ONCE

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El centro comercial estaba tan lleno de gente que costaba andar con normalidad por los pasillos. Brad, Ferdah y yo, con las manos llenas de bolsas, seguíamos a la búsqueda de nuestro disfraz perfecto. Mientras que mi amiga tenía una idea perfecta de lo que quería, yo aún tenía un debate mental entre las 200 ideas diferentes que había visto en internet.

-Vamos a entrar ahí- señaló Fedrah.

Era una pequeña tienda, en la que apenas había gente.

Me encogí de hombros y la seguí hasta allí. La dependienta era una señora mayor, que tenía una enorme nariz con una verruga. Me reí interiormente por aquel cliché estúpido. Nada como una mujer que parece una bruja para atender en una tienda de artículos de Halloween. Me paseé entre los estrechos pasillos llenos de disfraces de todo tipo. Removí entre los percheros esperando encontrar algo que llamase al menos mi atención, sin éxito alguno.

Brad apareció de repente, con un vestido exageradamente corto entre sus manos.

-Yo creo que este te sentaría bastante bien.

Le golpeé con mi puño en el hombro y luego le arrebaté la percha de las manos.

-Para esto prefiero ir desnuda.

-¿Quien te lo impide?- insinuó, levantando las cejas.

Puse mis ojos en blanco y proseguí con la búsqueda. De pronto escuché un grito de alegría y deduje que procedía de Fedrah, lo que significaba que había encontrado algo que le gustaba. Me acerqué hasta ella y vi lo que sostenía entre sus manos. Era una especie de pijama lleno de sangre y agujeros, que parecía bastante real.

-¿Estás segura de que eso no pertenecía a ningún cadaver?- preguntó Brad, señalando el disfraz.

Fedrah le sacó la lengua y nos mostró una especie de conejo de peluche diabólico que venía como complemento al disfraz.

-Decidido, me quedo con este- nos confirmó, sonriendo ampliamente- ¿tu has encontrado algo, Alexia?

Negué con la cabeza.

-Pues sigamos buscando, venga.

La siguiente media hora nos la pasamos mirando todos y cada uno de los disfraces de aquella tiendecita. No había nada que me convenciera del todo. Estaba a punto de desistir cuando encontré algo que llamó mi atención tirado en una esquina, debajo de unos disfraces horribles de calabaza. Lo saqué y lo puse por encima de mi cuerpo, viendo la largura. Fruncí el ceño y lo observé más detenidamente. Era una especie de vestido negro, con las mangas largas y un palmo más alto de la rodilla. Estaba roto a tiras, tanto la falda como las mangas y el cuerpo del vestido era ceñido hasta la cintura. Tenía un escote que enseñaba lo justo pero que era absolutamente provocador. A juego con él, iban unas alas negras que colgaban por detrás de la espalda, como si estuviesen caídas pero con volumen. Me imaginé llevando aquel disfraz a la fiesta y me gustó. No quise darle más vueltas y caminé hacia la caja para pagarlo.

-¿Ya lo tienes?- me preguntó Brad, caminando hacia donde me encontraba.

-Ahá- afirmé- pero no lo veréis hasta la fiesta.

Fedrah se quejó, diciendo que era mi mejor amiga y se merecía ver mi disfraz antes que nadie, pero ni siquiera así me convenció. Salimos de la tienda cargando con las bolsas y corrimos hacia el coche de Brad antes de que se caducase el ticket del parking.

-Vamos a mi casa, necesito cenar algo y ducharme antes de ir al micrófono abierto- supliqué.

Mi amigo simplemente me sonrió y emprendió el camino hacia mi apartamento.

Cuando llegamos, dejé todas las bolsas tiradas en el salón de cualquier manera, excepto la del disfraz. De verdad quería impresionar a mis amigos en la fiesta. No quería que ninguno viese el disfraz hasta el viernes.

Me metí a la ducha y con rapidez, me sequé, me vestí y me arreglé el pelo de cualquier manera. Aún estaba húmedo cuando entré a la cocina para unirme a la comilona de mis amigos.

-Si alguno os queréis duchar, es vuestro momento.

-Yo me duché antes de ir al centro comercial- me informó Fedrah, dando un enorme bocado al trozo de pizza que tenía entre sus manos.

Brad asintió, como queriendo decir que él había hecho lo mismo. Al mirarle vi que tenía la boca manchada de tomate. Ahogué una risa y cogí una servilleta de la mesa para limpiarle. Fedrah se levantó en ese momento para ir al baño, dejándonos solos inconscientemente.

-Ven que te limpio, anda- le dije, agarrándole del brazo.

Él aceptó y puso so boca a la altura de mis ojos. Cuando me dí cuenta de lo cerca que estábamos, un escalofrío recorrió mi cuerpo de arriba abajo. Intenté que no se notara mucho que mi corazón había aumentado considerablemente su velocidad, aunque podía escuchar los latidos a kilómetros de distancia. Le limpié los labios con cuidado y me quedé más tiempo del necesario disfrutando de su cercanía.

Estaba confusa. Brad provocaba tantas cosas en mi que ni si quiera yo podía entenderlo. Nunca había tenido un mejor amigo y quizás por eso estaba confundiendo todo. Tenía que ser eso. Cualquier otra explicación era demasiado complicada para mi pobre y remendado corazón.

Me alejé de repente al escuchar los pasos de Fedrah por el pasillo. Agarré un trozo de pizza y me lo comí de un solo bocado. La comida era lo único que me distraía de mis locos pensamientos.

-¡Venga!- apresuró Brad cuando Fedrah volvió a la sala- tenemos que irnos ya. Ale, come por el camino. Venga, venga, venga.

Me cogió de la mano y tiró de mi hacia la salida. Apenas tuve tiempo para agarrar mi bolso y una chaqueta antes de que me sacara a rastras de casa.

Cuando me quise dar cuenta, estábamos en el pub, rodeados de gente y con una cerveza en las manos.

Pero eso no era todo. Al cabo de un rato, conseguimos sentarnos en una mesa con unos amigos de Brad, más cerca del escenario. Colgué la chaqueta en el respaldo de la silla justo en el momento en el que el presentador anunciaba al siguiente participante.

-Señoras y señores, Harry Styles.

¿Qué?

Por un momento, deseé haber oído mal, pero cuando me giré, volviendo mi vista al frente, sus ojos verdes se clavaron en mi, petrificándome.

Ahí estaba, vestido entero de negro y con sus rizos despeinados sujetos por una bandana. Y lo peor de todo es que, con toda la gente que había en aquel local, su mirada y su sonrisa iban exclusivamente dirigidas hacia mi.



Art for three (h.s, b.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora