TREINTA

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-¿Y bien, doctor?

Tardó cinco segundos en responder, pero me parecieron horas. ¿Por qué no hablaba ya? ¿Eso era una mala señal?

-Ha dado negativo- dijo con una sonrisa.

Abrí mucho la boca y la cubrí con mis manos, evitando gritar de alegría. Lo que no pude evitar fue abrazar al médico con todas mis fuerzas.

-Gracias, gracias, gracias- repetí un millón de veces, con una felicidad tan grande que no me cabía en el pecho.

Le solté, un poco avergonzada y me disculpé por mi efusividad.

-Tranquila, suele pasar. De todas formas, le haremos un par de pruebas más-me informó- no estamos seguros de la causa del mareo pero posiblemente sea por el cansancio y el estrés. ¿Sabes si duerme bien?

Me encogí de hombros, porque, sinceramente, no tenía ni idea.

-Bueno, no te preocupes. Está fuera de peligro. Le dejaremos aquí esta noche y por la mañana le daré el alta.

-Gracias, doctor- musité, con una enorme sonrisa adornando mi rostro.

En cuanto el médico desapareció, di media vuelta y entré corriendo en la habitación. Sin decir nada a nadie me lancé sobre mi primo y le llené toda la cara de besos.

-Ay, Ale, deja de babear mi preciosa cara, ¿que te pasa?

Un par de lágrimas de alegría aparecieron en las cuencas de mis ojos, sin llegar a salir.

-Nada, nada- reía, secando mis ojos- la alergia. El médico dice que te darán el alta mañana por la mañana. Y ahora duerme, capullo.

Mi primo puso los ojos en blanco y se recostó en la cama. Puso algo en la televisión que había en la pared y, a los dos segundos, se quedó profundamente dormido. Como si se tratara de un bebé.

Brad se acercó a mi cuando James comenzó a roncar y me abrazó.

-¿Lo ves? No había porqué ponerse en lo peor.

Yo asentí, aún con mi cabeza en su cuello. Ahora mismo, nada me importaba, porque mi primo estaba bien, iba a seguir mucho más tiempo sano y alegre y... con vida. Eso era lo único en lo que podía pensar. Llamé a Fedrah para comunicarle la noticia y ella no pudo contener un grito de la emoción. Me dijo que mañana por la mañana vendría a casa a verle. Nos despedimos hasta la mañana siguiente y acto seguido, colgué.

A pesar de saber que todo estaba bien, Brad no quiso dejarme sola en el hospital, así que nos acomodamos como pudimos en los dos sillones que había para las visitas y dormimos como pudimos el resto de la noche.

-¡James! ¡Tienes visita!- grité, abriéndole la puerta a Fedrah e invitandola a entrar al salón.

-No le grites al futuro padre de mis hijos- me replicó mi amiga, sonriendo de forma traviesa.

Arqueé una ceja ante su comentario. Era demasiado espontánea y creo que eso era lo que más me gustaba. Mi carácter más tranquilo se complementaba muy bien con el suyo. Sabía que tenía una verdadera amiga en ella.

Mi primo apareció segundos después por la puerta. Tan solo llevaba unos pantalones cortos de deporte y su pelo estaba revuelto. Estúpido conquistador. Estaba claro que solo quería llamar la atención de mi amiga. Solo esperaba que acabasen juntos pronto y dejaran de marear la cosas.

Me di cuenta enseguida de que yo sobraba allí, así que busqué una excusa para dejarles solos un rato.

-Voy a bajar a comprar, que el frigorífico está casi vacío.

Ni siquiera se si me escucharon, porque estaban demasiado enfrascados en los abdominales de mi primito.

Cogí una chaqueta y salí de casa, derecha al supermercado más cercano. Compré un poco de fruta y pescado. Recordé las comidas que había pensado hacer esa semana y compré en función a eso. También añadí algunos productos para el baño y para mi cuidado personal, entre ellos maquillaje. Miré la cesta de la compra. Iba a necesitar ayuda para llevar todo eso, pesaba demasiado para mis flacuchos brazos. Así que, cuando llegué a la caja, les pedí que me lo llevaran a domicilio. Me avisaron de que lo llevarían por la tarde-noche, para que estuviera en casa. Pagué todo y salí del supermercado.

Como había tardado menos de lo que yo pensaba y no quería interrumpir a la parejita, decidí ir a buscar el regalo de navidad de Brad. Ya tenía todo para mi familia, desde hacía semanas, pero por más que había buscado algo para mi mejor amigo, no era capaz de encontrar nada. Aún así, tenía una ligera idea de lo que podía regalarle. Solo necesitaba encontrarlo. Me recorrí todas las tiendas de música del centro, hasta que di con lo que buscaba. Estaba ahí, colgada detrás del mostrador: una guitarra Taylor de color caoba, idéntica a la que había visto en fotos de la infancia de mi amigo.

No lo pensé dos veces. Le pedí al dependiente que la bajara y acaricié sus cuerdas. Era perfecta para Brad. Sonreí satisfecha y observé como el hombre de detrás del mostrador la guardaba en una funda y me la entregaba. Pagué con la tarjeta y salí de la tienda, feliz. Tenía ganas de darle ya su regalo y ver la cara que ponía.

Caminé de vuelta hasta casa, con la guitarra colgando de mi mano. Tardé relativamente poco, teniendo en cuenta que me recreé en el camino. La verdad era, que no tenía ninguna gana de volver a encerrarme entre las paredes de mi apartamento,y mucho menos sabiendo que la “parejita” aún estaría por allí demostrando su amor a todo menos a ellos mismos. Respiré profundamente cuando llegué al portal y saqué la llave.

Subí en ascensor y avisé con un “he vuelto” cuando entré por la puerta principal del piso.

Nadie respondió. La casa estaba en completo silencio pero la llave no estaba echada. No entendía por qué mi primo había salido, mucho menos en el estado en el que se encontraba, cuando yo los había dejado solos a posta, pero pensaba echarle la bronca por no echar el seguro. Dejé las llaves en el recibidor y caminé hasta el estudio para dejar allí el regalo de Brad.

Un ruido procedente de mi habitación me puso alerta. Fruncí el ceño y, más curiosa que precavida, fui derecha al origen del sonido. Sin embargo, cuando abrí la puerta de mi dormitorio, lo que encontré allí me dejo más petrificada que cualquier cosa que pudiese haber pasado por mi mente. Eso era lo último que me esperaba.

Harry estaba apoyado en la pared del fondo, con su guitarra colgada del hombro y un ramo de rosas azules en su mano derecha. Al verme, sonrió en toda su plenitud. Mi boca se abrió de par en par, sin saber como reaccionar. Un camino de velas me llevaba hasta él y puedo jurar que era lo más cursi que me habían hecho en la vida. Y aún así, no me olvidaba de lo muy enfadada que estaba con él.

-¿Que haces aquí?- le dije, en un tono seco.  

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Harry que haceSSSSSSSSSSSS 

En fin, yo lo mataría, pero a besos, ¿vosotras no? 

Y que pensais del regalo para Brad, lo va a flipar, ¿verdad? jejejejejejej

Se que he tardado la vida en subir y lo siento de veraaaaaaaaaaaaaaaas pero estoy hasta arriba de examenes finales y escribo en los ratitos que descanso y bueno pues por eso ni es largo ni nada. Y posiblemente hasta que no termine no vuelva a subir pero yo os quiero, no me odieis. 

Y bueno, lo de siempre, que muchas gracias por leer y sobre todo a las que me petais wsp con insultos y alabanzas cuando escribo algo que os toca la patata o los cojones jejejeje (ya sabeis quien sois) en serio me alegrais el dia. Ea, que comenteis y que os quiero mucho. 

Comodínd el publico: ¿Que creeis que le pasará a James si no es cancer? ¿Eh, eh, eh?

Hopee you enjoy it!

Art for three (h.s, b.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora