el primer día de clase. Me encogí sobre mi misma, deseando desaparecer de la tierra en ese mismo momento.

Alguien me agarró por los hombros y me levantó del suelo, mientras me estrechaba con fuerza entre sus brazos.

-Tranquila enana, ya pasó, ¿si?

-Me odia, James, Brad me odia- sollocé, incapaz de cesar mi llanto.

-No te odia, solo esta dolido porque le ocultaste tu secreto más importante. Se le pasará, te lo prometo.

Quería creer a mi primo, pero, en ese momento, simplemente no podía. Tenía la sensación de que estaba perdiendo la parte más importante de mi vida y no podía hacer nada para evitarlo.

-Tengo que hablar con él- le dije a mi primo- tengo que decirle lo que ha pasado, no puedo perderle James, tengo...

-Tranquila Alexia, no vas a perderle, ¿si?

Asentí con la cabeza.

-Ve al baño y límpiate esa cara, anda. Te espero aquí y comemos juntos lejos de la facultad.

No quise llevarle la contraria, así que hice lo que me dijo y poco después estábamos haciendo cola en un McAuto de las afueras de la ciudad, donde solíamos ir cuando alguno de nosotros estaba deprimido. Y yo nunca había estado más deprimida que en ese momento, así que me pedí el menú más grande y grasiento que podían ponerme.

No surtió el efecto que yo esperaba. Las duras palabras de mi amigo resonaban sin piedad en mi cabeza, como si fuese una bomba a punto de estallar.

-Tengo que hablar con Brad- le dije a mi primo de repente- no puedo perderle...

Estaba a punto de echarme a llorar, pero mi primo me abrazó con fuerza y me llevó hasta el coche. Me obligó a sentarme en el asiento del copiloto y me puso una alegre canción en la radio, lo más fuerte que sus altavoces le permitían.

-No quiero que pienses en eso. Déjale unos días y se le pasará, estoy seguro. Habla mañana con él, pero no le presiones. Y ahora, vamos de fiesta.

-Son las cinco de la tarde de un martes, ¿que fiesta esperas encontrar?

Mi primo achinó sus ojos, como si acabase de retarle. Me encogí de hombros, dando a entender que no sabía que era lo que estaba maquinando.

Arrancó y se alejó en dirección contraria al centro de la ciudad. Avanzamos por la carretera principal que iba hacia los pueblos que rodeaban la capital, provocando que cada vez estuviese más confusa.

Art for three (h.s, b.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora